sábado, 1 de junio de 2024

Henri Alleg: La question

Idioma original: francés

Título original: La question

Traducción: Beatriz Morales Bastos

Año de publicación: 1958

Valoración: Está bien


En 1954, menos de diez años después de finalizada la Segunda Guerra mundial, estalló la guerra de Argelia, impulsada por un movimiento de corte guerrillero que perseguía la independencia de la metrópoli francesa. Colonizado desde hacía más de un siglo, el país africano había conocido distintos estatus, muchos de sus nativos habían luchado por liberar Francia del nazismo, y el independentismo fue creciendo alimentado por el trato discriminatorio, la explotación foránea de los recursos naturales y la toma de conciencia que en  gran cantidad de países daba alas a los procesos de descolonización de las décadas de los 50 y 60.

Henri Alleg, director del diario Alger Républicain, era también miembro del Partido Comunista argelino, y defensor entusiasta del derecho a la autodeterminación. Fue detenido por los paracaidistas del general Massu, enviados para sofocar la rebelión, y torturado durante meses para obtener información sobre los sublevados y sus cómplices. El libro es el relato que Alleg hace de su internamiento y una denuncia de la tortura practicada de forma sistemática durante el conflicto.

Alleg no ahorra detalles sobre las distintas técnicas de las que fue víctima. Describe con frialdad y precisión los procedimientos aplicados: palizas, descargas eléctricas, celdas de aislamiento, ahogamientos, violencia psicológica, administración de drogas. Hay que decir en honor a la verdad que, quizá porque hemos visto y leído mucho desde entonces, estos métodos, por brutales que resulten, casi nunca resultan especialmente espeluznantes comparados con las salvajadas que se vienen practicando en muchos otros lugares y situaciones. 

No obstante, el auténtico valor del libro reside en la repercusión que tuvo sobre la opinión pública francesa. Escrito todavía en prisión, de donde salió con la colaboración de sus abogados, su publicación en 1958 abrió los ojos de la sociedad ante las atrocidades que los militares estaban cometiendo en suelo argelino, como ocurriría poco después con la guerra de Vietnam, e influyó para que finalmente Francia decidiera poner fin al conflicto retirándose de la colonia. 

Desde el punto de vista del lector el libro tiene un tono algo extraño. Como apuntaba antes, es un relato más bien objetivo, lleno de nombres propios, que apenas deja traslucir emociones. Debía de ser Alleg un tipo frío, decidido desde el primer minuto a no ceder, y efectivamente el proceso termina sin que hubiese cantado. Hay en sus palabras un fondo de orgullo por haber resistido, algo que perturba un tanto la perspectiva sobre nuestro protagonista, y que altera de alguna manera la natural predisposición a ser partícipes de su sufrimiento. Parece Alleg tan entero, tan irreductible en su posición, que es fácil pasar de la admiración hacia su fortaleza a la duda sobre la crudeza de las torturas. Pero me parecería cínico poner en entredicho lo que cuenta, y tal vez todo esto no es más que un efecto de la muy humana autoreivindicación de alguien que ha pasado por experiencia tan extrema. En todo caso, ese entereza dificulta de alguna manera empatizar con el personaje desde el punto de vista emotivo.

Alleg es desde luego un militante pata negra, lo que se ve muy bien en la un poco larga entrevista que completa la edición que he leído. Además de subrayar la práctica sistemática de la tortura por parte de los militares franceses en Argelia, examina de forma crítica la posición mantenida por los sucesivos gobiernos, incluido el del general De Gaulle, a quien se atribuye (erróneamente, según Alleg) el mérito de haber sabido reconocer la necesidad de poner fin a la etapa colonial. Y, no sin un cierto tono panfletario, se extiende el autor explicando su postura frente al colonialismo que contribuyó a combatir.

Como decía antes, el valor del libro es sobre todo histórico, no tanto por el relato de las prácticas de tortura como por su repercusión pública, un factor importante entre los que determinaron el fin de una etapa de dominación. Situaciones similares de colonialismo se han multiplicado por todo el mundo durante largas décadas, y con mucha probabilidad prácticas parecidas de torturas, represión y discriminación habrán sido llevadas a cabo por distintas potencias ocupantes. Esto es por tanto un testimonio, un ejemplo entre otros muchos que hizo reflexionar en su tiempo, y aun hoy debiera servir para cuestionarnos ciertas conductas.


No hay comentarios: