Mostrando entradas con la etiqueta grupos y corrientes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta grupos y corrientes. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de octubre de 2018

Meg-John Barker & Julia Scheele: Queer. Una historia gráfica

Idioma original: inglés
Título original: Queer. A Graphic History
Año de publicación: 2016
Traducción: Begoña Martínez
Valoración: interesante

Quizás alguno de ustedes, vosotro/as, nosotrxs (lo siento; es difícil utilizar un lenguaje inclusivo tras este libro...) haya oído o leído algo sobre la llamada Teoría Queer, o le suenen términos en boga como heteronormatividad, identidad de género, binarismo, matriz heterosexual, poliamor, performatividad, interseccionalidad, TERF, etc... O tal vez haya sido testigo, en medios de comunicación y redes sociales, de polémicas no siempre comprensibles, de las que desconocemos exactamente su origen o el contexto en el que se generan, pero asistimos a sus derivadas, a veces un tanto absurdas.... Pues bien, si quieren saber algo más sobre la tal Teoría Queer, pero sin dejarse los ojos en sesudos e interminables estudios biopsicosociales (y sí, el palabro existe), este, sin duda, es su libro: un ensayo divulgativo con abundantes ilustraciones que tratan de hacerlo más llevadero aún, sobre las ideas, la Historia y las ramificaciones y desvíos de la teoría -o mejor, teorías- Queer.

Aplaudo desde aquí el ingente esfuerzo que han llevado a cabo las autoras -en especial la psicóloga y académica Meg-John Barker, supongo- pera afrontar tan ardua tarea. Yo, desde luego, reconozco mi incompetencia para  explicar, y menos en el exiguo espacio de una reseña, ideas tan escurridizas y complejas. Pero, en fin, por decir algo y resumiendo mucho (pero mucho), podríamos decir que la Queer es una teoría o conjunto de teorías de ciertas ramas de las Ciencias Sociales que tratan de cuestionar y refutar el concepto esencialista y fijo de las identidades sexuales y de género al uso, que consideran no más que un constructo social dentro del marco heteronormativo y binario (hombre/mujer; hetero/homo..., destinado a perpetuar las relaciones de poder establecidas (dominante/dominado); para ello, la teoría Queer opera desde los márgenes de esa normatividad (que también puede es homonormatividad, binormatividad y hasta kinknormatividad... ejem,  mejor no preguntéis).

Clarinete, ¿no? Bueno, todo esto se explica muchísimo mejor y con más matices en el libro, así como el origen del término -en principio, "raro", "extraño"-, sus antecedentes en los estudios sexológicos -sobre todo, los de Kinsey-, los movimientos homosexuales, algunas ramas del feminismo o las ideas del existencialismo francés y, sobre todo, el postestructuralismo (no menciona, sin embargo, al anarquismo, que a mí me parece uno de sus sustratos teóricos y políticos más evidente). Es justamente Michel Foucault, junto con la filósofa americana Judith Butler, a quienes se considera "padres" de la Teoría Queer, aunque el término fuese utilizado por vez primera por la teórica feminista Teresa De Lauretis.

Le sigue una inacabable lista de estudiosos, activistas y tendencias dentro de la Teoría Queer y, como un detalle que honra a las autoras, un apartado sobre las críticas y tensiones que ha vivido en su no demasiado larga trayectoria  (por ejemplo, desencuentros con el feminismo, o los movimientos bisexuales y trans, así como las acusaciones de elitismo, innacesibilidad o ineficacia...). Por último, también se recogen las nuevas direcciones y tendencias que vive(n) esta(s) teoría(s) y un recordatorio de que lo "queer" es algo que "se hace", no que "se es".

Por mi parte, no me considero aún capaz de decir si estoy o no de acuerdo con esta(s) teoría(s) socio-psico-sexual. Me resulta muy interesante y sugerente y, como cualquier otra idea liberadora e igualitaria (pues de eso se trata, al fin y al cabo), digna de consideración y estudio. Cierto que del libro también se coligen algunas de sus contradicciones y defectos, algo que las autoras han suavizado, pero no han querido o sabido evitar. Por ejemplo:
-Da la sensación de ser más una teoría reactiva que constructiva, mucho más centrada en la oposición a la normatividad establecida que en proporcionar una alternativa viable a esa normatividad.
-Trasluce que se trata más de un debate académico dentro de los estudios sociales, que como mucho puede haber trascendido a ciertos grupos activistas, pero no algo que tenga o vaya atener una incidencia en la vida real de la mayoría de la gente, al menos a corto plazo.
-Por último, la propia naturaleza de estas teorías y su relación con algunos movimientos pro-derechos de diferentes colectivos dejan la idea de que nos encontramos ante la enésima versión del Frente Popular de Judea contra el Frente Judaico Popular. No digo ni sé si esto es así, pero sí lo que deja entrever la lectura de este libro, por más que las autoras hayan tratado de  lograr la mayor positividad y ecuanimidad al respecto.

En cualquier caso, tampoco es ésta una lectura demasiado pesada y al menos, tras ella, podremos utilizar con más propiedad conceptos y términos que, como ya he mencionado, empiezan a ser frecuentes en los medios y redes sociales. ¡Seamos un poquito más abiertos al respecto que un mero académico de la RAE, caramba! Y me refiero a las ideas, no a las palabras...


lunes, 31 de octubre de 2016

Anexo a la semana del libro de culto: Diccionario de literatura para esnobs, de Fabrice Gaignault

Idioma original: francés
Título original: Dictionaire de Littérature à l'usage des snobs
Año de publicación: 2009
Traducción: Wenceslao Carlos Lozano
Valoración: muy recomendable para aspirantes a esnobs

Otra cosa no, pero en este blog somos de lo más esnob para esto de los libros. Por ejemplo, hemos tenido a uno de nuestros galeotes compañeros leyendo día y noche, para poder reseñarlos, todos los volúmenes de En busca del tiempo perdido , sólo por haberlos escrito el santo patrón de los esnobs literarios (quién apunto al respecto que "el esnobismo es una grave enfermedad del alma, pero localizada y que no la echa del todo a perder"). Además, ¿no acabamos de dedicar una semana al libro de culto?; categoría que, si bien no es equivalente a la de la literatura para esnobs, en más de un caso pueden coincidir; ahora bien, que un libro devenga "de culto" es consecuencia de una obsesión genuina, sospecho, ya sea individual o tribal, mientras que el esnobismo literario por definición es más superficial... o mejor dicho, resulta de una voluntad de ser más superficial (según Olivier de Magny: "El esnobismo consiste en un conjunto de prejuicios que un grupo de personas convierte en estrategia para que el resto de los humanos se sienta, eternamente y en todo, carente de elegancia..."), con el objeto de convertirse, siquiera de una forma íntima y hasta secreta, en uno de los elegidos happy-few. En fin, en el prefacio del libro,  Fabrice Gaignault, periodista cultural de una de esas revistas de impronta indudablemente francesa y al que se le supone buen conocedor del tema, se extiende con bastante lucidez al respecto, para concluir que "el esnobismo literario debe tomarse con la máxima ligereza (...). Al fin y al cabo, solo se trata de atribuirse y de inventarse unos códigos un poco más sutiles y refinados que la "lectura de confección" al uso..."

