Idioma original: inglés
Título original: Second place
Traducción: Catalina Martínez Muñoz
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable (alto)
Título original: Second place
Traducción: Catalina Martínez Muñoz
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable (alto)
«En esa época de año —primavera— las patatas que guardamos en el cobertizo empiezan a echar brotes, aunque las conservemos completamente a oscuras. Les salen esos brazos blancos y carnosos porque saben que es primavera, y a veces me quedo mirando una patata y pienso que sabe más que la mayoría de la gente»
Tengo la opinión de que cuanto más difícil resulta distinguir los mimbres de una buena narración (incluso una vez concluida su lectura) esta ha sido concebida más cerca de las tripas que del cerebro, más orgánica es, más íntima y personal. En el caso de Rachel Cusk, se le añade una buena bofetada de honestidad y esa leve y continua sensación urticante de que nada de lo que está escrito es inocente.
Resumen resumido: M vive una apacible existencia con su esposo Tony en una marisma remota, mientras siente que la madurez vital que atraviesa tiene muy poco que ofrecerle. Sin embargo, la idea de invitar a L, un artista plástico cuya obra admira desde hace años, a pasar una temporada en la casa de invitados (la segunda casa), despierta en ella un entusiasmo inesperado que la llevará a proponérselo de inmediato. El tiempo que L pasará con ellos será un recuerdo inolvidable pero no en los términos que M imaginaba.
La premisa de Segunda casa está inspirada en la obra Lorenzo en Taos de Mabel Dodge Luhan. En ella, la propia autora, una rica mecenas estadounidense de las artes, explica la singular experiencia vivida cuando el escritor D. H. Lawrence (El amante de Lady Chatterley) aceptó su invitación de pasar una temporada en la colonia de arte de Taos que ella regentaba.
Sin que M pueda considerarse propiamente una mecenas al uso, sí vive una intrínseca relación con el arte en su vida cotidiana, tanto desde el punto de vista sensorial como intelectual. Ello contribuye a un particular perfil psicológico que el lector no puede dejar de lado a la hora de transitar junto a ella las vivencias que narra.
«Los dedos del pianista, rigurosamente entrenados, son más libres de lo que lo será jamás el corazón esclavizado del amante de la música. Supongo que esto explica por qué los grandes artistas pueden ser personas tan horribles y decepcionantes. La vida rara vez ofrece la oportunidad o el tiempo suficiente para ser libre en más de un sentido.»
Esa hipersensibilidad artística de la protagonista, combinada con una vida apartada y sin más contacto que la propia naturaleza, en una fase vital en plena crisis de la madurez y de monotonía matrimonial, se materializa en una deriva emocional de abulia hacia todo lo que la rodea en su vida cotidiana. M está en crisis y cree que el hecho de tener a L cerca, con su personal visión de la realidad, va a darle una perspectiva mucho más excitante. Probablemente de forma subconsciente, M también está manejando otras motivaciones más básicas (dicho en el buen sentido), como el hecho de que necesita conectar con otro ser humano y sentirse mirada de nuevo.
Al final, la visita de L no es más que un pretexto para que la autora, a través de su narradora protagonista —y en su soliloquio frente a un tal Jeffers— exponga una serie de reflexiones muy personales y aún más audaces, sobre cuestiones de calado:
- Sobre el menosprecio hacia nuestras necesidades más básicas cuya satisfacción siempre relegamos. La importancia de escucharse y de ser sincero con uno mismo, aunque sea hablando con un Jeffers imaginario.
- Sobre la complejidad y omnipresencia del sesgo patriarcal en la sociedad.
«(…) esa aura de libertad masculina está presente en la mayoría de las representaciones del mundo y de nuestra experiencia humana en él, y que como mujeres nos hemos acostumbrado a traducirla a un idioma que podamos reconocer (…) evitando algunas de las partes a las que no encontramos sentido o no entendemos, y otras a las que sabemos que no tenemos derecho, y voilà!: participamos. Es como llevar un traje elegante que nos han prestado, o a veces directamente una suplantación (…)»
- Sobre el arte en la vida del ser humano como faceta imprescindible para gozar de una vida plena.
Segunda casa está plagada de reflexiones muy diversas y pertinentes que obligan al lector o bien a detenerse o bien a plantearse una segunda lectura. Por otra parte Second place también ser puede traducir como segundo puesto, lo que encaja muy bien con la sensación de intrascendencia que invade a la protagonista. Rachel Cusk me ha sorprendido muy gratamente en esta primera incursión en su obra y espero volver a ella más pronto que tarde. Recomendable alto.
También de Rachel Cusk en ULAD: A contraluz
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