Idioma original: inglés
Título original: The Basic Laws of Human Stupidity
Traducción: Maria Pons
Año de publicación: 2013.
Valoración: curioso
Aclaro acerca de la valoración; recomiendo mucho leer este libro e incluso adquirirlo para consultarlo de manera frecuente. Haceos con él en la biblioteca y ved si este pequeño volumen tiene un rincón mientras decidís si una obra, cuyo rimbombante título (y portada ad-hoc) ya previene de su funcionalidad, os cuadra entre vuestras colecciones. Quede claro que no se trata de una obra básica sino más bien un complemento algo asonante a una biblioteca personal. Os puedo asegurar que el futuro os deparará más de un pretexto para hojearlo de nuevo.
Que es de lo que se trata, y en el fondo lo que ha causado que lo lea. Quim Monzó lo mencionaba en recientes entrevistas a raíz de una de sus últimas colecciones de artículos (a cuenta de la reiterada inclusión del término idiota) en ellos y debo reconocer que llegúe algo tarde a reseñar el Breviario de idiotas, otra referencia y curiosamente también de un autor italiano, por lo que ante la frescura y la asequibilidad (una hora escasa si decides una lectura atenta, pero en media hora se despacha si se va al grano), decido reseñar algo que, por encima de todo, es un artefacto ligeramente provocativo o manifiestamente subversivo. Porque quede claro que nadie quiere sentirse aludido ante estos términos. Idiota, estúpido. Creo recordar que incluso había definiciones en función del C.I. para estas palabras. Que naturalmente hoy serían objeto de rechazo y cancelación, aunque la humanidad en su conjunto, y quizás precisamente por ello, se haya empeñado en que este texto disfrute de una vigencia conceptual absoluta. Y los ejemplos se me ocurren a montones, pero estamos ya en el verano occidental y se trata de reseñar algo ligero. Aunque voy a ceder a la tentación: estos últimos días leía en prensa que se vendían productos pirotécnicos sin efectos sonoros de ningún tipo, para prevenir el malestar animal que estos provocan. O sea, petardos que explotan en silencio.
En todo caso, Cipolla había publicado ya bastantes textos de un perfil más serio en su condición de historiador y éste podría considerarse como un colofón sin estridencias, como una conclusión, una vez observado el comportamiento colectivo o incluso aquel guiado por mandatarios y gobernantes, que pasarían (...) por ser los miembros más válidos o reputados de las sociedades que los designan. Para un texto tan escueto el mero intento de una sinopsis o incluso un resumen representaría un futil intento de otorgarle una solemnidad que se evita a conciencia. Enumerar esas leyes, aludir a las ilustraciones de tonos naïf, a las curiosas gráficas que intentan calcular o limitar las ideas que se despliegan, a eso me limitaré antes de alertar severamente: esta pudiera parecer una lectura frívola, un experimento de desdramatización de las carencias colectivas e individuales de las sociedades, pero resulta que sus ideas básicas son trágicamente ciertas y basta una rápida consulta a la prensa - no hace falta ir mucho más allá de los titulares - para apreciar su vigencia.
1 comentario:
Hola
Lo tengo desde hace años en varias versiones
Imprescindible
A medida que lo lees vas poniendo caras de gente que conoces
Lo leí junto con otro titulado: Irracionalidad. El enemigo interior
Y como bien dices: vuelvo a ellos de vez en cuando
Gracias
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