Año de publicación: 1968
Valoración: Bastante recomendable
Si hay que entender la primera referencia de un sello como una declaración de intenciones, las de Lava Editorial parecen claras: optar por autoras marginales (y, hasta cierto punto, marginadas), por textos complejos, por una literatura híbrida, etc. O igual son todo suposiciones mías, vaya usted a saber.
Sea como fuere, el caso es que Los girasoles en invierno es un texto publicado originalmente en 1968, lo que lo sitúa en plena efervescencia del boom, pero que no tuvo apenas repercusión en su momento (además de por lo "curioso" que resulta que el boom fuera exclusivamente masculino) por tratarse, me temo, de una obra excesivamente experimental, compleja y alejada de los escenarios y estilo de la corriente central del "movimiento". Si acaso, su pariente más cercano podría ser la Rayuela de Cortázar, tanto por escenarios como por cierta sombra de la relación Horacio-Maga en la historia de Alejandra y José Luis.
Por el lado del estilo (en el que me extenderé algo más), la narrativa de Albalucía Ángel es fragmentaria como la memoria. En la novela, que vendría a ser la re(de)construcción de la relación entre Alejandra y José Luis así como el proceso de toma de conciencia de la protagonista sobre la incomunicación, la soledad, el amor y su posición en el mundo, se intercalan flujo de conciencia, diálogo, prosa poética, intertexto y narración pura para dar forma a recuerdos, reflexiones, observaciones, ensoñaciones, conversaciones o descripciones con los que se completan los dos procesos. Alejandra espera a José Luis y mientras tanto (y mientras llueve sin parar) mira a su alrededor, recuerda su historia, reflexiona, lee El hombre ilustrado de Bradbury (y esto es clave)... Saltos temporales, piezas de un puzzle ante el que uno se siente desorientado por momentos...
Por el lado de los escenarios, la novela está ambientada en París, Roma, Grecia, etc, y protagonizada por personajes vinculados al mundo del arte. Por tanto, el cosmopolitismo y lo urbano y la relación de su protagonista con ambos ocupa un lugar preferente en la narración, lo que la aleja de ciertos retornos a lo "primitivo" (entiéndase esto en su más amplio sentido) característicos del boom.
Podréis deducir de todo lo anterior que Los girasoles en invierno no es un libro fácil. ¡O al menos para mi, que tuve que empezarlo de nuevo después de terminado el primero de sus cinco capítulos! Hecho esto, no sé si por haber conseguido entrar el mundo de la autora, porque la narración de "normaliza" (hasta cierto punto) o por una suma de las dos anteriores, acompaño a Alejandra en su recorrido vital y llego al final con la sensación de haber leído una muy buena novela por la que bien merece la pena el esfuerzo.
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