miércoles, 18 de mayo de 2022

Cristina Peri Rossi: Todo lo que no te pude decir

 Idioma original: español

Año de publicación: 2017

Valoración: Está bien



Cristina Peri Rossi. Uruguaya de nacimiento, residente en España desde hace cincuenta años, nada menos. Ganadora del último Premio Cervantes y una de las voces literarias en castellano más reconocidas, nada menos. Etc. Pues bien, no creo que la novela esté a la altura de todo ese prestigio, sencillamente. ¿Qué se trata de mi gusto personal? Por supuesto, pero puedo aportar motivos.

Nadie niega que la experimentación es un valor añadido, pero solo si el resultado supera lo esperable de un proceso creativo más tradicional. Por otra parte, pretender epatar a toda costa no suele dar buenos resultados aunque, es cierto, la sorpresa puede reducir el juicio crítico. Este no es el único recurso que utilizan algunos escritores para salir del paso, la profesionalidad enseña trucos como utilizar un formato más corto –el relato en este caso– o cualquier otro que resulte más cómodo y disfrazarlo de aquel que queremos presentar al público. Lo que sostengo, y naturalmente puedo equivocarme, es que esta obra es la consecuencia de encadenar varios relatos cortos, mediante procedimientos argumentales y estructurales fáciles de idear para alguien con tanta experiencia. Lo argumental se encadena en el tiempo, pero yo no veía continuidad sino añadidos traídos por los pelos, y según iba leyendo más me reafirmaba en mi impresión. En cuanto a la estructura, apenas hay alguna continuidad de escenas, repetición de personajes, débiles alusiones, pero los argumentos, en realidad, van muriendo según aparece uno nuevo, o agonizando, que viene a ser lo mismo.

El primer bloque argumental muestra ese deseo de impresionar al lector, de retenerle desde un primer momento al que aludía en el párrafo anterior. Se trata de una serie de escenas que rozan el porno  y cuyo significado profundo es más escabroso que lo meramente explícito. Eso sí, están narradas con mano diestra, sin embargo, lo que leemos no resulta nada verosímil y la forma de zanjar bruscamente la historia todavía menos. Aparte de la pareja protagonista –no voy a hablar de la auténtica compañera de Suarez porque su sola mención me parece humillante para las mujeres en general, no por ella misma, sino por el rol que Peri Rossi le obliga a adoptar– aparece un policía (absolutamente prescindible) que servirá de enlace con el bloque siguiente. En este se muestra la relación entre prostituta y cliente –el susodicho comisario– justo cuando está llegando a su fin. El motivo tampoco parece muy creíble, un improbable cambio de orientación con enamoramiento enloquecido y previsiblemente eterno que, además de dejarnos las páginas más anodinas y sensibleras del conjunto, relatan la terrible experiencia de Silvia en el seno de la dictadura uruguaya, su temeraria huida y secuelas presentes. (Como ven, pastel o pistola, no hay mucho término medio). Se trata del tercer bloque, que se inserta en el anterior con más fluidez que en otros casos. De su amante no sabemos nada, salvo que triunfa en un muy gratificante oficio. Esto sirve para traer a colación el mito del rapto de Proserpina, sus reelaboraciones a lo largo de los siglos y relacionarlo con las vivencias de Silvia. Existe un quinto argumento, muy apresurado, que muestra un asesinato machista y su resolución gracias a un chivatazo providencial, pero estos hechos sirven exclusivamente de pegamento entre bloques y apenas tienen relevancia en la novela. Sabemos que el comisario volverá a las andadas y que Suarez debe apartarse del foco… Por último, conocemos la versión del oficial uruguayo, así como su vida actual, otro esbozo de relato cuya función es cerrar la novela dejando más o menos abiertos los argumentos precedentes. Soluciones ingeniosas, hay que reconocerlo. Aun así, no sé ustedes, yo lo que veo es una absoluta falta de unidad, un intento de cohesionar tramas con poca (o nula) hilazón entre sí, y en estos casos, como es natural, se notan demasiado las costuras.


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