martes, 22 de octubre de 2019

Aristófanes: Lisístrata

Idioma original: griego antiguo
Título original: Λυσιστράτη
Año de publicación (representación): 411 a.C.
Traducción: Luis M. Macía Aparicio
Valoración: recomendable y divertido

En el año 411 a. C. atenienses y espartanos, junto a sus aliados respectivos, llevaban ya dos décadas zurrándose la badana en la Guerra del Peloponeso, con un resultado, en ese momento, más bien desfavorable a Atenas. Pero en esta ciudad una mujer llamada Lisístrata -en griego, "la que disuelve el ejército"- decide justamente eso, parar la guerra y disolver los ejércitos; para ello convoca a otras mujeres de Atenas y de toda Grecia, para proponerles una forma. llevar a cabo una huelga "de piernas cruzadas"... es decir, nada de sexo hasta que sus maridos sean razonables y lleguen a un acuerdo de paz. Entretanto, además, las atenienses toman la Acrópolis -y, lo que es más importante, el tesoro de Atenea, que sirve para sufragar la guerra-, que es donde se desarrolla la obra.

No quiero desvelar si la treta da resultado o no, pero sí diré que en aquella época, según se da a entender, los griegos iban más salidos que el pico de una tabla de surf (sería cosa de la alimentación orgánica y el aire puro de por entonces) y ni siquiera el recurso a la sana camaradería masculina, que ha hecho célebre a aquellos aguerridos helenos, resultaba suficiente para resistir el embate del deseo hacia sus mujeres. Unas mujeres que, según las retrata Aristófanes, eran a su vez tan libidinosas y débiles de voluntad para soportar las tentaciones de la carne como sus hombres o incluso más (sorprende un poco esta imagen que se da del género femenino, anterior a que la cultura judeocristiana impusiera un modelo más recatado, e incluso pacato); el caso es que a Lisístrata le cuesta lo suyo mantener a sus compañeras dentro de este celibato estratégico, situación, por cierto, que emplea el autor de la obra para conseguir momentos de gran comicidad. Porque, claro, aunque tenga de transfondo la guerra y, en concreto, lances de ésta que no habían sido favorables a las tropas atenienses, ésta no deja de ser una comedia que rebosa humor; un humor, eso sí, más bien procaz y no demasiado fino; muy "mediterráneo", si se quiere decirlo así, pero que hace 2500 años y aun hoy, seguro que hizo partirse de risa al respetable. Todavía más entonces, ya que ellos sí que entendían a la perfección multitud de alusiones y matices que nosotros hemos de conocer leyendo las notas a pie de página. No obstante, ya digo que sigue siendo divertida.

Otra cosa es dilucidar sobre el supuesto "protofeminismo" de esta obra. La verdad, no creo que fuera ésa la intención de Aristófanes, habida cuenta las poco halagüeñas que les dedica a las féminas: "¿Y qué podrían hacer de sensato o glorioso las mujeres, que nos quedamos sentadas llenas de colorete, con nuestros vestidos de color azafrán, las largas cimbéricas que nos llegan hasta los pies y los zapatitos elegantes?"; "¡Ay, cómo es de calentón el género femenino! Con justicia suministramos temas para tragedias, porque siempre le estamos dando vueltas a los mismo." Pero, en fin, tengamos en cuenta  que hablamos de la Grecia del siglo V a. C., una época y un lugar más machistas que un disco de Bertín Osborne versioneando canciones de el Fary (parece ser, además, que en la Atenas democrática la situación de las mujeres era aún peor que en otros lugares de la antigua Grecia). Ahora bien, por otro lado, no sólo se presenta a Lisístrata como una mujer más inteligente que los hombres, sino que las mujeres en conjunto aparecen como un sujeto político activo, algo que, por más que se tratase de una comedia, no podía dejar de chocar en aquella sociedad donde no tenían ningún derecho. La obra, además, es un claro antecedente de otra del mismo autor con un carácter aún más político, que es La Asamblea de las Mujeres. Aunque el traductor de esta edición de Lisístrata y prologuista de la misma (y profesor de la UAM) la sitúa más bien dentro de las comedias "utópicas", ya que plantea una situación inimaginable para aquella época -no ya el éxito de una "huelga de sexo", sino que se tuviera en cuenta de alguna forma la opinión de la mitad femenina de la sociedad-, y precisamente en ese carácter utópico reside -o residía entonces- buena parte de la comicidad de la obra. Lo que no significa, claro está, que hoy debamos pensar lo mismo que hace 2500 años... aunque hay a quien le gustaría, por desgracia.



10 comentarios:

beatrizrodriguezsoto dijo...

Juan G.B.: Acabo de ver tu reseña, tan simpática como siempre, elogiando la obra. Y los antiguos griegos, son mis autores preferidos, tanto en literatura como en pensamiento como en arte como sociedad, como todo. Pero esta tarde no puedo dedicarme a leer. Espero leerla mañana y entrar a hacerte un comentario.
Creo recordar que tú reseñaste La Odisea en cómic. Espero que un día reseñes la obra normal, escrita, porque es una preciosidad.
Hasta mañana. Saludos.

Juan G. B. dijo...

Hola, Beatriz.
Ante todo, muchas gracias de calificar de "simpáticas" a mis reseñas, me hace ilusión, habida cuenta que los adjetivos que les suelen reservar mis compañeros son mucho menos halagüeños (de hecho, sólome dejan reseñar de vez en cuando a base de sobornos).
Por lo demás, recordar que la reseña de la Odisea era en enrelidad de Iliada & Odisea... en un solo manga de unas 200 páginas ¡Ahí es nada! Estaría bien rseñar la obra original, sí, tal vez algún día si los dioses del Olimpo me lo permiten.
Espero que te guste la reseña cuando la leas, pero gracias, en cualquier caso.

