domingo, 17 de enero de 2021

Marta Orriols: Dulce introducción al caos

Idioma original: catalán
Título original: Dolça introducció al caos
Traducción: Noemí Sobregués
Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable

Casualidades de la vida o no, en menos de un año he leído dos libros de autoras catalanas que tratan sobre el embarazo no deseado por, al menos, una de las partes. Estoy hablando de Eva Baltasar y su «Boulder», pero también de este libro que nos ocupa de Marta Orriols. Las diferencias entre ambos libros son abismales pues, a pesar del gran talento que tienen ambas autoras, mientras en Boulder se incide en cómo la elección y su consecuencia afecta a la pareja y su vida, Orriols trata sobre cómo la propia toma de decisión influye en la vida de cada uno. Dos enfoques totalmente diferentes, dos estilos radicalmente distintos, aunque podrían ser complementarios.

Cabe decir que leer a Marta Orriols supone constatar que la manera de decir las cosas importa, que sabe buscar la belleza en las palabras, que se nota en su estilo un deseo (casi un ansia) de escribir buscando la perfección. Porque es obvia su intención de encontrar aquellas descripciones sobre los sentimientos que albergamos dentro de nosotros, a las que hábilmente parece encontrar siempre aquellas palabras que los definen. Incluso, en ocasiones, haciéndolo en exceso. Veamos.

A modo de resumen, la autora basa su relato en la pareja formada por Dani y Marta, de treinta y pico años cada uno, de caracteres diferentes y necesidades afectivas casi discrepantes. Su vida, tras más de dos años juntos, experimenta un punto crítico en su relación, pues ella queda embarazada y decide no seguir adelante con el embarazo, interrumpirlo, abortarlo, finiquitarlo. Este hecho (que ocurre en las primeras veinte páginas, por lo que no desvelo nada que estropee la lectura) supone un momento crucial en la vida de cada uno y también en la propia como pareja, pues estos momentos críticos, decisivos y definitivos, cada uno los experimenta desde su propio ser, situando las necesidades personales por encima del conjunto. Y, siendo así, es inevitable que en momentos de decisiones irreversibles cada uno actúe como sepa, o como pueda o como el cuerpo le pida. Incluso a costa del otro, o de uno mismo.

Y, en esa relación en la que se encuentran Dani y Marta, en un continuo y suspendido estado de embriaguez emocional, con sus imperceptibles defectos y fricciones que sirven únicamente para constatar que sus sentimientos son reales, que existen, en un momento de placentera relación propia de quien se encuentra en un perpetuo estado de solidez sentimental, ¿qué ocurre cuando se produce un embarazo no buscado? ¿Cómo afecta a los dos miembros de la pareja por separado y cómo lo hace como pareja? Y, es más, ¿qué ocurre si ella tiene claro que no quiere seguir con el embarazo y lo asume y decide sin intención ni margen de debatirlo o, tan siquiera, de tantear puntos de vista u opciones? ¿Qué ocurre cuando la decisión deja al otro al margen de la propia pareja, desplazando el centro hacia un lugar al que no puede acceder, cuando la decisión afecta a la pareja, pero también a uno mismo, al tener que responder a la ineludible cuestión de si ha llegado el momento de «agarrarse a un proyecto de por vida y dejar atrás el simulacro de vida feliz donde nada es definitivo ni comprometedor» porque aquello «que de verdad da miedo es dejar de ser quienes son para volcarse en otro, llenar la vida de miedo que ahora no tienen, iniciar algo conjunto y para siempre»? Este es el argumento sobre el cual gira esta novela de Marta Orriols, donde la acción transcurre en unos pocos días, en un breve lapso de tiempo que incidirá en una vida entera.

Estilísticamente, uno reconoce enseguida la calidad literaria de Orriols, de trazo preciso, claro, poético, detallado y detallista. Es evidente que escribe bien, domina el lenguaje y lo adorna de palabras que envuelven los sentimientos haciéndolos reconocibles y hasta cierto punto deseables, con frases de poética musicalidad y precisa estructura buscando siempre alcanzar los sentimientos del lector. Sin embargo, detecto en este libro (o, mejor dicho, en su primera mitad) un defecto importante, no por carencia, sino al contrario, por exceso; una desmesura en la búsqueda de la perfección. Da la sensación de que cada frase tiene que ser arrebatadoramente perfecta, bella y precisa, como si su escritura sufriera un síndrome de Stendhal donde el propio relato pierde fuerza y se desvanece ante tanta belleza, porque el dominio del lenguaje de Orriols es tan acaparador que puede empalagar por exceso si no se contiene; como un artista descomedidamente exquisito que necesita plasmar de manera perfecta cada trazo, ignorando que en la imperfección y en los vacíos también puede haber belleza, en esos huecos que dejan respirar al lector y le sorprenden por contraste.

El relato gira demasiado en torno al sentimiento de sorpresa y al impacto por la noticia, y sitúa a Dani en un intento y voluntad de poder volver a la situación anterior a que ella comunicara la noticia. Pero lo que sorprende es que la voluntad de él está en seguir adelante, pero no se exponen sus motivos. Y eso hace que difícilmente conectemos con un personaje que, aunque descolocado, necesitamos que sea a la vez creíble. Porque en ocasiones da la sensación que el elemento disruptivo de la noticia del embarazo hubiera funcionado prácticamente igual si la noticia fuera acerca de una enfermedad terminal o una infidelidad; la revisión de una vida y una relación, las dudas sobre la pareja y su durabilidad. Así, habla más de la pérdida de libertades y añoranza a la juventud que de la ilusión hacia el nuevo futuro, aunque sepa que la decisión de interrumpirlo está ya tomada. Da la sensación que Orriols se sirve de esa premisa para hablar sobre anécdotas del pasado y episodios puntuales sobre la juventud, las relaciones sentimentales, la pareja, el trabajo, la rutina, el deseo... así como nutrir el relato de reflexiones de Dani acerca del sindicato de guionistas o los problemas de la industria televisiva, los problemas de la generación próxima a los treinta años, la juventud añorada, el trabajo o la rutina que en ocasiones tienden al cliché. No es fluida su imbricación con el punto de partida, no transiciona de manera natural la crítica con la historia contada ni tampoco ayuda la aparición de personajes secundarios insuficientemente definidos y que aportan poco a la historia. Además, y es otra percepción personal, estructurar el relato en grandes bloques correspondientes a los personajes hace que las dos partes del libro sean desequilibradas.

Afortunadamente, estos defectos se diluyen y desaparecen pasada la mitad del relato, donde la parte de Marta pasa al primer plano y corrige con creces esas sensaciones anteriores; aquí sí hay conexión, hay belleza, pero no desmesura, hay definición y facilidad en empatizar. Hay dudas definidas y reales, hay incertidumbres fundadas, pero no por un pasado determinado sino porque es la condición humana ante la duda de si tomar una decisión u otra temiendo que ninguna de las dos sea la correcta; porque puede que no sea el momento, pero puede que nunca lo sea. Porque ella tiene «la seguridad de que la suciedad la genera ella tome la decisión que tome». Porque siempre hay motivos para posponerlo, hasta que el siempre deja de ser una posibilidad remota. 

Es en ese tramo final del libro, a partir de la visión de Marta y del desenlace de la historia, donde Orriols muestra todo su potencial, donde despliega el tapiz del relato allí donde se siente cómoda: en las emociones, en los sentimientos, en los vacíos existentes y las verdades a medio decir. Es en esos espacios de pequeños silencios y grandes verdades calladas, donde se percibe más confortable con el relato y deslumbra con altas dosis de veracidad y realismo, de silencios antiguos y emociones contenidas. Orriols es buena en esto, pues más que en construir pasados o ambientes, sublima la narración cuando habla de lo que sienten sus personajes, que todos somos un poco ellos, que por eso retratan unas vidas que, más próximas o lejanas en apariencia, contienen algo de nosotros dentro de ellas. 

Pero que los defectos expuestos no lleven a engaño, pues el libro bien vale la lectura; en ese estilo bello, precioso, pero a la vez hiriente en algunos casos, encontramos auténticas joyas que la autora nos sirve para constatar su talento al definir emociones, como cuando describe los inicios de una pareja, ese momento en que «festivos, empezaban a idear un mundo en común y aún no podían preverse los gestos» o con Dani, que a sus treinta años, «se sabe instalado en una libertad volátil, en parte impuesta por un sistema que facilita una especie de resistencia a la inmadurez» o constatando, en otra de las grandes verdades que contiene el libro, que «la amistad es un espejo perfecto» en el que buscar el reflejo de quién somos. También la revisión de una vida y la reflexión sobre el futuro incierto que asoma, cuestionándose «qué tiene más valor, lo que ha vivido o lo que se pensaba que viviría». 

Por todo ello, un libro recomendable a pesar de su irregularidad porque leer a Orriols siempre es una decisión acertada, es como recobrar la sensación de sentirse comprendido por un autor, de poner las palabras adecuadas para describir emociones que tienen sus personajes, pero que podría tener el propio lector. Sorprende la decisión de Orriols en centrar la vista principalmente en Dani cuando lo fácil hubiera sido hacerlo sobre Marta. Y no únicamente fácil, sino también provechoso, porque es en Marta donde parece que la autora se siente más a gusto, donde aparta clichés y sensaciones ya vistas, donde se vuelca irremediablemente y deposita todo su talento en esbozar los distintos pliegues anímicos por donde se esconde cada uno de nuestros miedos e inseguridades. 

También de Marta Orriols en ULAD: Aprender a hablar con las plantas

15 comentarios:

Angel Fernandez dijo...

Felicidades Marc por tu bien argumentaba reseña. Únicamente comentar que el exceso de perfección en la prosa puede distanciar al lector. A mi me ocurrió con "La passió segons Renée Vivien" de M.M. Marçal. En el libro se notaba en demasía la procedencia poética de la autora - de hecho fue su única novela.
En cambio Eva Baltasar - a la que tú aludes- poeta antes que novelista, ha sabido dotar a sus dos libros de un lenguaje que se acopla perfectamente con lo narrado y ello sin rebajar un la gran calidad de su prosa.
Un saludo.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias , Angel.
Coincido en lo que comentas acerca del exceso de perfección y, ciertamente, Eva Baltasar a pesar de proceder del mundo de la poesía (como también Erri De Luca o Roc Casagran, entre muchos otros) sabe equilibrar perfectamente el lenguaje y el tono poético en sus frases.
Saludos y gracias por el comentario.
Marc

Lupita dijo...

Otro libro que reseñas y quiero leer. ¡Para ya!..jaja

A mí me gusta la prosa poética muchísimo (a veces creo que me gusta todo) y, no obstante, uno de mis libros favoritos es "La lluvia amarilla", de Julio Llamazares, que a algunos conocidos les resulta insufrible. Por eso mismo, y por el tema me apetece hincarle el ojo.
Ya te diré qué me pareció.. pero en diferido.

Saludos

Marc Peig dijo...

Hola, Lupita, veo que últimamente coincidimos mucho. Buena señal (para mí, claro).
A mí también me encanta la prosa poética, valoro muchísimo la delicadeza en la elección de cada una de las palabras, solo que prefiero que se dosifique a lo largo de la narración, que se acomode a lo narrado, sin forzar demasiado su encaje. De ahí mi crítica a un libro (o especialmente a su primera mitad) que, por muchos motivos, vale la pena leer.
Si encuentras el momento para leerlo, espero saber si coincidimos, no únicamente en intereses, sino también en valoraciones.
Saludos
Marc

José L. Solé dijo...

No lo he leído todavía, pero a vueltas con lo de 'una desmesura en la búsqueda de la perfección' creo que das una clave importante sobre lo que promete esta lectura, por ejemplo me gustó mucho "Boulder" de Eva Baltasar (también "Permagel") por saber encontrar el justo equilibrio entre la belleza de su prosa y el encaje en la estructura de la obra en su conjunto.
Los otros dos libros de Marta Orriols ("Anatomía de las distancias cortas" y "Aprender a hablar con las plantas") me parecen bastante recomendables por si alguien se anima a descubrirla desde el principio.
Otra cosa, no cabe ninguna duda de que la autora sabe titular sus libros, sumados a esta última "Dulce introducción al caos", los tres me parecen títulos realmente preciosos, sugerentes, muy potentes y llamativos para, creo yo, el tipo de lector al que acabarán llegando.

Buena reseña. Salut, Marc.

Unknown dijo...

Hola, unlibroaldia, les quiere decir que me gustan mucho sus reseñas. Respecto al tema del libro reseñado, aunque no comulgue con ello debido a mis creencias, me interesa mucho saber como piensa el polo opuesto a mis ideas. Respeto mucho la decisión de los demás y sé que todos pasamos por vicisitudes y vivencias diferentes que nos llevan a tomar cierto tipo de decisiones. Os quiero hacer una pregunta si tienen el tiempo y el deseo de responder ¿Que opinan del aborto legal? Resulta que conozco un caso de un chico de 14 años que fue violado por su canguro mujer, ella quedó a resultas embarazada y no quiso abortar, pese a la insistencia de la familia del niño, para luego de dar a luz y entregárselo a la familia del chico, ya que tenía que cumplir una condena. Cuando cumple su pena se lleva al niño y demanda al jóven padre con una pensión alimenticia. El aborto legal es una figura muy debatida en la actualidad pero no hay ningún país que lo haya apribado. Creo que si la mujer tiene derecho a decidir ser madre y nadie la puede obligar también pienso lo mismo para los que no quieren ser padre. Dios les bendiga y saludos desde Panamá.

Marc Peig dijo...

Hola, José Luis.
Coincido contigo en que Eva Baltasar sabe encajar a la perfección la escritura de frases preciosas con el relato que está contando a través de sus personajes. Acerca del la obra novela de Marta Orriols ("Aprender a hablar con las plantas") también para mí es recomendable, de hecho la valoré con un muy recomendable, lo que la sitúa por encima de la obra aquí reseñada.
Y sí, los títulos son muy buenos, por originales, llamativos y como carta de presentación del estilo preciso y buscado de la autora. De hecho, a modo de anécdota y para corroborar lo que indico, este título en concreto pertenece al grupo musical Extremoduro y a la autora le pareció tan precioso y adecuado a la historia que les pidió el derecho para titular con él este libro. Y me parece un acierto.
Salut! I gràcies pel comentari.
Marc

Marc Peig dijo...

Hola, anónimo.
Gracias por leernos y por tus palabras acerca de las reseñas.
Acerca del tema del aborto legal, si me permites y como somos un blog formado por diferentes miembros e intentamos no desviarnos en exceso del propósito del blog literario, preferiré no contestar a tu pregunta, pues creo que abriríamos un debate que se aleja del tema del libro que no es si se debe o no permitir el aborto, sinó como afecta a cada uno la toma de esa decisión.
Saludos, y gracias por tu comentario.
Marc

Unknown dijo...

Soy el anónimo anterior, me llamo Uriel. Discúlpenme. Se me olvidó mencionar mi nombre. Descuida, Marc Peig, agradezco tu sinceridad, aunque a lo que me refería no era al aborto en general si no al aborto financiero o también conocido como "aborto masculino", lo que me parece una tontería esta denominación.

Gerónimo dijo...

Hola,

Me uno a las felicitaciones sobre la reseña. Las preguntas que haces son muy interesantes. Te entran ganas de leer la novela para encontrar las respuestas. No conocía a esta autora, gracias también por descubrirmela (y por recordarme a Eva Baltasar, que la sigo teniendo pendiente)
Me ha sorprendido un poco lo de que el origen como poeta de la autora puede llevar a un lenguaje demasiado perfeccionista. Al no conocerla no puedo opinar directamente.
En general, cuando he leído novelas de poetas (pienso en Alejandro Zambra o Pedro Juan Gutiérrez) me ha gustado especialmente su "economía de palabras" la sensación que como menos mejor.

Saludos

Marc Peig dijo...

Hola, Gerónimo.
Muchas gracias por los elogios a la reseña. El libro es interesante, por lo que te ánimo a leerlo.
Acerca del origen de la autora, en este caso Marta Orriols no viene de la poesía, como sí lo hace Baltasar. Es probable que por los comentarios se pueda llegar a esa interpretación, pero no sería el caso. Y justo puede que sea por eso que que no “economice” el lenguaje como sí hacen otros.
Saludos, y si te animas a leer el libro espero que compartas con nosotros tu valoración. ¡A ver si coincidimos!
Marc

Gerónimo dijo...

Pues sí Marc, había presupuesto que Marta Orriols escribía también poesía. Gracias por aclaración.
Lo leo y miro de compartir opinión.

Saludos

Anónimo dijo...

Es muy gracioso que el título de la obra reseñada esté en un idioma en que la gran mayoría no podemos leer la citada obra..Esperaremos a que la traduzcan

Marc Peig dijo...

hola, Anónimo.
De hecho, la obra sí está también en castellano, publicada por Lumen. De ahí que conste en el inicio de la reseña el nombre de la traductora.
Saludos
Marc

Toni Cuadrado dijo...

Zas en toda la boca! Muy gracioso.