jueves, 22 de diciembre de 2022

Reseña + Entrevista: Diario del Polo Sur de Robert Falcon Scott

Idioma original: Inglés  
Traducción: Juan Carlos Foix y Teresa García
Valoración: Imprescindible para interesados (y muy recomendable para el resto del mundo)

Aclaración previa: Los diarios incluidos en este volumen hacen referencia a la etapa final de la expedición; concretamente, desde el 1 de noviembre de 1911 hasta el 29 de marzo de 1912. No se incluyen, por tanto, anotaciones sobre el viaje a Nueva Zelanda y desde aquí a la Antártida, la aclimatación previa, etc.

Es espantoso; no puedo escribir más

Estas seis palabras constituyen la penúltima frase que el capitán Robert Falcon Scott consignó en sus diarios y expresan, en toda su crudeza y sencillez, los terribles sufrimientos por los que hubieron de atravesar los miembros de la expedición del Terra Nova.  Pero esta frase no es más que el final de un continuo crescendo que, pese a (o precisamente por) la ausencia de voluntad literaria y a la falta de revisión / corrección del texto, transmite de forma vívida la angustia, experiencias, miedo, esperanza y temor del grupo de Scott. 

Uno siente que acompaña a Scott, Bowers, Evans, Oates y Wilson, sufre por ellos, por los ponis y por los perros, maldice la nieve semiderretida, abomina de la monotonía del paisaje, odia con todas sus fuerzas los sastrugi, lamenta el "fracaso" (¿fue realmente un fracaso?) de haber llegado semanas después que Amundsen y los suyos al Polo, etc. Y todo esto pese a la brevedad y frialdad aparente de las entradas iniciales, dominadas por  los datos sobre temperatura, distancia recorrida, dirección de viento o estado del hielo; frialdad que se mantiene en días posteriores en los que paulatinamente el texto se ensombrece en entradas en las que a los citados datos se añaden confesiones y estados de ánimo hasta llegar a las terroríficas jornadas finales.

Quizá son estas entradas finales del diario las más destacables. Los aspectos técnicos de la marcha apenas son un breve apunte y Scott mira más a su interior y a los padecimientos de sus compañeros. Son páginas en las que la muerte es una presencia nítida, lo que las concede, al mismo tiempo, una crudeza aterradora y una humanidad impresionante.

Además de lo anterior, los diarios del capitán Scott son una crónica de los errores cometidos (la elección de los ponis, la infrautilización de los perros, la opción de la travesía del gigantesco glaciar Beardmore, la insuficiencia de las raciones alimenticias y, sobre todo, la no decisión de dar marcha atrás cuando los presagios no eran para nada favorables) y muestran, a su vez, una curiosa falta de autocrítica (lo que no niega la malísima suerte que tuvieron, ojo).

En fin, quizá la historia ha hecho que Scott quede en un segundo plano con respecto a Amundsen o Shackleton por aquello de que ni llegó el primero al Polo Sur ni consiguió devolver sanos y salvos a los restantes miembros de la expedición (spoiler: el también murió). Creo que poco importa a estas alturas, pero no está de más reconocer el valor de una hazaña colosal (no culminada por bien poco) y de unos diarios que se sitúan entre lo mejor de la literatura de viajes de todos los tiempos. Ahí queda eso. 

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Dicho esto, y debido a la imposibilidad de entrevistar al bueno del Capitán Scott, charlamos con Teresa y Ángel (muchas gracias a ambos), editores de este magnífico libro y responsables de la editorial Interfolio. Estas son nuestras preguntas y las jugosas respuestas:

ULAD: Crear una editorial ya parece una locura, pero crear una editorial dedicada en exclusiva a los libros de viajes parece más una temeridad. ¿Cuándo y cómo surge la idea?

INTERFOLIO: La idea surge como surgen muchas iniciativas, después de un despido o de dejar un trabajo… no me acuerdo, o fue provocar un despido; bueno, el caso es que nos despidieron a uno de los dos. En esa época estaba yo buscando un libro que me apetecía mucho leer porque había leído muy buenas críticas sobre él y ese libro era “Los viajes de Júpiter”. Empecé a buscarlo y no había manera de encontrarlo, entonces me di cuenta que en los foros en Internet y en otros sitios había mucha gente que lo estaba buscando. Entonces pensé, si hay gente que lo está buscando y no lo encuentra por ningún sitio pues voy a editarlo yo, y así empezó. Yo ya venía del mundo de la edición, había trabajado como freelance y ya conocía todos los pasos de la edición; desde la idea hasta el libro en la mano, es decir edición, producción etc. Así que montar la editorial fue relativamente fácil, solamente había que pensar una estructura, una línea, y además me parecía que la idea de la especialización, aunque limitaba, también era inspiradora para una editorial especializada en literatura de viajes pero es que es la idea es aún más restrictiva porque es literatura de viajes con los testimonios directos de los viajeros, es decir, no sirve un ensayo en el que alguien, por ejemplo, cuente los viajes a los Polos, tiene que ser el testimonio directo de Scott, el viaje de Amundsen contado por él mismo, el propio diario de Nansen, las propias cartas de Lawrence de Arabia. Esa limitación y esa restricción en realidad son muy inspiradoras y centra muchísimo nuestra editorial, que empezó en 2008.

