Título original: Itsasoaren atea
Traducción: Miren Agur Meabe
Año de publicación: 2001
Valoración: Recomendable para su público
Pues para cerrar el año tenemos literatura juvenil, un género o subgénero que no tengo muy claro que me sienta capacitado para valorar correctamente. Como en cualquier otro caso, entiendo que tiene sus propios códigos, que deben contemplarse en función del público al que se dirigen. En el caso de este libro, y tirando de un criterio meramente doméstico, creo que ese segmento podría fijarse entre los doce y los catorce años. ¿Qué se debe ofrecer a un chaval de esas edades? En mi opinión, aventura, ciertas dosis de misterio y algo de miedo, un lenguaje que vaya un poco más allá de lo sencillo, valores que se deben subrayar, una atmósfera que invite a sumergirse en el relato, cosas así. En definitiva, entretenimiento sí, pero también un reclamo para saber más, pensar y avanzar. Pero claro, todo esto lo sabe mucho mejor que yo Miren Agur Meabe, que para eso tiene un buen montón de publicaciones de este tipo y numerosos premios.
En esta ocasión nos lleva a un escenario de corte romántico, mediados del siglo XIX en una isla atlántica quizá cercana a la costa de Bretaña. Una chica, huérfana de madre, es enviada a vivir con su abuela, y enseguida entrará en contacto con diversos personajes del lugar, por lo que irá conociendo viejas historias de sagas familiares, y descubriendo caserones con pasadizos secretos, diarios polvorientos, confusos relatos de desapariciones y amores prohibidos.
Como supongo que exige el género, la niña trasciende su edad y se convierte en protagonista de una aventura, disfruta ante emociones nuevas y no se arredra ante los misterios, se sobrepone a los peligros y ayuda a quien lo necesita a su alrededor. Una buena combinación para atraer al lector joven y mantener su atención en esas edades en que, supongo, siente la necesidad de experimentar, adentrarse en el mundo adulto y cobrar conciencia de que puede intervenir en él como un actor importante.
Me gusta el escenario, tenue pero bien construido, suficientemente oscuro y con la sensación de lejanía y vulnerabilidad que transmite la isla como confinamiento en el que la única opción es integrarse en aquel mundo y valerse de la bondad, el valor y la astucia para sobrevivir a los peligros y conseguir que triunfe la verdad. Hay también cosas que me convencen menos, como esos chispazos, entiendo que no siempre justificados, de elementos sobrenaturales que imagino que buscan más que nada seducir al lector, o una nómina de personajes que me parece algo excesiva, y que en mi opinión dispersan el foco sin necesidad.
Pero reconozco que quizá estas pequeñas objeciones están hechas desde un punto de vista de lector adulto, y manejando las claves de un relato juvenil se debieran valorar de otra forma. En conjunto, y con todas las cautelas que vengo indicando, el libro me parece bastante adecuado para esas edades, entiendo que tiene el punto justo de una prosa bien calibrada y seguramente gustará al público al que va dirigido. Se preguntarán cosas los jóvenes lectores, seguramente disfrutarán de la mayoría de los pasajes, y deberán detenerse a pensar en algunos detalles. Y eso siempre está bien.
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