Visto lo cual, lo cierto es que no tiene sentido tratar de engañarnos: en este blog no somos para nada esnobs, como resulta tristemente evidente (¡si hasta hemos reseñado libros de Jorge Javier Vázquez, por el amor bendito!), pero es que este libro en realidad tampoco está destinado a los esnobs, como reza su título completo: Diccionario de literatura para esnobs y (sobre todo) para los que no lo son. Así que tranquilos: en este diccionario , ordenados alfabéticamente, como debe ser, encontramos autores que resultarán prácticamente desconocidos para la mayoría de los aficionados a la lectura, pero también otros muchos que, pese a haber sido adoptados por los esnobs en algún momento, ya han pasado al conocimiento no sé si del gran público, pero sí de los letraheridos o gafapastas de provincias e incluso de pueblo (como un servidor, que conste). me refiero a nombres como los de Von RezzoriRaymond Roussel, Marcel Schwob, Ambrose Bierce o Terry Southern, por no hablar de William BurroughsLovecraftSylvia Plath... Incluso aparecen autores de best-sellers como Harold Robbins o Maurice Dekobra, que sirviera de modelo, según se dice, al personaje de Tintin. En cambio, el único premio Nobel digno de salir en este diccionario es, precisamente, el más desconocido de todos: Winston Churchill (y no sólo por haber recibido ese premio, claro está). Cierto es que la perspectiva del autor del libro es evidentemente francesa, como no podía ser de otra forma y también bastante americano-anglófila, siendo el resto de literaturas del mundo prácticamente olvidadas; como representación en lengua hispana, menciona sólo, aunque ya es bastante, al internacional Max Aub, a la cada vez más reivindicada Silvina Ocampo y a José Carlos Llop, autor que explica su sorprendente inclusión en uno de los prólogos.

Lo interesante de este peculiar diccionario, además, es que no se limita a un mero prontuario de autores poco -o nada- conocidos por la mayoría de los lectores; aparecen también otros artistas (como Andy Warhol o el elegante ilustrador Berdsley), editores y editoriales, célebres revistas literarias (Granta, McSweeney's, Tel Quel), lugares con algún tipo de impronta libresca (el Sendero de Rilke en Trieste, Tánger, el pueblo de Cajarc, en el Lot...). E interesante, además, porque nos permite seguir el rastro a lo largo de sus páginas, como si fueran los ramales de una corriente subterránea, de diversos grupos y facciones literarias; algunos bien conocidos, como el Círculo de Bloomsbury, la famosa mesa redonda del Hotel Algonquin o los Husáres franceses, (derechistas y antiexistencialistas, fanáticos de la frase corta y afilada); otros, sospecho que más fruto de la socarronería del propio Gaignault o de Paul Morand que otra cosa: el Club de los Bigotes Largos -esto es, decadentes finiseculares de segunda fila-, la Escuela de Montana -Norman Maclean o el propio Richard Ford- o los amantes del cuello vuelto, entre otros... Todos estos junto con simbolistas -empezando por Barbey d'Aurevilly pero también el wagneriano y excesivo Joséphine "el Sâr" Péladan- beatniks, vanguardistas de todo pelaje, (vorticistas, el Outlaw Liberation Army...) estetas lunáticos como el baron Corvo, embaucadores canallas como Maurice Sachs, ermitaños de los libros, drogadictos, suicidas...  entre todos van tejiendo un tapiz fascinante en sus claroscuros, en la brillantez o lo desvaído de sus colores, que convierte la lectura y consulta de este diccionario en una sorpresa permanente (sin olvidar sus otros irónicos apartados:

-Diez libros odiados por los esnobs literarios.
-Chuleta imprescindible para ahorrarse pifias monumentales.
-Las diez muertes (más o menos) esplendorosas plebiscitadas por los esnobs literarios.)

Aun a riesgo de que esta reseña resulte demasiado larga, no puedo acabarla sin incluir la entrada correspondiente, cómo no, a "Proust, Marcel: El maestro de ceremonia anuncia a los invitados que han llegado y los que están por llegar, pero tiene la suma cortesía de no extenderse sobre sí mismo (1871-1922)"

Nota final (lo prometo): un libro ilustrado y editado con exquisito gusto, como suele suceder con Impedimenta. Un placer tenerlo entre las manos... y hasta leerlo.




miércoles, 5 de mayo de 2010

La "Cuestión de Coimbra" y las "Conferencias del Casino"

A veces (solo a veces) la historia literaria es divertida, porque contiene algunos pasajes casi novelescos: revoluciones estéticas, duelos literarios o incluso físicos, cambios de fortuna... En el caso de la literatura portuguesa, uno de estos episodios (casi) novelizables tuvo lugar entre los años 1865 y 1871, cuando se produjo una violenta lucha (verbal) por el control del "campo literario" -que diría Bourdieu- entre los mayores y los jóvenes, con triunfo final (¿no es siempre así?) para los segundos: una polémica en la que participaron algunas de las personalidades que iban a marcar los siguientes treinta años de la historia y la cultura portuguesa, como el poeta Antero de Quental; el novelista Eça de Queirós, o el pensador e historiafor Teófilo Braga, considerado como uno de los padres del republicanismo y de la historiografía moderna en Portugal.

