Idioma original: inglés
Título original: Girl meets boy
Traducción: Dolors Udina en catalán para Raig Verd y MAgadalena Palmer en castellano para Nórdica Libros
Año de publicación: 2007
Valoración: recomendable
Título original: Girl meets boy
Traducción: Dolors Udina en catalán para Raig Verd y MAgadalena Palmer en castellano para Nórdica Libros
Año de publicación: 2007
Valoración: recomendable
Destaqué hace poco que el éxito comercial de obras recientemente publicadas por diversos autores permitía a las editoriales hacer una indagación en sus obras anteriores y decidirse por dar el paso a recuperar obras que ya tienen algunos años pero que, por razones no conocidas, quedaron sin traducción. Pasó con Tevis y su gran novela «Sinsonte», traducida después de ver el éxito de Gambito de Dama, y ahora pasa también con Ali Smith y la obra que nos ocupa, originalmente publicada en 2007 pero traducida este mismo año tras el éxito de su cuarteto estacional.
El inicio del libro es altamente enigmático con una primera gran frase que capta la atención desde el primer instante al empezar diciendo que «Os hablaré de cuando fui una chica, dice nuestro abuelo» para continuar el relato dirigiéndolo hacia a la protesta y la reivindicación porque, como es habitual en Smith, su obra está nutrida de proclamas pero también guiños y referencias a otros libros y relatos (como en puede ser el «If—», de Rudyard Kipling, al afirmar que «si puedes soportar oír la verdad que has dicho (…) si puedes llenar el minuto irrecuperable. Con sesenta segundos que valgan la distancia recorrida. Tuya es la tierra y todo lo que contiene»).
Es en estas páginas iniciales donde vemos enseguida la marca de la autora, pues la escritura Ali Smith siempre sobresale en los diálogos intergeneracionales; sucedía en su cuarteto estacional y sucede aquí (principalmente al inicio del libro), en este libro publicado originalmente mucho antes. Porque ese contraste entre generaciones y visiones del mundo ofrece a la autora una oportunidad mayúscula para abordar los complejos problemas de la sociedad desde sus polos más opuestos: el de la inocencia y el optimismo que nace de quien no ha visto aún sus sueños y anhelos rotos por un mundo carcomido y autodestructivo, y quien ve la historia como algo que podemos recuperar y enderezar a través de las nuevas generaciones si conseguimos que tomen consciencia de cómo era todo, y cómo debería ser. Porque, como es habitual, en los textos de Ali Smith siempre el peso del cambio recae en los jóvenes y la autora parece ser consciente de ello cuando en boca de Anthea Gunn, una de las voces narradoras, de veintiún años, profesa que «me hubiera gustado ser vieja. Estaba cansada de ser tan joven, tan estúpidamente lista, tan estúpidamente olvidadiza. Estaba cansada de tener que ser nada».
Cabe decir que el estilo de Ali Smith ha permanecido bastante invariable a lo largo del tiempo, si bien es cierto que ha afilado su estilo. Aun así, para el lector que haya leído su cuarteto estacional, es perfectamente identificable su trazo y sus objetivos en este libro publicado hace quince años; Ali Smith nutre sus novelas de críticas sobre la sociedad, las injusticias y esgrime una defensa inquebrantable sobre la naturaleza y la necesidad de preservar la ecología ante la imperiosa y ávida necesidad de la humanidad en abusar de ella. Y, en este caso, las hermanas que copan el protagonismo de la historia trabajan en Pure, una agencia creativa que debe encontrar el eslogan perfecto para comercializar agua embotellada. Esta vertiente del relato sirve para nutrir la historia de críticas y proclamas, algo siempre presente en primer plano en las novelas de Smith y lo encauza hábilmente para poner de relieve el ansia imparable del consumismo cuando uno de sus personajes afirma, sin tapujos ni ética, que «el agua no es un derecho humano. El agua es una necesidad humana. Y eso significa que la podemos comercializar». De igual manera, Ali Smith también carga contra las injusticias patriarcales, contra el machismo a todos los niveles, contra los bajos salarios de las mujeres y los pocos puestos directivos que ocupan en las empresas y encarna en sus personajes la lucha y las contradicciones existentes en la sociedad.
Y, en medio de ese torbellino de críticas, la autora abre una vía en el relato para encaminarlo hacia las relaciones humanas y, a través del mito de Ifis y Yante, hablar de la relación afectivas entre dos chicas. La habilidad de la narradora en describir los sentimientos de ambas sobresale al hablarnos de la exploración de los cuerpos y la descubierta de los sentimientos guardados, inexpertos y encerrados esperados a ser liberados por la explosión de sus sentimientos que irrumpen porque «éramos hojas, éramos un cuchillo que podía penetrar en el mito, éramos dos cuchillos lanzados por un brujo, éramos flechas lanzadas por un dios, hacíamos diana en el corazón, hacíamos diana en casa (…) éramos la pluma que dominaba la gravedad», «yo era todos mis sentidos abiertos juntados en una cabeza de alfiler, y era un ángel que sabía cómo utilizar las manos así, como alas». Smith rinde culto a Ovidio, y afirma de él que, «es muy variable, como escritor, mucho más que la mayoría. Sabe, mejor que la mayoría, que la imaginación no tiene género. Es realmente bueno. Honra todos los tipos de amor. Honra todos los tipos de historia».
Con esta novela, Ali Smith lanza un canto a la libertad y a la vida, al amor, cuando los sueños y las posibilidades se encuentran, cuando la «muerte encuentra vida encuentra final encuentra principio una y otra vez, la historia de la naturaleza en sí, siempre inventiva, haciendo una cosa a partir de otra y convirtiendo una cosa en otra, y nada dura, ni nada se pierde, y nada muere nunca, y las cosas pueden cambiar, porque las cosas siempre cambiarán, y las cosas siempre serán diferentes, porque las cosas siempre pueden ser diferentes». Y, sin duda, el lector también es diferente cuando termina cualquiera de sus libros, pues su estilo hace que sea una autora de referencia para identificar y abordar los problemas de nuestra consumista y ambiciosa sociedad.
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