viernes, 4 de junio de 2021

Wajdi Mouawad: Todos pájaros

Idioma original: francés
Título original: Tous des oiseaux
Traducción: Coto Adánez
Año de publicación: 2018
Valoración: muy recomendable

Para alguien que disfruta más del teatro representado que del leído, siempre es un placer conocer la publicación de una nueva pieza teatral de Wajdi Mouawad pues, más allá de su innegable calidad, su obra es realmente accesible para un público muy amplio gracias a un ritmo y un tono narrativo que, si bien pertenecen al campo de la dramaturgia, se podrían casi encuadrar en el del relato corto. Y afirmo sin rubor que, a mi entender, se trata de uno de los mejores autores actuales en el ámbito teatral y un claro punto de acceso al mundo del teatro para aquellos que su lectura les supone cierto reparo o dificultad.

Con el aire y el tono trágico con el que nos tiene acostumbrados el autor libanés, en esta obra teatral nos sitúa de entrada en una escena en la que conocemos a Eitan (un joven investigador genético) y Wahida (una joven estudiante árabe) en un encuentro azaroso en el que las vidas de ambos coinciden; se encuentran las personalidades y se cimientan las emociones. Porque, en un salto temporal, vemos que esa escena constituyó el primero de sus inicios, bellos, preciosos, intensos, pero que la realidad es más compleja y la actualidad es diferente, que la narración los devuelve al presente y los sitúa en un hospital donde Eitan está ingresado tras sufrir un ataque terrorista en el que mueren setenta y ocho personas en el puente de Allenby cuando se desplazaban en autobús donde iban a viajar desde Israel a Jordania; un atentado en el que ella sale ilesa pues es interrogada mientras, trágicamente, oye la detonación.

Estilísticamente, la narración de Mouawad es impecable al mezclar diferentes episodios temporales con el perfecto uso de elipsis que nos ubican en los momentos clave, no únicamente de la relación entre ambos jóvenes, sino también en la compleja vida familiar de Eitan. De manera perfectamente hilvanada y nutrida de precisos y emotivos diálogos, el autor nos traslada a una historia que encaja perfectamente en los temas a los que nos tiene acostumbrados el autor libanés porque, con esta corta obra, Mouawad nos lleva a esos sitios que, aunque ya conocidos, sabe tratar de manera tan sublime: los conflictos territoriales («¿Hasta qué punto debemos atarnos a nuestra identidad perdida? ¿Qué es vivir entre dos mundos? ¿Qué es un emigrante? ¿Qué es un refugiado?»), los orígenes («es tu vida, eres libre, ninguna ley te prohíbe amar a quien quieras, pero hay otra ley, más antigua, ancestral, que tiene su origen en la sangre de nuestros antepasados y que nos hace responsable ante los demás»), la pasión amorosa («Eitan, el universo se divide con cada ‘si’. Me lo has repetido tantas veces. Pero olvidamos que, en este mismo momento, hay otros universos donde tú y yo nunca nos hemos conocido. Si eso es verdad, entonces, no sé quién es hoy, entre yo y yo, la más desgraciada (…) prefiero ser antes una piedra que esa otra para la que no significas nada»), el maltrato, la religión («¡No es judía! No es de nuestro círculo, de nuestro mundo…», «los árabes, hoy, son enemigos de tu padre (…) hay un océano de árabes que desea la destrucción de Israel»), el dolor y la pena («el dolor no se transmite de generación en generación (…) la única transmisión que existe es genética y la genética es sorda y ciega a cualquier afecto, a cualquier dolor. ¡No está en la sangre no en la carne! ¡Está en la cabeza!»), los conflictos familiares («respeto el dolor de mi abuelo y el tuyo y el de mi pueblo (…) pero, ante el amor, nada de sostiene»). De esta manera, el autor cubre varios aspectos que la humanidad vive y sufre, ahora y desde tiempos inmemoriales.

Con esta obra, el autor asemeja y extrapola el duelo y la tragedia dentro de una familia con la existente dentro de un territorio, porque ubicando la acción desencadenante en el puente de Allenby, el autor ya lanza un claro mensaje que sintetiza, magistral y desoladoramente, al afirmar que «la reconciliación ya no es posible. Demasiadas tierras robadas, demasiados kilos asesinatos, autobuses volados por los aires, demasiadas violaciones, demasiados muertos. ¿Cómo olvidar lo que nos hacen y cómo olvidar lo que les hacemos? (…) Contamos nuestros muertos sin contar los suyos y cuando sus muertos son más numerosos que los nuestros celebramos la victoria y nos volvemos a la orilla de nuestro mar y ellos a la orilla del suyo. (…) Es una fosa común, y tenemos que saltar dentro porque todos estamos de luto por el mismo sueño que nunca ha sido llorando: el de vivir juntos».

Como es habitual en Mouawad, el autor establece un escenario en la que los personajes son sumidos en el desconcierto y el caos para lanzarnos, a partir de ellos, una serie de ideas que hieren como puñales sobre la religión, el conflicto, los orígenes de un pueblo, pero también de una familia. Y, en medio de ese caos emocional, lanza la flecha que hace que ese aliento contenido en cada uno de los personajes, ese aire que flota perfectamente inmóvil sosteniendo la tensión finalmente estalle y someta a sus protagonistas a una situación donde las certezas se diluyen, las mentiras asoman y las cuestiones sobre quiénes son y cómo han llegado allí se tambalean, porque «el pasado nos alcanza», porque «la verdad no es un juego. Es peor que la justicia, es lo peor de todo, es un juguete aterrador». Ese es el efecto Mouawad, el de crear el clima antes de la explosión, y someter a todos y cada uno de sus personajes al abismo que se abre ante sus pies cuando la verdad aparece y deja un hueco que solo el amor y la esperanza en un futuro mejor puede cubrir.

Mouawad deslumbra con su prosa poética para tratar la tragedia en sus dimensiones más profundas: a nivel personal, a nivel familiar, a nivel de tradiciones y orígenes y a nivel global, enfrentando a sus personajes a una lucha interna en un mundo externo que se tambalea a la vez que su propia vida. Las tragedias de Mouawad rompen las emociones transitando en la línea que separa y une familias y tradiciones, religiones y tierras, presente y futuro y un pasado de suelo fangoso y equilibro inestable donde se deberían sustentar unos pilares básicos (familia, tradición, creencias, identidad), pero a los que los silencios y mentiras del pasado carcomen hasta dejar solo los restos, los cimientos de una terrible verdad que lucha por asomarse ante tanta desgracia e infortunio y que solo la reparación y la generosidad pueden subsanar y renacer a partir de tan arduas, inhóspitas e infértiles cenizas.

También de Wajdi Mouawad en ULAD: Litoral, Incendios, Bosques, Cielos, ÁnimaAssedegatsUn obús al corMadre

6 comentarios:

Paloma Martínez dijo...

Estupenda reseña.
Muchas gracias por la recomendación de esta nueva obra de un autor magnífico que has retratado perfectamente.
Paloma Martínez

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Paloma.
Celebro que te haya gustado la reseña y que compartamos opinión acerca de tan gran autor.
Saludos, y gracias por comentar la entrada.
Marc

taiunjuan dijo...

magnífico abrebocas al nuevo manjar de Wajdi. gracias Marc

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, taiunjuan, por tus palabras.
Celebro que te haya gustado la reseña de este gran autor.
Saludos y gracias por el comentario.
Marc

Lupitapm dijo...

Hola, Marc:

Se me pasó esta reseña, y vengo a comentarte que otra vez coincidimos en bagaje o gusto lector, porque me encanta ir al teatro, pero es el género que más me cuesta leer, quizás porque en la narración soy más de descripciones que de diálogos, no lo sé.

Tendré muy en cuenta a este autor para congraciarme con dicho género, aunque me he leído (por obligación, también hay que decirlo) gran parte de los clásicos teatrales. Creo que mi obra teatral favorita es "Luces de bohemia" Esa sí me fascina.

Saludos

Marc Peig dijo...

Hola, Lupita.
Me ocurre algo parecido, pues leer teatro me cuesta (a diferencia de verlo, que me gusta mucho). Aún así, este autor lo one fácil por lo que te animo a que te aventures en su obra, que te recomendaría que empezaras por “Incendios”, para mí su mejor obra.
Si finalmente te decides a ello, ¡ya nos contarás!
Saludos
Marc