sábado, 14 de enero de 2023

Lydie Salvayre: Caminar hasta el anochecer


Idioma original: francés

Título original: Marcher jusqu'au soir

Año de publicación: 2019

Traducción: Marta Cerezales Laforet

Valoración: decepcionante

La información contenida en sinopsis y solapa de este libro insisten en que su autora ha ganado el Goncourt en 2014. No estoy muy al día del prestigio de los premios literarios franceses. De los de aquí, por ejemplo, mi recuerdo más fresco es que le han dado el Nadal a Manuel Vilas. El Nadal se lo dieron hace unas cuantas décadas a Juan José Saer. En 2023, a Manuel Vilas. 

Pero mi primera intención era afrontar esta reseña con cierto sentido del humor, no con la indignación propia de alguien que asiste a la degradación del reconocimiento del mérito a favor de los imperativos comerciales y la mediocridad. De hecho, a mitad del libro estaba a punto de insinuar si a esta novela (o lo que sea) no le hubiera encajado mejor el título del último libro de Santiago Lorenzo. Todo ello me parecía un poco frívolo, incluso poco respetuoso con el trabajo de su editorial, El Desvelo, una editorial independiente santanderina a cuenta de cuyo nombre me permitiré una pequeña broma, ya que este libro no es que desvele precisamente, atendiendo a su primera mitad. Su ritmo es lento, inexplicable cuando el planteamiento puede suponer incluso cierto reto creativo. Una escritora acepta pasar una noche en un museo con la mera compañía de una obra de arte, en este caso una escultura de Giacometti. Digamos que una experiencia que ha de generar un texto interesante basado en su reacción. Pero no: lo que resulta es un anodino stream of consciousness donde las reflexiones en todo el proceso resultan recargadas, monótonas, a veces anegadas de erudición y citas poéticas, a veces más mundanas y asociadas al devenir de lo cotidiano - coqueteando con la autoficción - siempre con un uso abusivo de las anáforas, aspecto muy significativo en el estilo del texto y que lastran el ritmo, marcan un compás que podría ser disruptivo y acaba provocando cierto sopor. Siendo justos, pero hay que llegar ahí con no poca dificultad, el texto recupera cierto sentido hacia el último tercio, cuando una semblanza biográfica de Giacometti y algunos párrafos sobre Picasso resultan interesantes entre tanto análisis algo redundante entre intenciones de la obra - aquella con la que la autora ha pernoctado - y funcionalidad y pertinencia del arte.

Seguramente un libro más experimental e íntimo que puramente narrativo, pero, en conjunto, poco entusiasmo por indagar en más obras de su autora.



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