viernes, 29 de enero de 2021

Semana del ensayo #5. Pau Luque: Las cosas como son y otras fantasías

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: recomendable

Luego diréis que este blog no es interactivo. Empiezo a escribir esta reseña con cierto comentario en   mente, algo quejoso de que dediquemos una semana al ensayo, supongo, alguien que espera que siempre se hable de ficción, ya que (la crónica es otro, aludía el otro día) ciertos géneros arrastran ciertos estigmas de no ser lo suficientemente, ejem, literarios o creativos, lo cual, vamos, si yo escribiera ensayo me abocaría a cierta reflexión entre perfiles de lector y perfiles de género literario favorito y no. El comentario de marras representa un pequeño reto, intentar que una reseña sobre un ensayo no acabe siendo una especie de resumen del propio ensayo, escrito de forma tensa y solemne y pretendiendo, al menos, no quedar en evidencia, bajo el prejuicio de que quien escribe un ensayo, quien ya de entrada se atreve a describir su texto con tal término, tiene que ser osado, convencido y convincente, ha de haberse documentado, leído, hurgado, informado, igual hasta podríamos usar esa palabra tan trasnochada de ser una eminencia.

Y nada más adecuado ahora que casi acabamos la semana y casi acabamos el mes que todo un Premio Anagrama de Ensayo, que podríamos decir que contradice hasta cierto punto esa premisa. Pau Luque ya se define en la solapa como ensayista, pero yo diría que Las cosas como son y otras fantasías elude tomar estructuras propias del género (planteamiento, desarrollo, conclusiones) y se trata más bien de una sucesión de artículos que van afirmando conceptos, que, para evitar la presión de ser un lector que lee un ensayo como si estuviese estudiando para un examen, he preferido liberar en cuanto a su asimilación. Pau Luque toma referencias de hitos culturales relativamente contemporáneos, literarios como Lolita  de Nabokov o El mar, el mar, de Iris Murdoch, y multidisciplinares como la obra íntegra de Nick Cave, series como Sharp Objects o películas de Michael Haneke basadas en libros de Elfriede Jelinek para construir un relato ensayístico más bien disperso a conciencia que empecinado en establecer una teoría, en apuntalar con ejemplos una estructura firme que convenza al lector. Y el planteamiento es establecer de forma definitiva la ausencia de fronteras entre la creación como experimento libre de cortapisas y ataduras y la irrupción de la moral como limite si no a superar sí a tener en cuenta. Plantear si creadores como los descritos (por ejemplo, Nick Cave dedicando los temas de su álbum Murder ballads a una serie de criminales) tienen algún tipo de responsabilidad sobre los actos de los personajes de sus obras, si hasta cierto punto ciertos actos reprobables que surgen en sus creaciones son difícilmente justificables incluso desde la perspectiva de la libertad creativa absoluta.

Creo, pero dejadme primero aludir a mi condición de lector algo disperso y caprichoso, que Luque acierta en ese despliegue de referencias para cimentar en quien le lea una sensación de complicidad y cercanía: lo más normal es que quien atraviese estas páginas acuda a alguna de ellas si es que no las conoce, tampoco es que Luque haya optado por obras desconocidas o inencontrables. No es un texto demasiado extenso y los conceptos son defendidos de forma amena e incluso desinhibida,  y ya que he aludido al momentum de la reseña, cabe recordar que un mediocre rapero llamado Pablo Hasel ha de ingresar en prisión en diez días por expresar en su obra opiniones (que por cierto los hechos se han encargado de corroborar como verdades), cuestión, sí, de verdad, traída aquí un poco a la fuerza y en este último párrafo, pero en el fondo, relacionada en última instancia con el tema del libro: la libertad creativa siempre se encuentra frente a alguien que quiere domarla y condicionarla. Ya veis como está el patio.

4 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Ya verás cuando alguno o alguna vea el episodio que le falta de "Barrio Sésamo" y se entere de que las semanas tienen siete dìas, nada menos... WAS*!
*What A Surprise

Anónimo dijo...

El otro día mi hija dijo que no vuelve a entrar en la FNAC si no retiran los libros de J.K. Rowling; como padre y ser humano sentí una pena inmensa..

Viva la libertad de expresión

Sebas dijo...

Willy Toledo tampoco puede trabajar por el simple hecho de manifestar sus opiniones. A no ser que según quien sea el estigmatizado nos parece mejor o peor... Otra forma de cercenar la libertad creativa, no dejando trabajar a la gente. Lo del rapero es de vergüenza ajena, comparto lo señalado en la reseña. Hay tantos ejemplos que asusta. Rowling es otro más. Balthus? El Juli? La intolerancia sigue campando por sus respetos mientras siga habiendo intolerantes y eso es tan antiguo como el caminar de pie.

Francesc Bon dijo...

Bueno, sobre el concepto de tolerancia o intolerancia siempre me ha parecido que implica un cierto grado jerárquico que no me gusta nada. Lo de Hasel no tiene nombre, es indigno, pero ahora mismo cualquier posición respecto al tema supone alterar los ánimos, y todo va a ser malinterpretado.