Para entender la razón de la polémica, situémonos en su contexto: el panorama literario portugués estaba, en los años 1860, dominado por la figura del poeta romántico António de Castilho, y una recua de escritores lisboetas a los que se conocía peyorativamente como "escuela del elogio mutuo" (por razones obvias). Los otros grandes románticos habían desaparecido: el gran Almeida Garrett había muerto en 1854, y Alexandre Herculano estaba prácticamente retirado de la vida pública. Contra a este estancamiento literario reaccionó un grupo de estudiantes de la Universidad de Coimbra, cuyos miembros más destacados eran Teófilo Braga, Antero de Quental y Vieira de Castro, que reclamaban una visión más abierta y europeísta de la literatura (y de la política) portuguesas.

La "Cuestión de Coimbra" comenzó con la publicación de Poema da Mocidade de Pinheiro Chagas, en el que Castilho, como "padrino" suyo, incluyó una "Carta ao Editor António Maria Pereira". En ella, además de alabar a Pinheiro Chagas (a quien llegaba incluso a proponer con todo el descaro para un cargo público), atacaba a los jóvenes poetas de Coimbra. A esta introducción contestó Antero con una nueva carta titulada "Bom Senso e Bom Gosto" (otro nombre por el que se conoce a esta polémica), en la que a su vez atacaba a Castilho y defendía la necesidad de renovar la literatura. La polémica literaria pronto se transformó en personal, sobre todo porque Antero y Teófilo ridiculizaron al "maestro" Castilho a cuenta de sus canas y su ceguera, y quedó aparcada aproximadamente un año después.

Sin embargo, en 1871, la polémica tuvo una segunda parte, ahora ya trasladada a Lisboa, donde residían casi todos sus protagonistas. Las Conferencias Democráticas, también conocidas como "Conferencias del Casino", fueron impulsadas por Antero de Quental, y sus propósitos iban más allá de la mera renovación literaria, ya que pretendían ser un instrumento para revitalizar la vida intelectual lisboeta e introducir en Portugal las más modernas ideas de Europa en materia de filosofía, política, ciencia o literatura: republicanismo, socialismo, democracia, darwinismo, realismo...

Llegaron a realizarse cinco conferencias: dos de Antero de Quental (una de ellas sobre la "Decadencia de los pueblos peninsulares", muy interesante también para la historia cultural española), una de Eça de Queirós (en que defendía el realismo como "literatura nueva"), otra de Augusto Soromenho (hoy perdida, aunque se sabe que despotricaba contra la literatura portuguesa, hasta el punto de decir que todos los clásicos "pueden sustituirse por un buen diccionario") y la última de Adolfo Coelho sobre educación. Después de la quinta conferencia, el gobierno decidió prohibir su celebración por defender "ideas peligrosas", como el Republicanismo o el Socialismo, lo que contribuyó, probablemente, a multiplicar su relevancia: el debate sobre la prohibición y sobre las conferencias se extendió por el país, y llegó incluso al Parlamento portugués.

El balance de las conferencias es desigual, tanto en contenido como en repercusión pero lo que es indudable es que en ellas, y en la cuestión de Coimbra, se abrió una nueva etapa en el pensamiento y la historia cultural portuguesa, que culminó con la proclamación de la República en 1910, y que dio visibilidad a una nueva generación de escritores (conocida como la "Generación del 70") que pedía paso frente a un romanticismo anquilosado y caduco.

