Que no, hombre, que no. Que en Un libro al día somos gente amable y amorosa. Otra cosa no, porque al fin y al cabo somos críticos, y ya se sabe que los críticos descreen de todo un poco. Pero en el amor, ¡cómo no vamos a creer en el amor! El amor está en la cuna misma de la literatura: el amor de Paris y Elena, el amor de Dante por Beatriz, el amor del Cantar de los cantares con sus pechos como gacelas y sus cabellos como rebaños de cabras...
Sin ir más lejos, le acabamos de dedicar una serie al amor. Sí, vale, Otelo es más bien la personificación de unos celos torturadores y autodestructivos, pero mira lo de C.S. Lewis y su esposa, qué bonito. Ya, hombre, sí que está muerta, pero tampoco hay que ponerse quisquilloso... De todas maneras, si nos ponemos a hacer memoria, seguro que nos acordamos de un montón de historias de amor, rubicundas y felices como perdices de cuento.
Por ejemplo, tenemos a Florentino Ariza y Femina Daza, que acaban bastante bien. Aunque también es verdad que eso es después de una larga y achacosa existencia de dolorosa separación... Pero, oye, no todo ha sido deshacerse de pena en la distancia. Hace no mucho recordamos las alegrías que se regalaban una moza soltera y su amante el oficial. ¿Romántico? No, muy romántico no era, a no ser que tu concepto de romántico incorpore abuelas y lavativas. Pero es que tampoco podemos estar siempre a vueltas con los pájaros y las flores, ¿no? Hemos hablado de unos cuantos amores que no sé si serán románticos, pero desde luego son reales, hasta crudos diría yo. Tenemos a Frederik y Cati, por ejemplo, y a Paul y Marijana. Aunque es curioso que justo me hayan salido casos en los que la medicina anda metida de por medio, y para mal. Vaya por Dios.
Pero es que, también, qué le vamos a hacer si los escritores sólo parecen inspirarse cuando tienen enfrente un amor trágico de tomo y lomo. ¿O es que tengo que recordarte que nuestra primera entrada la dedicamos a Laura Avellaneda y Martín Santomé? Poco después vinieron Pedro Páramo y Susana San Juan o incluso, sí, el Principito y su rosa. ¿Que en esa historia ni siquiera los dos son humanos? Ya, bueno, es que parejas disímiles tampoco nos han faltado. Ahí tienes al profesor Aschenbach y a Tadzio, a Sarah y Benoît o a Michael y Hannah. Veeenga síiii, la voy a poner también: a Bella y Edward. Pero es que una pareja más convencional tampoco es garantía de nada. Mira si no a Juan Pablo Castel, la que lió con María Iribarne...
En fin, que no lo podemos negar. Somos gente sensible, sentimental, ¡sensiblera incluso! Nos pasamos el día leyendo sobre tortolitos, carantoñas y cucamonas. Qué le vamos a hacer.
3 comentarios:
¡Muy bueno, Jaime! has dado en el clavo. Si la literatura es como es ¿qué le vamos a hacer?
Me pregunto, teniendo en cuenta que la vida va por su lado y la literatura por el suyo, si el amor maravilloso y tal es fotogénico, si se puede escribir sobre él algo interesante. Me da la impresión de que en este tema lo que es bueno para vivirlo, leído suele ser un pestiño. Dan juego los amores fugaces, los conflictivos pero saliendo de ahí es difícil no caer en la fotonovela.
¿Qué pensáis los demás?
Yo creo que sí se puede escribir algo bueno sobre el amor "maravilloso", pero es muy difícil hacerlo bien y que no suene a pastelazo.
Como sostiene un amigo mío, escribir sobre el amor es como hacer una foto a una puesta de sol. Puedes hacer una foto estupenda, sí, pero lo más seguro es que te salga algo de lo más soso :)
muy buena la reseña acerca de las historias de amor en la literatura. Sin embargo, habría de considerar, al mismo tiempo las historias de amor de los escritores puesto que de una manera u otra determinan sus respectivas obras, no olvidemos a jean paul sartre-simone de beauvoir, henry miller-anais nin, etc...
Saludos y éxitos posteriores.
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