Título original: The Ice Maiden
Año de publicación: 1983
Traducción: Jorge de Lorbar
Valoración: recomendable y divertida
He de reconocer que en los últimos tiempos me he aficionado sobremanera a la divertida serie de FX para HBO Lo que hacemos en las sombras (sí, ya sabéis, la que trata sobre unos vampiros que viven en Staten Island, basada en una peli del mismo título), quizás incluso hasta un punto que alguien podría considerar como... ejem, obsesivo (ni confirmo ni desmiento que vaya por casa hablando como Nandor el Implacable). El caso es que esta serie televisiva y el largometraje que la originó, me han recordado a una novela, no menos divertida, que leí hace tiempo, y que me he decidido a releer y reseñar para ilustración y solaz de los seguidores de Un Libro Al Día.
Se trata, como se puede apreciar, de La doncella de hielo, del peculiar escritor y guionista americano (pero que acabó residiendo en Francia) Marc Behm. trata también sobre las aventuras, o desventuras, más bien, de unos vampiros contemporáneos (es decir, contemporáneos de 1983, que es cuando se publicó la novela.. .Imaginad, pues, a los personajes vestidos como una mezcla de Fame o Tootsie y Miami Vice): la bella Cora Dana y el atractivo Tony Logan que viven -o no viven- con bastantes estrecheces económicas en Nueva York. Porque no sólo de sangre vive -o no vive- el vampiro y el dinero les es necesario, como a cualquier mortal, incluso en aquella ciudad que se supone estaba viviendo su momento más bajo en aquellos años; Cora trabaja de croupier en un casino clandestino de la Mafia y no le llega para pagar el alquiler de su apartamento, mientras que Tony se dedica a tocar el piano en un bar y duerme en un garaje abandonado. Al final se plantean lo que haría cualquiera que tuviese dificultades económicas, poderes sobrenaturales y ningún sentido de la ética o la moralidad: dar un buen palo. En este caso, robar el casino ilegal donde trabaja Cora. Pero, ay, una cosa es contar con esos poderes sobrenaturales -convertirse en murciélago, verbi gratia- y otra saber utilizarlos; la pareja de vampiros se ve obligada entonces a recurrir al antiguo compañero de Tony -de hecho, fue quien le convirtió en chupasangre-, un viejo monstruo que proviene de la Inglaterra medieval llamado Brand y que en ese momento malvive -o no- en las alcantarillas de la Gran Manzana, cual gusano enroscado junto a su corazón.
En fin, no voy a desvelar aquí las muchas peripecias y trapisondas que sufren estas simpáticas criaturas de la noche para llevar a cabo su plan, por si alguien (como así espero) se decide a leer la novela. En todo caso, adelanto que, entre otras circunstancias divertidas -incluso despiporrantes-, hay momentos de desinhibida lubricidad, pues es bien sabido que los vampiros están más salidos que el pico de una plancha y para fornicar lo mismo le da carne que pescado, mortales o inmortales... Sólo comentaré que, según sospecho por la fecha de publicación de este libro, se trata en cierta medida de una parodia, o cuando menos de un reflejo irónico, de otra novela más famosa publicada unos años antes, Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, libro que, hasta donde yo sé, supuso un cambio importante en este género o subgénero vampírico, además de dar lugar a una exitosa serie de novelas, una película no menos célebre y toda una pléyade de epígonos literarios, cinemátográficos y televisivos de mayor o menor interés, que reflejaban -o no reflejaban, claro- las vicisitudes cotidianas de los "no muertos", más allá del castillo de Drácula o el barco de Nosferatu. También, por lo que sé, la novela está en la línea de otras de Behm, que parece tenía cierta debilidad por las protagonistas bellas, jóvenes y despiadadas.
Como demérito, no obstante, cabe señalar que algunas expresiones sarcásticas sobre personajes de otras etnias diferentes de la anglosajona o de tendencias sexuales poco normativas quizá fueran muy chistosas hace cuarenta años, pero hoy en día nos chirrían un poco, o mucho... Cierto es que encajan más o menos en el tono jocoso de toda la novela y además, cabe suponer cierta responsabilidad a la traducción, un tanto "pedantresca" (es decir, entre pedante y pedestre), pero en fin, es lo que hay y no se puede ni se debe ocultar... Espero que quien lea la novela se quede sobre todo con la diversión, ironía y originalidad que transmite. Y si no es así, siempre le queda Lo que hacemos en las sombras, qué narices...
Otros títulos de Marc Behm reseñados en Un Libro Al Día: La mirada del observador