ULAD: Además de editar desde el margen que supone el género en sí, lo hacéis (si no me equivoco) desde una remota aldea gala. ¿Cómo afecta eso al proceso de edición y a la promoción de vuestros libros?

INTERFOLIO. Es cierto que a nosotros no nos alcanza el presupuesto para promoción, podemos hacer lo que nosotros llamamos de broma M.D.P. (marketing de pobres) en redes sociales. Es la única promoción a la que podemos acceder, y llegar directamente a los lectores, cosa que grandes grupos no pueden hacer. No tenemos dinero para otro tipo de promoción, me refiero a los folletos que ves en la FNAC cuando entras o las pantallitas recomendando libros en la Casa del Libro, etc. Eso vale cientos de euros y las editoriales pagan, las que pueden, miles de euros por estos espacios y estas publicidades. Interfolio no puede hacer eso porque no tiene realmente un presupuesto para estas publicidades.

Aparte de esas promociones que acabo de decir en grandes librerías y grandes almacenes, que se pagan, también existen reseñas cuyo aspecto no es promocional pero que se pagan; por ejemplo: te puedo decir y demostrar que ABC te manda un email poniendo sus redactores a tu servicio por un módico precio para hacer reseñas positivas de tus libros. Recuerdo una vez, en redes sociales, que un lector se quejaba de un libro que había sido recomendado precisamente en ABC y esta persona despotricaba porque el libro era una mediocridad, un libro impresentable. Esa es la razón por la que uno lee una reseña positiva de un libro en un medio de comunicación, compra el libro por la reseña y resulta que esa reseña positiva ha sido pagada por la editorial. Hay que decir que son muy necesarias páginas como la vuestra, “Un libro al día”, porque es garantía de reseñas imparciales; es decir, vosotros no estáis respondiendo a un favor, no estáis respondiendo a una tarifa, y no estáis respondiendo a editores que os están regalando los libros, que os están formando una biblioteca gratis y lógicamente siempre se va a reseñar en positivo. Yo creo que la gente después de muchos años empieza a detectar dónde está siendo engañada y cuando una reseña es de verdad.

ULAD:  Además de Interfolio y Desnivel (aunque este es un modelo diferente al vuestro), pocas editoriales especializadas en la materia encontramos en España. ¿Pocos textos, pocos potenciales lectores o la suma de las dos cosas? ¿Sucede algo parecido en Francia?

INTERFOLIO: En Francia hace años, en los 90 concretamente, sucedió que muchas editoriales publicaban libros de viajes y los veteranos del mundo de la edición recuerdan y hacen un chiste sobre la cantidad de libros de viajes que se publicaban. Recuerdo un editor que nos dijo que hubo una época en la que se publicaban libros de viajes tales como el de uno que iba de su habitación al baño y con eso escribió un libro de viajes y se lo publicaba alguien.

Fue la época en la que, creo que fue Plon, hizo aquella colección que se llamaba “Aventure vecue” que después tuvo un reflejo en Grijalbo, creo recordar que ahora Grijalbo es del grupo Planeta como la mayoría de editoriales que ahora forman parte de grupos.

En general los hábitos de lectura en Francia son mejores, pero también es verdad que el mercado de literatura de viajes se saturó en los años 90 y ahora es más racional. No hay muchos textos buenos.

ULAD: ¿Qué ha de tener un buen libro de viajes para atraer al lector (y al editor, como primer lector)?

INTERFOLIO: Pues es muy sencillo y simple, tiene que contener literatura, tiene que estar bien escrito, tiene que contener más literatura de la necesaria para contar un viaje; eso para empezar. Como decía Gabriel García Márquez, “lo difícil de escribir es saber qué escribir”. Alguien que hace un viaje sabe qué es lo que tiene que escribir, es decir, lo difícil ya lo tiene hecho pero tiene que tener algo más que decir aparte de contar el viaje y además todo en clave literaria. Y eso no es fácil. “Los viajes de Júpiter” en este sentido es un libro redondo, cuenta el viaje y además cuenta muchas cosas más que el viaje. O el caso de “Sur” de Shackleton, cuando ellos llegan a la isla de los noruegos y tienen que atravesarla entera, se expresan a través de sus creencias religiosas, hablan de su capacidad de superación, de la lucha contra los elementos; ahí hay un sentimiento universal con el que todo el mundo se identificaría, sentimentalmente hablando, en una situación dramática y eso es lo que conecta con el lector.

ULAD: De todos los clásicos de la exploración polar (Amundsen, Nansen, Scott, Shackleton, Peary…), ¿cuál (y por qué) es vuestro favorito en lo literario y en lo sentimental?

