lunes, 2 de diciembre de 2024

Byung-Chul Han: La crisis de la narración

Idioma original: alemán
Título original: Die Krise der Narration
Traducción: David Torres en catalán y Alberto Ciria en castellano para Herder Editorial
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable

Quienes hayan seguido mínimamente la trayectoria profesional y literaria del filósofo surcoreano, se habrán percatado que centra su reflexión y discurso acerca de la sociedad actual y la pérdida de valores, ya no únicamente en sentido personal e individual sino también colectivo. En este caso, el autor aborda la crisis narrativa, no en lo que refiere al tema literario sino en el aspecto discursivo de cada uno de nosotros.

En este ensayo, el autor nos habla de la narración en su aspecto más global y genérico, una narración necesaria que se va perdiendo y, con la pérdida, también lo hace nuestra identificación como sociedad puesto que «las narraciones son generadoras de comunidad. El storytelling, por otro lado, sólo crea communities. La community es la comunidad en forma de mercancía. Consta de consumidores». Así, el autor critica el propósito de la narrativa actual, pues realmente el «storytelling es storyselling: explicar historias es venderlas». Por ello, afirma el autor que «en nuestra vida diaria cada vez nos explicamos menos historias. La comunicación como intercambio de informaciones paraliza la narración de historias» de manera que nuestro discurso se construye principalmente de aportación de datos, pero sin una correlación o análisis que desarrolle una historia al trasmitirlos. Con este enfoque, el autor también incide en la vida narrada y lo relaciona con la felicidad, que no es un «acaecimiento puntual. Es como un cometa con una cola muy larga que llega hasta el pasado». Así, el autor evoca a la memoria y hace especial mención a la obra de Proust y Heideger quienes combatieron «la atrofia temporal, la amenaza de la desintegración del tiempo» y, citando al autor alemán, nos recuerda su teoría en la que afirma que «el hombre no va existiendo en cada momento. No es un ser de instantes. La existencia le abarca todo el lapso que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte. A causa de la falta de orientación externa, porque no hay anclajes narrativos en el ser, tiene que salir de uno mismo la fuerza para contraer el lapso entre nacimiento y muerte, y convertirlo en una unidad viviente que penetre y comprenda todos los acontecimientos y todos los hechos». Así, continuando con sus alusiones a Heideger, el autor indica que hay que intentar que la existencia «no se desintegre en realidades momentáneas de vivencias que se van sucediendo y van despareciendo», una existencia amenazada con la facilidad en la que tomamos instantáneas de nuestra realidad, cada vez más expuesta e inmortalizada en una tecnología que favorece una digitalización que «agrava la atrofia del tiempo. La realidad se desintegra en informaciones con un margen de actualidad muy reducido». Con este propósito, y enlazando la tecnología con su uso, el autor habla también de las redes sociales y cita las stories de Instagram afirmando que «son una simple sucesión de instantáneas que no narran nada. En realidad, no son más que informaciones visuales que desparecen rápidamente. No queda nada», así como de las selfies, que «no sirven para recordar, sino para comunicar», en un enfoque que ya compartió en «La expulsión de lo distinto» y que aquí reincide al afirmar que «la vida no se puede narrar en forma de acontecimientos cuantificables» en un mal uso que potencia y engrandece el narcisismo, ese gran peligro que «elimina la mirada, es decir, al otro, y lo sustituye por una imagen especular imaginaria».

Afirma que autor que «el recuerdo no es una repetición mecánica de aquello que se ha vivido, sino una narración que continuamente hay que volver a explicar. Los recuerdos forzosamente tienen vacíos (…); cuando todo lo vivido (…) está disponible, el recuerdo desaparece (…) Quien quiere narrar o recordar tiene que poder olvidar u omitir muchas cosas. La sociedad de la trasparencia significa el final de la narración y del recuerdo» y apuntala esta tesis afirmando que «es la narración lo que eleva la vida por encima de la mera facticidad, per encima de su desnudez. Narrar consiste en hacer que el transcurso del tiempo tenga sentido, consiste en dar al tiempo un principio y un final. Sin narración, la vida es meramente aditiva».

Con este libro el autor nos invita a la reflexión y nos interpela afirmando que «tendríamos que ser conscientes que, en el fondo, pensar no es otra cosa que narrar, y que el pensamiento avanza con pasos narrativos». Así, tenemos que reivindicar el poder de la narración, y no dejar que el storytelling se convierta en un storyselling que nos encierre en nosotros mismos, limitándonos a otros mundos, otras narraciones, otras formas de vida.

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