Nota: Las imágenes de Castilho, Antero de Quental y Teófilo Braga (en ese orden) están tomadas de Wikimedia Commons (aquí, aquí y aquí)

lunes, 28 de diciembre de 2009

Varios autores: Manifiesto potencialista

Idioma original: francés
Título original:
Potentialiste Manifesto
Año de publicación: 1923
Valoración: Imprescindible

A estas alturas, todos conocemos movimientos como el surrealismo, el dadaísmo o el futurismo, o incluso el ultraísmo hispánico; sin embargo, hay una vanguardia histórica especialmente significativa, por su radicalidad, su coherencia, su originalidad en un momento y una ciudad -el París de entreguerras- en el que se habían reunido los cerebros más originales, probablemente, de la historia. Se trata, por supuesto, del potencialismo, la corriente literaria y artística que se basa en la creencia de que el arte en potencia es siempre mejor que el arte en acto, y que por lo tanto toda creación es una devaluación, una destrucción, una traición al arte.

El potencialismo comenzó siendo un movimiento pictórico que condenaba la indecisión de los pintores abstractos. El Cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malévich, por ejemplo, les parecía una "abigarrada profusión de pintura, injustificadamente extraída de su bote de lata". Todo trazo de pintura limitaba las potencialidades del lienzo y era, por tanto, prescindible. Pronto decidieron que el lienzo mismo y el marco limitaban insultantemente la obra posible. Una vez liquidado el concepto mismo de pintura (o "depurado"), el potencialismo se trasladó a la arquitectura, en la que su creación máxima fue el Solar Vacío 25, en la Rue des Clochards parisina. Paul LeCassé despuntó en música con la creación de su serie de "Sinfonías silenciosas" 1-28 de (de entre las cuales la n.º 12, ciertamente soberbia, ejerció un influjo notable, pero nunca reconocido, sobre John Cage). La labor literaria del grupo arrancó en los ambientes dadaístas de París y obtuvo su particular refrendo cuando André Breton ordenó expulsar, excomulgar y silenciar a los poetas potencialistas, culminando así, paradójicamente, su propio programa creativo.

El libro que reseñamos hoy, el Potentialiste Manifesto de 1923, no se publicó nunca, porque de hecho nunca llegó a existir; al menos no del modo en que existen los libros habitualmente. Hubo una primera versión, en la línea de los Manifiestos Dada de Tzara, en la que los fundadores del movimiento explicaban, con una apabullante profusión de citas desde Diógenes hasta Nietzche y Rimbaud, el porqué de su apuesta por el silencio como acto artístico perfecto. Esta versión fue después sustituida por la preparación de un volumen con el mismo número de páginas, pero en blanco; finalmente, incluso esta idea fue considerada sacrílega por los potencialistas, pues -decían- "no habrá literatura mientras quede rastro de la palabra, o de su ausencia". Así pues, organizaron un solemne acto de presentación de su Manifiesto, al que invitaron a la crema y nata de la bohemia parisina, y al que luego ni siquiera acudieron, en la esperanza de que los periódicos reseñaran su atrevimiento con una columna vacía.

Lamentablemente, y debido a su coherente y radical vocación de silencio, no se ha conservado obra alguna de los potencialistas, y los críticos de arte han omitido -de manera consciente y culpable- sus nombres de los manuales de Historia del Arte. Los fragmentos que se conservan fueron transmitidos por enemigos tan encarnizados como el propio Breton, que dijo de ellos que "su sola inacción ya ofende al silencio". Bien mirado, sin embargo, dado que el objetivo de los potencialistas era renunciar a la creación -porque "toda creación es una traición al arte potencial"-, puede afirmarse que el movimiento corrió la suerte que deseaba. Así, cada vez que alguien en algún lugar del mundo no crea una obra artística, el arte potencial se acrecienta y el potencialismo se apunta un triunfo. Todos somos, la mayor parte del tiempo, sus mejores acólitos.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Los existencialistas

Con el término "existencialista" ha pasado, en literatura y en arte en general, como con "interactivo", "sostenible" o "cuántico" en otros campos: de repente, todo escritor o filósofo que muestra una preocupación por el problema de la existencia humana, es existencialista. En sentido estricto, sin embargo, sólo podrían llamarse existencialistas aquellos escritores que se adhieren a una corriente de pensamiento (de límites algo imprecisos, es verdad) inaugurada por Kierkegaard y -de manera más discutible- Nietzche en el siglo XIX, y culminada por Jean-Paul Sartre después de la Segunda Guerra Mundial.