INTERFOLIO: Está muy repartida esta respuesta. Para mí es Freuchen. Freuchen, además de ser un explorador de las tierras polares es un explorador del alma humana, de su alma, explorador de sí mismo y también explorador de las almas humanas que iba encontrando. De hecho, él se casó con una inuit, es una especie de explorador total, no explora los límites de la resistencia física, nunca pensó en la exploración deportiva como a lo mejor se piensa un poco ahora. Cuando Freuchen exploró Groenlandia junto con Rasmussen, montaron una tienda en la que vendían utensilios y herramientas a los inuit para que los balleneros estadounidenses no les engañaran. Se casó con Navarana, el conocimiento que él nos transmite de los inuit es desde dentro, muy personal, y no como el que nos transmitiría un antropólogo, por eso me gusta mucho. 

Pero a mi socia le gusta Nansen, tanto desde el punto de vista literario como emocional, es un explorador completo tanto a nivel humano como a nivel deportivo y nivel científico. Un personaje que va mucho más allá de la simple exploración, su interés por los refugiados, por las otras etnias, su mente filosófica… además escribe muy bien y es curioso porque es el único explorador que murió mayor y en su cama.

ULAD: Vinculado a los clásicos, ¿cómo funciona el tema de los derechos de estos textos? ¿Con quién os tenéis que pelear para conseguirlos?

INTERFOLIO:  Los derechos de los clásicos depende si son de dominio público, en principio no hay problema en cuanto al autor, hay veces que las traducciones también son de dominio público y entonces tampoco hay problema si tienen más de determinados años y cumplen las condiciones de la ley de propiedad intelectual a nivel internacional, la regida por el convenio de Berna. 

Hay algunos países, como Argentina y creo que también Portugal, en los que los derechos de autor son vitalicios, y en esos casos hay que tratarlo directamente con la nación. La norma es que las obras, 70 años después del fallecimiento del autor, son de dominio público salvo en algunos países que pasan a ser de propiedad nacional, hay otros casos, como el caso francés, que también hace excepciones sobre el convenio de Berna por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Hay autores que murieron durante una de las dos guerras con 25 años que Francia considera que habrían muerto mucho después, con lo cual limitar sus derechos a 70 años después del fallecimiento sería un poco injusto, es el caso de Saint Exupery, sus derechos a efectos del convenio de Berna habrían caducado ya, sin embargo en Francia todavía está sujetos a derechos porque se le dan unos años más a sus herederos.

El tema de derechos es un asunto muy interesante a nivel de derecho internacional y de propiedad intelectual.

ULAD: ¿Hay algún texto con el que os hayáis quedado con las ganas de publicar?

INTERFOLIO:  Hay muchos que nos hemos quedado con ganas de publicar porque no tenemos dinero, las traducciones muy caras. Tenemos una carpeta bastante grande que se llama “publicaciones posibles” en la que se van acumulando y acumulando cosas y al final no puedes ir sacándolas. Si te refieres a libros que nos hubiera gustado publicar y que no hemos publicado porque ya los ha publicado otro u otros sí que hay alguno, pero que lo tengamos en esa carpeta, ninguno. Nos hubiera gustado publicar en la época “L’usage du monde” de Nicolas Bouvier

ULAD: Si tuvierais que elegir un libro de vuestro catálogo, ¿con cuál os quedaríais?

INTERFOLIO: Yo me quedaré con “Los viajes de Júpiter” por varias cosas. Fue el primer libro que publicamos y por su culpa empezó esta aventura de Interfolio, además hemos ganado un amigo que es el propio Ted Simon, hubo feeling desde el principio y ya llevamos muchos años siendo amigos; hoy en día incluso somos casi vecinos, cuando estamos en Francia vivimos en un pueblo al lado del otro y “Los Viajes de Júpiter” es uno de los libros de viajes mejor escritos, yo creo. A mi me gusta decir una cosa de “Los viajes de Júpiter” y es que puedes leer un libro con todas las miserias y todas las virtudes del mundo sin tener que leer a Shakespeare.

ULAD: Por último, vuestro catálogo está disponible únicamente en papel. ¿Tenéis idea de que esté disponible en formato ebook? (que conste que yo también soy de la vieja escuela del papel, aun a costa de tener libros por todas partes)

INTERFOLIO: Pues la verdad sinceramente no lo hemos pensado y es por una razón muy sencilla y muy simple: no tenemos mercado. No hemos tenido demanda en estos 14 años que llevamos con la editorial, nadie nos ha pedido un libro nuestro en digital salvo en dos ocasiones muy concretas; la primera fue un chaval mexicano que tenía una muy buena página web de reseñas de libros de viajes y que nos reseñó unos cuantos, la otra persona fue una mujer que estaba dando la vuelta al mundo. Con dos veces que te lo han pedido pues realmente no te lo planteas. 

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