Título original: Dernier inventaire avant liquidation
Traducción: Sergi Pàmies
Año de publicación: 2001
Valoración: Entre recomendable y Está bien
Se podría decir que hoy inauguramos una nueva especie para las entradas de este blog: podemos llamarlo metarreseña, es decir, reseña de un libro de reseñas de libros. Puede que en adelante no haya muchas de estas, y muy probablemente esta vaya a ser la única metarreseña que presentemos, pero confieso que me ha gustado la palabreja. Ese libro de reseñas al que me refiero lo firma Frédéric Beigbeder, uno de esos malotes que tanto gustan al norte de los Pirineos, ya saben, el enfant terrible, sarcástico, encantado de conocerse, y a ser posible con melena rebelde. Este señor, aparte de otras cosas diversas, es también escritor, con varias reseñas en ULAD que pueden ustedes ver ahí abajo. Por lo visto, con el inicio del siglo y milenio Le Monde y la FNAC realizaron una encuesta preguntando por el libro clave del siglo XX, como si se tratase del Balón de Oro. El resultado fue una lista de los cincuenta títulos más votados, cada uno de los cuales tiene en nuestro libro de hoy su reseña firmada por Beigbeder.
Las reseñas, de tres o cuatro páginas máximo, son apenas un esbozo, un par de pinceladas y, sintonizando con la imagen del personaje, tienen siempre un aire iconoclasta e irónico, como un ‘intento de superar el efecto intimidatorio que producen las grandes obras de arte’, con la loable intención de ‘leer esos libros famosos como si fuera la primera vez’. Están muy bien estas intenciones, pero el problema es hacerlas realidad cincuenta veces seguidas. Eso no es ni mucho menos fácil, y Beigbeder decide tirar de sarcasmo para unificar los resultados, sin que falte tampoco un puntito narcisista al que parece no poder resistirse.
Con todo, hay que reconocer que el trabajo es en conjunto bastante bueno. Con tantos libros por comentar y una extensión disponible tan limitada, recurre el multirreseñista Beigbeder a un recurso bastante obvio pero también eficaz: ir variando el centro de atención, que a veces se localiza en el autor de la obra, otras en su época, movimiento con el que se identifica, público al que se dirige o anécdotas relacionadas con el libro. La ironía y la desinhibición le permiten cosas como poner en cuestión que los votantes hayan leído realmente las obras que han votado, algo que se antoja un dardo muy bien lanzado, o reflexionar sobre ciertas imposturas en el mundo literario:
‘No todo el mundo es Faulkner […], el problema surge con los cretinos seguidores a quienes ha inspirado. Por culpa de Proust, un montón de autores franceses se creen obligados a escribir largas frases sobre sus madres para parecer inteligentes; por culpa de Joyce, cualquier impostor se cree poeta cuando, en realidad, solo consigue ser ilegible’.
Es lo que tiene este tipo de personajes aficionados a escandalizar o fustigar sin miramientos: aunque lo que buscan sea sobre todo la notoriedad, a veces dan en el clavo.
En todo caso creo que Beigbeder sale airoso de la prueba, el conjunto queda equilibrado y se lee con agrado, a veces nos saca una sonrisa y otras hace luz sobre algunas obras que podemos tener olvidadas o postergadas. Y, como apuntaba antes, no se puede negar el mérito de escribir cincuenta reseñas sobre una lista tan variada.
Ah, bueno, y la lista, que supongo que a alguien le tendrá un poco intrigado. Se puede encontrar en esta entrada de la Wiki. Como cualquiera se podrá imaginar sin mirarla siquiera, más o menos la mitad de los seleccionados son autores en lengua francesa, lo que esta vez no se debería atribuir solo al tradicional chauvinismo de nuestros vecinos. Supongo que si planteásemos la encuesta aquí o en cualquier otro lugar los votantes también se inclinarían por buen número de autores locales. Por cierto, el único escritor en castellano que entra en la lista es, casi obviamente, García Márquez con Cien años de soledad (no he dicho que solo se admitía un título por autor).
También llama la atención, y Beigbeder lo subraya creo que con cierto desdén, que hay un buen número de premios Nobel, no sé quizá quince o por ahí. Y en lo alto del ranking se destaca El extranjero de Camus, justo por encima de En busca del tiempo perdido de Proust. Por mirarnos un poquillo al ombligo, también diré que aproximadamente la mitad de esos 50 principales ya tiene su reseña en ULAD y, dicho sea con la natural objetividad, son al menos tan buenas como las de Beigbeder. O mejores.
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