sábado, 24 de diciembre de 2022

Colaboración: Pluto, de Aristófanes

Idioma original: griego antiguo
Título original: Πλοῦτος
Traducción: Luis M. Macía Aparicio
Año de publicación: 380 a. C.
Valoración: Recomendable

Está claro, no es la última novedad editorial en salir al mercado, pero es lo bueno de los tiempos modernos: podemos recuperar y acceder a todo aquello que la erosión y los vaivenes de la historia no se han llevado consigo. Quedaría por saber si solo lo bueno es lo que permanece o también hay otros productos literarios de menor calidad que, por la razón que sea, han conseguido superar el paso de los años y llegar a nuestros días.

Y es que no podía estar más avisado: ya desde el prólogo nos avisa el traductor de que no es esta una de las mejores obras de Aristófanes; que sus mejores años han pasado ya y que no hay aquí nada que refleje la brillantez del genio de antaño. Opinión esta secundada por la mayoría de la crítica, por lo que he podido leer rápidamente en diagonal en diversos volúmenes sobre literatura griega. Al parecer es un punto común entre distintos especialistas.

Bueno, pues, ¿quién soy yo para rebatir algo como esto? Ni muchísimo menos lo pretendo, pero déjenme al menos admitir que a mí me ha gustado; reconozco que me ha dolido en el amor propio que chistes que me han hecho reír a día de hoy ya habían sido calificados en su momento como antiguos (hace más de 2000 años...), pero bueno, qué se le va a hacer. Cada uno es como es y tiene los gustos que tiene. Y entre los míos encaja sin duda esta divertídisima obra de teatro, moralizante y con mensaje, pero el cual aún no tengo claro. 

Desde luego, alguien a quién se consideraría una persona buena y honesta en estos días (¿existe?) no es la misma que en aquella época, en aquellos parajes. Hay unas diferencias muy claras entre ambas mentalidades y eso nos lleva a dudar en ocasiones de si uno es “bueno” o “malo”, de si un acto es egoísta y debe ser castigado o si simplemente ese comportamiento es algo natural y que debe ser visto con normalidad; han pasado muchos años desde la época de Aristófanes y muchas cosas han cambiado. Personalmente soy de los que piensan que no se debe juzgar el pasado con los ojos del presente y que para entenderlo mejor se debe contextualizar, pero ese es un debate demasiado grande y abierto como para plantearlo aquí.

Sin embargo, hay cosas que nunca cambiarán y que nos demuestran que seguimos siendo los mismos de siempre: El argumento consiste, brevemente, en un hombre que va a a pedir guía en un templo para saber cómo le podría ir bien a su hijo en la vida: siguiendo un camino recto y honesto o comportándose como un sinvergüenza sin escrúpulos, que es lo que ha visto, revisto y comprobado el bueno de Crémilo (que es así como se llama nuestro hombre) a lo largo de toda su vida. Diversas personificaciones de dioses, entidades mitológicas y demás personajes salen a la palestra para, entre otras cosas, darnos una explicación sorprendentemente moderna sobre la inflación (¡!), con un final un tanto abrupto y que deja algunos cabos sueltos.

A pesar de todo, como he dicho antes, me ha gustado y he disfrutado mucho leyéndola. Como obra de teatro se lee en dos patadas y el lenguaje moderno/actual por parte del traductor (tío, chavala, jodidos...) la hace muy ligera y fácilmente comprensible; desde luego, si esta es de las peores obras de Aristófanes, sin duda voy a intentar hacerme con el resto de su catálogo y poder juzgar por mí mismo.

Recomiendo, eso sí, una buena edición con apuntes y notas aclaratorias que nos guíen por aquellos comentarios y referencias más confusas de los antiguos griegos, o correremos el riesgo de enterarnos de la mitad.

Firmado: EPS


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