Los fundamentos filosóficos del existencialismo, se ha dicho a veces, no son muy sólidos. Se basan en el problema del sentido de la vida humana: en palabras de Sartre, "la existencia precede a la esencia", es decir, que mientras que un oso o una liebre son osos y liebres completos desde que nacen, un ser humano solo tiene existencia al nacer, y deberá encontrar y definir su esencia a través de sus propias decisiones vitales, a lo largo de su vida. De ahí que muchas de las obras literarias existencialistas (como La caída y La Peste de Camus, o La puta respetuosa y Las manos sucias de Sartre) planteen situaciones en las que los personajes deben tomar decisiones esenciales que los definen y los determinan para siempre.

Otro elemento característico del existencialismo, y que se deriva del anterior, es la sensación de angustia (el angst o la "náusea" de Sartre) que nace de esa indeterminación del sentido de la vida. La ausencia de principios que guíen nuestra existencia puede llevar a la liberación, pero también al absurdo o a la locura (como el brillante Calígula de Camus). Finalmente, esta sensación de desesperación existencial suele romperse a través del compromiso y el encuentro con los otros (así en La peste de Camus, o en la propia vida de Sartre, intelectual altamente comprometido con los movimientos franceses de izquierdas), aunque al mismo tiempo el Otro puede ser, desde otro punto de vista, quien nos juzga, nos vigila y nos limita en nuestra búsqueda de la esencia (de ahí la frase "el infierno son los demás" que aparece en A puerta cerrada, de Sartre).

Desde el punto de vista literario (y dejando aparte las calificaciones vagas que mencionaba al principio, tales como "Kafka es existencialista" o "Dostoievski es existencialista, que en mi opinión son más que discutibles), los dos escritores fundamentales de este movimiento son Jean Paul Sartre y Albert Camus, quienes hicieron que el existencialismo se convirtiera en la "corriente de moda" en la Francia de posguerra, y disfrutaron de una influencia enorme en la vida cultural francesa y europea.

Más que un escritor de literatura en estado puro, a Sartre hay que considerarlo como un "intelectual profesional": sus obras ensayísticas, como Qué es la literatura, El ser y la nada o El existencialismo es un humanismo, intentaron sentar unas bases sólidas para el pensamiento existencialista del siglo XX, y durante toda su vida desarrolló una intensa actividad política y cultural -vinculado al Partido Comunista de Francia, Sartre fue una de las voces (algo pasadas de moda, eso sí) del Mayo del 68-. Sus obras literarias más destacadas son La náusea (una novela en la que el protagonista es la quintaesencia del angst) y las obras de teatro Las moscas, Las manos sucias, La puta respetuosa o A puerta cerrada, que son lo mejor de su producción.

Albert Camus (quien por cierto siempre renegó del membrete de "existencialista"), a diferencia de Sartre, es básica y fundamentalmente un escritor literario, y de hecho sus creaciones están por lo general -por lo menos para mi gusto- un peldaño por encima de las de Sartre. Son absolutamente geniales El extranjero (en la que el protagonista personifica el absurdo y la abulia de la existencia humana) y La peste (novela en la que un ficticio brote de peste en Orán fuerza a los personajes a definir su postura ante la vida, ante los demás, ante el sufrimiento y la necesidad de comprometerse). En otros géneros destacan la obra teatral Calígula -con un comienzo brutal, impresionante, aunque luego decae algo-, y el ensayo El mito de Sísifo, que quizás desde el punto de vista filosófico no sea una obra maestra, pero que literariamente resulta provocador e interesantísimo.