Gabriel Diz dijo...

Hola Juan:

Toda una revelación esta reseña. La obra estaba completamente fuera de mi radar. Gracias por traer a ULAD libros singulares.

Saludos

Juan G. B. dijo...

Gracias a ti por leernos, Gabriel. Un saludo.

Lupita dijo...

Hola, Juan:
Pues coincido contigo con todo en la reseña.He leído esta obra y la he visto representada; verla en un escenario es mearse de la risa, ya que los hombres iban al estilo de Catulo:”atravesando túnica y manto”

Sobre la lubricidad de las mujeres, hay ejemplos en la literatura de hace siglos. Por ejemplo, en El decamerón aparecen mujeres que disfrutan y mucho de los placeres carnales (yo destacaría “Alibech o la falsa conversa”)

Saludos y enhorabuena por tu simpatía y donosura.

Juan G. B. dijo...

Hola, Lupita:
Ante todo, gracias por lo de simpatía y donosura (aunque he de aclarar que la foto que acompaña mis comentarios no es mía, sino que la saqué de GettyImages). Sobre la lubricidad del género femenino, no dudo de que exista, al menos en la modesta medida en que he podido ser testigo y hasta copartícipe de ella. Ahora bien, a lo que me refiero es que en la obra se presenta a las mujeres como seres libidinosos e incluso disipados, de uan manera que choca con la imagen que se suele ofrecer de ellas o vosotras, mejor dicho, y no sólo desde el heteropatriarcado imperante, sino también, me parece, desde ciertas corrientes feministas más "putritanas"... aunque igual mejor no me meto en este jardín ; )
Un saludo y gracias por tu comentario, como siempre.

beatrizrodriguezsoto dijo...

Hola, Juán, estoy segura de que la foto es tuya y eres así de guapo.
Lei Lisístrata y me reí porque es divertida y descarada, original y atrevida. El vocabulario grosero pero claro como el agua. Lo que me sorprende es la libertad de expresión que tenían los griegos. Hoy, si eso lo contara un rapero estaría en la cárcel y el autor perseguido por Hazte oir, Vox, elPP, la curia y diversas asociaciones y algunas si y otras no feministas.
Yo he leído otra huelga sexual ( a lo mejor era la misma) en Jasón y los Argonautas. Y las Amazonas también se rebelaron contra los hombres y si tenían hijos era porque querían y con el varón que ellas eligieran. Sin duda eran adelantadas y listas las griegas. Pero a mí quien me fascina son los hombres griegos: cada día, debate en los foros y palestras, gimnasia, juegos, termas y natación. En cada calle talleres de escultura y pintura. Y multitud de filósofos exponiendo sus ideas püblicamente ( a la escuela de Pitágoras podían ir mujeres).. Y por la noche burdel con las hetairas, una putas cultísimas que discutían de filosofía y política.Sócrates tardaba una semana en volver a casa.
Los comediógrafos no me gustan demasiado y aunque más, tampoco los dramaturgos. No me gustan los coros aunque en principo ellos explicaban la acción cuando aún la obra no era dialogada.
Si no lo has leído te recomiendo Vida de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio. Está hecho de anécdotas divertidísimas de los sabios griegos. Al leerlo yo me enamoré apasionadamente de Pitágoras y de Diógenes el Cínico. También te recomiendo Historia de los griegos, de Indro Montanelli.
Discúlpame la perorata pero es mi pasión. Fíjate que me compré una lira para sentirme más compenetrada. Pero no sé tocar ni conozco siquiera las notas. Improviso, como Nerón.
Un cordial saludo

Carlos Andia dijo...

Sí, Beatriz, cómo cultivaban estos griegos el alma y el cuerpo, incluidos los placeres. Había tiempo para todo, es lo que tiene contar con esclavos para que curren. Pero bueno, visto como lo planteas sí que da cierta envidia, sí.

Ya te me imagino, escribiendo tus siempre atinados comentarios para ULAD mientras intentas sacarle algún sonido a la lira. Juas!

Saludos.

beatrizrodriguezsoto dijo...

Pero nuestra sociedad actual está llena de esclavos, Carlos Andia!.Todos somos esclavos para comer. Y los pocos que no lo son para comer lo son para otras cosas.
A mi me admiran aquellos griegos dueños de sí mismos buscando la sabiduría. Diógenes, con su farol: Busco un hombre. Sócrates en un mercado: !Cuántas cosas que no necesito! Epicuro: Si tienes sed y tienes agua para qué necesitas otra cosa. Si tienes hambre y tienes pan nada más necesitas.
Disculpa, tú eres un especialista en clásicos.
Lo peor de mi relación con la lira es que cuando me salen tres notas bonitas no puedo repetirlas porque no se siquiera en dóndo he tocado.Pero me siento Orfeo.
Muchos saludos.

Juan G. B. dijo...

¡Caramba, nunca se me habría ourrido que existía un mercado para las liras! Muy interesante, sin duda...
En efecto, Beatriz, en la Antigua Gracia (bueno, y en Roma, seamos justos) ya nos podemos encontrar de todo lo que habrá en siglos venideros. Pir ejemplo, en la época de esta comedia estaba pululando el personaje de Alcibíades, político ateniense de labia fácil, responsable en buena medida de la desastrosa expedición militar a Sicilia y que cambiaba de chaqueta (si los griegos hubieran llevado chaqueta) con más facilidad que se ataba las sandalias... Humm, no sé a quién me recuerda...
No me enrollo más, que es muy temprano. Buenos días y gracias por los comentarios.