Año de publicación: 2023
Valoración: Está bien
El viejo, novela de Guillermo Anguera, parte de una premisa harto interesante: un anciano mórbido incapaz de interactuar con su entorno aparece de repente en un piso compartido. Los tres protagonistas de esta historia, inquilinos de la vivienda, lidiarán, cada uno a su manera, con tan extraña aparición.
Vaya por delante que no sólo valoro la premisa de esta obra; también algunas de sus ideas me han parecido muy acertadas.
Que se niegue a profundizar en la naturaleza del anciano, por ejemplo, propicia un estimulante ejercicio hermenéutico. ¿Él es, acaso, una entidad divina? ¿Quizá una suerte de metáfora tangible sobre la incomunicación con el otro? A fin de cuentas, la mentada incomunicación con el otro es el tema que vertebra esta ficción: las familias y los amigos se distancian, los funcionarios no te comprenden, los estudiantes de intercambio vienen y van.
Otro acierto: la estructura coral con que se ha ensamblado el texto, que nos permite experimentar el argumento desde diversos puntos de vista, así como sumergirnos en la psicología de los protagonistas.
Más discretas son las dos virtudes restantes: el sentido del humor que permea estas páginas y la disolución de lo absurdo en la cotidianidad.
El problema de El viejo es, a mi juicio, que dilata su contenido. Tampoco ayuda a redondear el conjunto una prosa algo insípida, que si bien sabe dar la talla en momentos clave, por lo general es bastante monocroma.
Asimismo, los protagonistas no me han acabado de convencer. El más memorable del trío es, por extravagante, Teodoro, un cuarentón que se junta con chavales, tiene delirios de grandeza mesiánica y exhibe una verborrea místico-motivacional que echa para atrás. A él se le reserva un arco narrativo claro; en cambio, ni Alexis ni Susana acaban de desarrollarse, y aunque el desenlace demuestra que esta decisión era deliberada, especialmente en el caso de Susana, el relativo estancamiento de ambos personajes puede llegar a frustrar durante la lectura del resto del libro.
Sea como fuere, estamos frente a una novela con un planteamiento prometedor, un misterio intrigante y una exploración temática bien focalizada. Ciertamente, la lastran una prosa un tanto lisa, una extensión desmesurada y un elenco que apenas evoluciona, pero sigue siendo muy digna para un escritor que todavía está asentándose en el mundillo.
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