martes, 15 de junio de 2021

Deborah Feldman: Unorthodox. Mi verdadera historia

Idioma original: inglés

Título original: Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots

Año de publicación: 2012 (En España: 2020)

Valoración:  Bastante recomendable



Antes de nada, una referencia obligada para los aficionados a las series. Estas memorias han sido el germen de la ¿conocida? miniserie que se estrenó el año pasado y tiene como protagonista, y uno de sus principales valores, a la actriz Sira Haas. Mi admiración por su trabajo en Sthisel, otra serie centrada en las costumbres del judaísmo ortodoxo, me llevó verla y, de oca a oca, acabé aterrizando en este libro. Por seguir con el formato televisivo, añado que esta última tiene mejor calidad, es más creíble, está mejor interpretada y su extensión es mayor (la segunda temporada se ha estrenado hace poco). Y lo digo sin desmerecer a esta Poco ortodoxa que nos ocupa, cuyo mérito, entre otros, reside en que nos deja con ganas de saber. ¿Cómo resolver esto? Pues haciendo lo que siempre se ha hecho: acudir a las fuentes (al libro en este caso) donde, como ya sospechaba, se eliminan algunas inconsistencias de los últimos episodios. Es más, estos ni siquiera aparecen, ya que la versión fílmica, aunque supervisada por la propia Feldman, no deja de ser una versión libérrima de lo que ella escribió hace aproximadamente una década.

"Desde que tengo memoria, siempre lo he querido todo de la vida, todo lo que pudiera concederme, un deseo que me aparta de quienes están dispuestos a conformarse con menos. No entiendo cómo se puede desear menos, cómo se puede albergar ambiciones limitadas y ridículas cuando las posibilidades son infinitas. No conozco a mi madre lo suficiente para comprender a qué aspira; por lo que sé, considera que tiene grandes e importantes sueños, y eso es algo que debo respetar. 

A pesar de nuestras diferencias, es innegable que tenemos ciertos puntos en común, como la decisión que ambas tomamos para mejor."

Satmar, la comunidad ultra-ortodoxa dónde se crió Feldman se encuentra en el estado de Nueva York. Sus miembros mantienen sus propias costumbres así como su peculiar interpretación de los libros sagrados, muy distinta de otras corrientes, tanto estadounidenses como de otros países, incluso del propio estado de Israel, a cuyos habitantes –y su decisión de establecerse en dicho territorio– no se les valora demasiado. Por razones que la lectura explica de sobra, la niña Deborah vivirá con sus abuelos, no conocerá a su madre hasta la edad adulta y mantendrá con su padre una decepcionante relación. Esta es otra de las grandes diferencias de la versión original, ya que en la pantalla la acción arranca con su boda, eliminando –no sé por qué razón– esos años de aprendizaje y formación de la personalidad que resultan imprescindibles para comprender a la autora-personaje. Esta etapa, que podría parecer más anodina pues los hechos que se relatan son menos espectaculares, más cotidianos, que los que tienen lugar después de la ceremonia, a mí particularmente me han impactado más. Su autodescubrimiento, más o menos inconsciente, de una personalidad observadora, inquisitiva, racional, incipientemente rebelde, nos ayuda a empatizar con esa niña.

"Fue el rebe quien decidió que yo no podía leer libros en inglés ni vestir de rojo. Nos aisló, lo hizo para que no pudiéramos mezclarnos con el exterior. Si yo no estaba presente cuando se firmó el acuerdo, ¿por qué estoy obligada a cumplir lo que disponga? ¿De verdad Zeidy espera que siga al rebe tan ciegamente como lo hizo él en el pasado, en un momento en que tenía miedo y se sentía solo, igual que los demás supervivientes, y cuando no había otro lugar que pareciera ofrecer cierta seguridad?"

La brecha vital de Deborah se produce a sus diecisiete años, cuando le buscan un marido, casamentera mediante, y tienen que enseñarle los principios más elementales de la vida ya que, y a pesar de su carácter despierto, la habían mantenido en la más absoluta ignorancia. A partir de la boda, los hechos son demoledores y se suceden tan rápidamente a lo largo de las páginas que no dan respiro al lector. Esta parte es más contundente, menos intimista, contiene más materia susceptible de alimentar el morbo, algo que no llega a ocurrir porque la autora sintetiza los hechos –demasiado para mi gusto– quizá por temor a represalias. En mi opinión, esa misma delicadeza se puede mantener caracterizando mejor a los personajes, describiendo lugares y ambientes, detallando circunstancias esenciales, explicando reacciones y sentimientos. Aún así, les aseguro que se hace entender de sobra. Además, incluye fotografías. Pocas pero elocuentes.

"Me vuelvo loca dándole vueltas y más vueltas, si bien no sé con quién estar más enfadada: ¿con Chaya, por decirme a todas horas lo que tengo que hacer sin haberse ganado nunca ese derecho?; ¿con Zeidy, por estar tan en Babia como para pensar que podría ser feliz cuando me casó con un chico de una familia obtusa y fanática donde era la única esposa que no llevaba shítzel o sombrero?; ¿con Eli, por ser un marido pusilánime desde el primer momento, por irle con la verdad a su padre sin darnos la oportunidad de resolverlo en privado?; ¿con mi suegra, por meterse en nuestros asuntos de manera constante y chismorrear con sus hijas a mis espaldas, por escogerme como nuera y luego decirle a Eli que podría haber aspirado a algo mejor?; ¿con mi suegro, que parece regodearse con nuestra incapacidad de consumar el matrimonio y aprovecha cualquier oportunidad para sermonear a Eli con las prácticas sexuales halájicas? La lista sigue y sigue... "

Se dice que la inteligencia hace de la necesidad virtud y debe ser cierto. Que le haya tocado en suerte un compañero carente de personalidad, con escaso raciocinio, incapaz de comprender las señales aunque las tenga delante de los ojos y de incumplir, siquiera mínimamente, las rígidas exigencias familiares, facilita una evolución personal que se produce, paulatina pero rápidamente, a espaldas de todos, y que a partir de cierto momento tiene un único objetivo: la huida. Y esta vez, llevando consigo a su criatura, no como en tiempos de su madre que, por diversas circunstancias, se vio obligada a dejarla allí.

Esta experiencia, insólita en un mundo como el nuestro, ponía en sus manos la llave de la emancipación. El mérito de Feldman estriba en saber verlo muy pronto y en convencer a la que luego fue su agente literaria y a otras personas de que allí había una bomba mediática que merecía la pena explotar. Así, solo con la promesa de un triunfo futuro, poco más de veinte años, unos pocos meses en un taller de escritura y ninguna experiencia previa, Deborah Feldman se encuentra sola, alejada de su ambiente, sin recursos, con un niño pequeño y escribiendo sus memorias. El texto muestra esas carencias y, quizá también, la prisa con que fue dado a la imprenta, pero no tanto como sería de suponer: en realidad son unas memorias bien desarrolladas, muy amenas y que se leen con interés. Si conocemos las circunstancias de su redacción es porque la autora, orgullosa de su hazaña y de su condición de pionera en la deserción que llevo a cabo, se sincera con el lector en los epílogos que cierran el relato.

4 comentarios:

El Puma dijo...

Realmente me resulta admirable tu curiosidad, Montuenga. Vi Poco Ortodoxa hace poco más de un año, en plena cuarentena estricta, y me gustó, excepto por ese final que tu señalas, tan poco verosimil. Bien caracterizada la comunidad Satmar, cerrada a presión, asfixiante. Con personajes densos, bien construídos, hasta el tercer y penúltimo capítulo. Y a diferencia de tí, no me quedó ningun deseo de continuar buceando en la historia de Deborah Feldman. Admirable, sí, como tantas mujeres y hombres que se rebelan ante un entorno opresivo y deciden decir basta en acto, no solo en palabras. Será tal vez que conozco a ultraortodoxos parecidos, y que como todo ultra, no me resultan nada simpáticos.
Como siempre, un placer leerte!

Juan G. B. dijo...

Hola:
Yo no he visto la serie, pero hace poco oí en la radio hablar de un escritor criado en una de estas comunidades ultraortodoxas de Brooklyn (cuyo origen estaba en Chernobyl, nada menos) que se oponían al estado de Israel e incluso participaban en manifestaciones a favor de los palestinos. Puede que fuera esta misma comunidad o secta de la que se habla en el libro y la serie, no lo sé, porque, por desgracia, he olvidado el nombre del escritor (quien, huelga decirlo, salió por pies de allí en cuanto pudo).

Montuenga dijo...

Pues... Puma, es que había muchos motivos para querer profundizar más en la historia que cuenta la serie. Yo no conozco sociedades como la que describe, pero vi Sthisel (que es maravillosa y te recomiendo que le eches un vistazo si no la has visto ya) porque analiza el integrismo muy bien, los personajes y el guión son estupendos y los actores están espectaculares.
Entiendo lo que dices, pero piensa que hay gente a la que no querríamos ni ver pero como personajes literarios nos fascinan.
Los regímenes totalitarios tienen mucho en común y aquí se vivió la intolerancia religiosa el siglo pasado con mucha intensidad, y la libertad de las mujeres no sé si estaba tan restringida pero no debía alejarse mucho. Eso me interesa, también que en este caso es un relato de aprendizaje y esa es una etapa muy interesante que no sale en la serie. Falta la etapa de Berlín, que es la más floja, porque las memorias acaban con la escapada y porque en realidad no fue allí sino que siguió en Nueva York bastante tiempo. En Berlín es dónde está ahora, y hay una segunda parte, que escribió mucho después, pero esa sí que no me interesa nada.
Por cierto, pensaba mencionar la reseña de la serie, que publicó hace meses nuestro blog gemelo Una Serie Al Mes y lo olvidé finalmente. Así que aprovecho para recomendar su lectura a ti y a todo el que me lea.
Saludos.

Montuenga dijo...

Juan, creo que Feldman habla de alguna comunidad más en la zona de Nueva York y que no había conexión entre ellas, pero lo cita muy de pasada.
Ella dice que (en 2009) fue más o menos la primera pero creo que se refiere a las mujeres, y es que al tener ellas los movimientos tan restringidos debe ser toda una hazaña. Aunque su madre se fue antes, pero puede que en su caso la echasen por motivos que descubrirá quien lea el libro.
Después de ella, según dice, han seguido saliendo y son miles los que están fuera. Quizá ahora resulte más fácil.