También debe incluirse en la nómina de existencialistas a Simone de Beauvoir, la pareja de Sartre, quien dedicó una parte importante de su pensamiento y de su obra a estudiar y reivindicar el papel de la mujer en el mundo, por lo que está considerada una de las voces fundamentales del feminismo del siglo XX. Su obra más conocida es El segundo sexo, un ensayo en el que se plantea precisamente la existencia de la mujer, tradicional e históricamente condicionada por el "primer sexo".

miércoles, 1 de abril de 2009

OuLiPo

OuLiPo es el acrónimo por el que se conoce el "Ouvroir de littérature potentielle", es decir, el "Taller de literatura potencial". Se trata de un grupo dedicado a la experimentación literaria fundado en 1960 por Raymond Queneau (1907-1976) y François le Lionnais (1901-1984). El espíritu de OuLiPo ya puede empezar a entreverse en el hecho, no anecdótico, de que Queneau era un literato aficionado a las matemáticas y Le Lionnais un matemático aficionado a la literatura. La conexión de estos dos ámbitos -que habitual y estúpidamente aparecen enfrentados- revela mucho del concepto de literatura propio de OuLiPo. Las matemáticas son en primer lugar un conjunto de operaciones en el seno de un lenguaje altamente formalizado y sólo en segunda instancia se ponen (o no) a disposición de operaciones en el mundo "real". Lo mismo puede decirse de la literatura: ésta es ante todo un juego entre palabras, en el seno del lenguaje, y sólo después puede este juego subordinarse a la comunicación de ciertos contenidos que refieren a la realidad.

OuLiPo trató (y trata, porque sigue activo) de desarrollar las potencialidades de esta concepción de la literatura como un juego del lenguaje consigo mismo. Y lo hace a partir del concepto de "constrainte", que puede traducirse al español como "traba". En efecto, la mayor parte del trabajo de OuLiPo consiste en la invención, catalogación y práctica de trabas literarias, esto es, de restricciones formales que el autor se autoimpone antes de comenzar a escribir. Muchas aparecen ya en una obra de Queneau anterior a la fundación de OuLiPo: los Ejercicios de Estilo (1947), en los que se narra una anécdota intrascendente de 99 maneras distintas. Algunas de las trabas más famosas serían el lipograma o la técnica del S+7.

El lipograma es en realidad un viejo artificio literario. Consiste en escribir un texto prescindiendo intencionadamente de alguna letra en particular. Parece que ya en el siglo III d. C. un tal Néstor de Laranda reescribió la Ilíada eliminando una letra del alfabeto en cada canto: la letra alfa en el primero, la beta en el segundo, y así sucesivamente. A un miembro de OuLiPo, Georges Perec (1936-1982) le corresponde el honor de haber escrito el lipograma más largo: La disparition, novela de 1969 en la que no aparece ni una sola vez la e, vocal más común del francés. Por si esto fuera poco, tres años después escribió, sólo con la e, Les revenentes. Por cierto, la loca tarea de traducir La disparition al español fue culminada con éxito, respetando no el texto literal, sino la traba, que es lo importante. La traducción se titula El secuestro y prescinde de la a, que es la vocal más frecuente en castellano. Espero hablaros pronto de otra novela de Perec no menos original que estoy leyendo ahora mismo: La vida: instrucciones de uso (1978).

El S+7 consiste en sustituir cada sustantivo de un texto por el que le sigue siete posiciones después en el diccionario. Por supuesto, la traba puede alterarse variando el número o cambiando adjetivos o verbos, por ejemplo. He aquí una muestra muy elaborada (S+12, A+5, V+7), extraída de Verbalia de Màrius Serra. Supongo que todavía se reconocerá el original, ¿no?
En un lujo de la Mandarina, de cuyo nomo no raciono acotolarme, no heldea mucho tifus que vomitaba una hidrartrosis de las de laodicese en adefagía, astringencia antijurídica, rodaballo flamenco y galicinio correligionario.

Aquí podéis consultar el artículo de Wikipedia y aquí visitar la página web oficial de OuLiPo (en francés).