miércoles, 2 de junio de 2021

Izaskun Gracia Quintana: Lo que ruge

Idioma original:
español
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable

Izaskun Quintana Gracia (para quienes hacemos este blog y tuvimos la suerte de compartir espacio con ella, simplemente "Izas") es una autora con una obra variada y ya relativamente amplia, en los géneros de la poesía (con volúmenes como fuegos fatuos, eleak eta beleak o saco de humos) y la narrativa, fundamentalmente el relato corto, en obras como Crónicas del encierro o esta, Lo que ruge, recientemente publicada en El Transbortador. Ambas tienen mucho en común: la sensación de incomodidad, de extrañeza, aislamiento; la violencia humana o sobrehumana que se abate sobre los personajes - o es ejercida por ellos; y también la crudeza explícita con la que se narra el horror.

Aunque, en realidad, quizás no se del todo correcto decir que Lo que ruge es un libro de terror: sus relatos fluctúan entre lo fantástico, la weird fiction y un tipo de cuento de terror, sí, pero sin monstruos, o basado en los monstruos con los que convivimos todos los días. (Bueno, menos en "Natividad". Pero no quiero contar mucho para no estropear la sorpresa).

Una idea que flota en muchos de los relatos del libro es la del Fin del Mundo, o el Fin de Algo, al menos: apocalipsis, crisis climáticas, guerras o invasiones no siempre muy definidas o explicadas, que amenazan con acabar con el orden establecido y con el mundo tal y como lo conocemos; es posible interpretarlos como un reflejo de las actuales preocupaciones ecológicas, aunque también creo que tienen evidentes lecturas políticas, a pesar de que ese mundo, conviene decirlo, no siempre es el nuestro, el que nosotros habitamos en la Tierra. Así, por ejemplo, en el primer relato del libro, "El gran día", nos encontramos ante un universo que decae, una civilización-colmena cuya continuidad está en riesgo, y que puede depender de que la protagonista acepte y responda a su destino; en "Lo que está por venir" es la propia tierra la que se convierte en ceniza, hasta que solo un pequeño territorio costero, rodeado por la Muralla, parece sobrevivir en espera de que llegue su turno; en "La granja", una especie de actualización de Una modesta proposición, es la comida la que escasea, exigiendo soluciones ingeniosas para sobrevivir... 
 
El relato que cierra el libro, "La victoria de la insania", es el más extenso y complejo, y también me aprece el mejor de esta serie: comienza con una invasión militar, para luego centrarse en un grupo de niños que, para salvarse del exterminio, se hacen pasar por locos y aprenden a vivir encerrados en un manicomio, a espera de que vuelva la normalidad. Solo que se plantea la pregunta: ¿hasta cuándo o durante cuánto tiempo puedes fingirte loco sin volverte loco realmente? Seguro que este relato fue escrito antes de la pandemia, pero resulta especialmente significativo después de ella. Además, este relato evita una sensación que queda con los tres anteriormente mencionados ("El gran día", "Lo que está por venir" y "La granja"): la de que el cuento está esencialmente enfocado en construir el mundo de ficción, y se dedica demasiado poco espacio a desarrollar una historia propiamente dicha, abusando, en algunos casos, de la exposición del narrador (algo que pasa sobre todo, creo en "La granja").
 
Frente a estos relatos (post-apocalípticos), con elementos de fantasía o ficción distópica, otros como "La llamada" y "La sombra" responden a una estética y un subgénero muy diferentes: son relatos en un entorno realista (o sea, sí se sitúan en nuestro mismo mundo) y se basan en la creación de una tensión creciente, en la sugerencia de una violencia subterránea, como la irritación producida por una fricción constante o una obsesión insatisfecha, dispuesta a estallar en cualquier momento. Son, en ese sentido, relatos más parecidos a algunos de los que componían Crónicas del encierro, donde lo fantástico ocupaba (si no recuerdo mal) mucho menos espacio.
 
Y así llegamos a mis dos relatos favoritos del libro, que vienen a responder, aproximadamente, a cada una de las dos series o "estéticas" mencionadas: "Natividad", que es una recreación, como el título indica, de la escena navideña del Belén y la Virgen embarazada, le da un giro fantástico y terrorífico al tema, ya que el fruto del vientre de Miriam, esta virgen contemporánea, no viene de Dios sino del espacio exterior, en forma de vida alienígena. "Naveciudad", por otra parte, es un relato inquietante, distópico sin ser futurista, que tiene una de las virtudes que más aprecio en cualquier narración: la de sugerir sin explicar, planteando preguntas abiertas y creando una inquietud que al final del relato pervive porque, precisamente, no se cierra con una explicación tranquilizadora. Por su tema (el de una mujer que trabaja en un enorme y deprimente polígono industrial, y que se obsesiona con un misterioso hombre que viaja en el mismo tren que ella) y por su visión del trabajo como entorno deshumanizante, también este relato creo que se abre a lecturas políticas diversas y muy relevantes en estos tiempos de crisis sucesivas.

Releyendo mi propia reseña de Crónica del encierro veo que hablaba de que hay una progresión en los temas a lo largo del libro, una especie de viaje en espiral que se adensa alrededor de elementos comunes. Algo así puede apreciarse también en Lo que ruge, un libro que parece anunciar el cierre de un ciclo, de un mundo, de una forma de vida, y que se organiza de forma casi obsesiva alrededor de la idea de decadencia y desaparición - producida, en este caso, siempre con violencia y sufrimiento: not with a whimper, but a bang. Quizás sea un signo de nuestros tiempos, en que unos hablan del "final de la historia" mientras muchos otros luchan por llegar a fin de mes. Por lo menos, habrá que pensar, que el fin del mundo nos pille leyendo.

4 comentarios:

Oriol dijo...

Muy buena reseña, Santi. El libro tiene una pinta estupenda. Por cierto, he visto que inauguras la etiqueta de weird fiction, subgénero que me encanta y del que espero que traigas más exponentes en breve. ;)

Juan G. B. dijo...

Hola:
Doy fe de que tienes razón en la reseña, Santi.

Koldo CF dijo...

Pues parece tener muchos puntos en común con libros de relatos de autoras latinoamericanas recientes, no? El terror cotidiano, la violencia subterránea, la realidad y la fantasía... Al menos eso me sugiere la reseña, vaya

Santi dijo...

Pues me alegro de os haya gustado la reseña :)

Realmente la categoría "weird fiction" es un poco... weird, me cuesta bastante "ponerle cara", por decirlo así. En el blog tenemos reseñadas varias obras de China Miéville, y algunas de ellas creo que entrarían en esa categoría (aunque no todas: "La ciudad y la ciudad" creo que es más ciencia ficción pura...). En todo caso, Oriol, anímate tú a reseñar alguna obra también, que me interesa el tema :)

Y en cuanto al comentario de Koldo, creo que la fantasía o terror de Izaskun, en la mayoría de los cuentos, es más decididamente irrealista que la de las autoras latinoamericanas, es decir, parte de un universo que ya es radicalmente diferente del nuestro en varios aspectos - o en casi todos. En cambio, tengo la sensación de que las narradoras del nuevo terror hispanoamericano parten de la realidad, para buscar en ella los elementos terroríficos, con algún pequeño elemento sobrenatural o fantástico pero sin despegarse demasiado del universo realista. En este libro hay un par de cuentos que sí encajarían en esa descripción ("La llamada" y "La sombra"), y "Naveciudad" depende cómo se lea podría ser también un relato distópico, o por el contrario la descripción de la vida cotidiana de una currela alienada más...