jueves, 26 de diciembre de 2024

Colaboración: El cielo de la selva, de Elaine Vilar Madruga

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2023

Valoración: Muy recomendable


En los últimos años hemos disfrutado de buena literatura escrita por mujeres latinoamericanas: Enríquez, Schweblin, Bazterrica, Ampuero… Todas escriben, en mayor o menor medida, sobre lo femenino y la violencia. Sus novelas y relatos están poblados de sangre, de fantasmas, de disparos, de maltrato…

Pues bien, son comedias románticas al lado de El cielo de la selva.

Creo que es la novela más dura que he leído de este boom. Y eso es mucho decir. Qué barbaridad. Qué estilo, qué ritmo, qué lenguaje.

Elaine Vilar Madruga (Cuba, 35 años, un montón de libros escritos y un montón de premios ganados) nos presenta un mundo cerrado, asfixiante y asfixiado. Una hacienda solitaria, a los pies de una selva voraz, donde la vida consiste en criar para sacrificar. Como si de una granja de pollos se tratara, aquí las mujeres se preñan y paren (no se embarazan y dan a luz) y con el tiempo, cundo la selva tiene hambre, sus hijos e hijas (sus crías) son asesinados y entregadas a la selva. La autora elige muy bien las palabras: no es lo mismo tener hijas que crías, no es lo mismo tener sexo que fecundar. 

El argumento es duro, pero podría haberse quedado en una carcasa vacía de no ser por los personajes, la mayoría mujeres: Santa, Ifigenia, Romina, la abuela, la perra… generaciones malditas y condenadas a morir y matar. A matar o morir.

Dice una:

Aquí hay que ponerse dura —carraspeó—, pa’ que la selva sea buena contigo. Aquí hay que parir y parir y parir. Y luego darles cuchillazos a las crías pa’ que la selva te deje en paz.

De hecho, uno de los golpes en el estómago que lector se lleva mientras lee la novela es el asesinato de un menor. Otro escritor habría hecho una elipsis o lo habría narrado de forma suave: aquí Elaine Vilar Madruga se arremanga y se mete en el barro. Nos cuenta con detalle el sacrificio de uno de los niños. Así que avisados estáis: aquí hay dragones.

Se puede leer: 

La selva era una trampa cruel.

Santa lo sabía. Todos lo sabían. Y Juanquito hoy iba a descubrirlo.

Quien es marcado como carne para la selva, termina en su garganta y dentro de su mandíbula.

En esta novela, también hay hombres, y siempre son seres deleznables. Cuando son niños, tienen un pase; al crecer, se convierten en asesinos, maltratadores, traficantes de droga…

Vilar Madruga escribe cada capítulo desde el punto de vista de un personaje, a veces en presente, a veces en pasado, a veces en tercera persona, en primera o en segunda. Nos mete en su vida pasada, en sus sentimientos, en sus deseos y miedos y logra, y es un logro gigantesco, que incluso tengamos compasión por (casi) todos ellos.

Salvo de la selva, claro. Ella también es un personaje, un agujero negro sobre el que giran las vidas de todos los demás. ¿Y qué simboliza? Ahí está el núcleo de la novela: quizá la violencia o lo masculino o el destino. Ya lo dice una de las mujeres: Con la selva no se juega.

El cielo de la selva no es un libro fácil. Leerlo es casi un acto de valentía, pero es muy buena novela, de las que quedan en la memoria, como una cicatriz.

Firmado: Raúl Gay


No hay comentarios: