domingo, 31 de enero de 2021

Semana del ensayo #7: Regreso a Reims, de Didier Eribon

Idioma original: francés 

Título original: Retour a Reims

Año de publicación: 2009

Valoración: Recomendable

 

El ensayo biográfico permite abordar cuestiones de interés con todas la licencias propias de este género literario (desorganización, proporción desigual de los temas tratados, opiniones personales en lugar de realidades científicas, divagaciones sin límite etc.), y el aspecto narrativo le proporciona un plus de amenidad. Demasiada para mi gusto en este caso, y es que el contenido autobiográfico me parece excesivamente extenso, incluso reiterativo, en detrimento de la parte teórica. Pero esta es mi opinión, solamente.

Autor de una obra extensa y variada, Didier Eribon  ha escrito varios tratados en los que –siguiendo la estela de Genet y (su biografiado) Foucault– plantea el largo y arduo proceso de la salida del armario. Aquí trata de la suya propia y del concepto en sí con todas sus implicaciones. El camino fue largo para alguien nacido en 1953, primero lo mantuvo en secreto, pero poco a poco tuvo que resignarse a la perspicacia de su entorno y con el tiempo acabó reuniendo un amplio corpus teórico en el que analiza la homosexualidad desde diversas perspectivas. No solo había superado la fase de ocultación, supo además convertir su realidad personal en asunto de investigación y reflexión, eso le proporcionó el respeto personal, un prestigio profesional indiscutible... y un día falleció su padre. Entonces fue consciente de que el secreto, alimentado por la vergüenza, no era solo su orientación sexual, que su origen social seguía a salvo de todas las miradas pues durante toda su vida había ocultado su pasado, y cuando las preguntas le parecían demasiado indiscretas, se veía obligado a mentir. (“Formulémoslo de la siguiente manera: me fue más fácil escribir sobre la vergüenza sexual que sobre la violencia social”).

Esa procedencia, que describe con todo detalle, era de hecho tan humilde que él mismo considera milagroso su ascenso en la escala social. Tras el fallecimiento del padre –del que le separaba un abismo cultural e ideológico, incluso de talante, que los mantuvo alejados durante años– no había razón para dejar de visitar el hogar, que ya no estaba en el Reims de su infancia pero que, al margen de traslados, conservaba la esencia del lugar dónde se crió. Su visita permitió una comunicación madre-hijo insólita hasta entonces, que lo devolvía a sus auténticos orígenes y le abría las puertas a esa zona de su conciencia de la que se había desvinculado hasta el momento. De esa especie de catarsis, e inspirado por los autoanálisis llevados a cabo por Annie Ernaux y su amigo Pierre Bourdeau (del que, opina, se quedó corto), surgió Regreso a Reims. Una obra cuya sinceridad incomoda a veces, que no elude la autocrítica más cruda y que, gracias a su faceta ensayística, va más allá de la confesión personal. Examina los férreos  mecanismos de reproducción del determinismo social e indaga sobre la movilidad de clase (transfuguismo) y los efectos que produce, tanto en la unidad familiar como en aquel que ha cambiado de rango.

Según dice, y demuestra, la conciencia de pertenecer a una clase no es tan habitual como podría parecer. En un extremo situaríamos al entorno de su infancia (padres, vecinos etc.) que votaron siempre al Partido Comunista y, en un momento dado, se sintieron traicionados por la izquierda y seducidos por el discurso de Marine Le Pen, o bien, analiza el frecuente rechazo a la instrucción de esas clases populares por considerarla ocio improductivo, así como la creencia de que el abandono escolar es una elección libre. En el otro, a un estudioso como Raymond Aaron que, desde su posición, consideraba las clases sociales como una realidad de otra época. Eribon opina que esas son las palabras de un privilegiado y que solo los burgueses pueden permitirse ignorar la pertenencia de clase. La combinación de ambas posturas reproduce el determinismo social (“Es como si la línea que divide ambos mundos sociales fuera impermeable casi por completo”). Pero si hasta el teórico de lo social reniega de su origen, no parece que vaya a cambiar nada. (“En lo político, estaba con los obreros, pero odiaba tener raíces en su mundo. Probablemente, ponerme del lado del “pueblo” me habría provocado muchos menos tormentos internos y crisis morales si el pueblo no hubiera sido mi familia.”). Aunque, realmente, son las estructuras sociales quienes condicionan ese inmovilismo, en particular, el sistema educativo, que Eribon considera una auténtica trampa, la forma más efectiva de perpetuar la desigualdad. Incluso él se engañó en cierto modo pues, al carecer de la información propia de las élites, siguió un itinerario carente de prestigio que ha condicionado su carrera.

Como pueden suponer, toda su trayectoria supone un largo y costoso proceso de construcción personal cuyo resultado consiste en aceptar y conciliar sus diversas identidades.

“¿No nos compete a nosotros construir discursos y teorías que permitan que nunca descuidemos tal o cual aspecto, que nunca dejemos fuera del campo de la percepción o fuera del campo de acción ningún ámbito de opresión, ningún registro de dominación, ningún señalamiento de inferioridad, ninguna vergüenza asociada a la interpelación injuriosa?”.


Traducción: Georgina Fraser 

4 comentarios:

Cities: Moving dijo...

Gracias por la pista, tomo buena nota. Hace años me leí Una moral de lo minoritario y me encantó el análisis que Eribon hacía de Genet.

m. a. dijo...

Hola:
Me gustan mucho vuestras reseñas, pero echo en falta en la ficha inicial el número de páginas. Sería un dato interesante para algunos libros.

Montuenga dijo...

Después de leer tu reseña apetece leerlo, a ver si encuentro hueco en la lista.

Montuenga dijo...

El motivo es que según la editorial que se maneje o el formato (papel/electrónico) cambia el número de páginas. Los datos que aportamos son del título en sí, pero si son muy voluminosos o lo contrario lo solemos comentar en la reseña.