jueves, 13 de mayo de 2021

Usumaru Furuya: El club del suicidio

Idioma original: japonés

Título original: Jisatsu Sākuru 自殺サークル

Traducción: Marc Bernabé

Año de publicación: 2001

Valoración: Turbio


No sé si alguien se ha dado cuenta, pero en cuestión de libros disfruto bastante metiéndome en terrenos que no conozco. Si además tengo que escribir una reseña sobre algo que para mí es totalmente nuevo me siento flotar en una atmósfera de libertad absoluta, como un recién nacido que pudiese opinar sobre el mundo que acaba de descubrir. Pienso que los lectores serán indulgentes con mis tonterías, que mi inocencia será salvoconducto suficiente para que todos rían mis ingenuidades y toleren de buen grado cualquier cosa que diga. Luego quizá no sea así, pero esa es mi disposición inicial, y las posibles críticas las aceptaré de buen grado (como siempre) y me afectarán poquito o nada. Esta vez he descubierto algo que nunca había tenido entre manos y puede que nunca vuelva a catar: el manga.

El club del suicidio, como su propio título parece indicar, no es precisamente un manga para niños, tal vez ni siquiera para adolescentes, aunque por el carácter fantasioso que se descubre poco a poco puede que tampoco tenga la carga peligrosa que en principio anuncia. Al parecer, se trata de una versión libre de la película del mismo título, o más bien una recreación a partir de su primera escena: el suicidio colectivo de cincuenta y tantas chicas lanzándose bajo las ruedas del tren en la famosa estación de Shinjuku. La historia se desarrolla en torno a Saya Kôda, que milagrosamente sobrevive a la masacre y que iniciará (o continuará) lo que parece un extraño proceso autodestructivo. Para asombro y rabia de su mejor amiga, Saya transita, de momento, por distintos niveles de los trastornos de comportamiento más escabrosos, como las autolesiones o la prostitución como forma de obtener la mayor degradación personal.

El relato resulta desasosegante, mezclando en proporciones cambiantes elementos realistas y otros algo más fantasiosos. Desde la primera de las perspectivas, nos sumergimos en ese mundo complicado de la psicología adolescente: amistades que ocultan rencores insospechados, grupos inquietantemente uniformes, relaciones tóxicas. En fin, que tampoco nos vamos a poner demasiado graves, estamos en esa etapa complicada en la que se asienta la personalidad y donde, como ya sabemos, algunos caminos llevan a terrenos bastante peligrosos, no digamos en la era de internet.

Sin embargo, la historia gira lentamente hacia terrenos todavía más problemáticos y de mayor confusión, partiendo del control mental y el vaciamiento de la personalidad para llegar, de forma muy gradual y tampoco muy clara, a lo que más parece algún tipo de posesión paranormal (por lo que he podido ver en otros productos japoneses, esto de los intercambios y alteraciones de la personalidad parece que por allí gusta bastante). Curiosamente, este giro le resta dramatismo al relato porque lo descarga de aquellas terribles tendencias de adolescentes reales para acercarnos al campo de lo inverosímil, y está claro que resulta menos perturbador presenciar actos movidos por los hilos de fuerzas sobrenaturales que si responden a situaciones potencialmente reales.


En el aspecto gráfico (que sé que es algo que siempre valoran mis compañeros en este tipo de textos) la verdad es que no veo mucho que decir. He visto en este blog libros con ilustraciones realmente llamativas, a veces por su belleza, otras por su sordidez o su creatividad. En el caso de este manga no detecto nada digno de mención, el dibujo es bastante simple y apenas transmite un halo de frialdad, nada adicional al propio relato, si acaso en la última parte parece moverse hacia imágenes algo más simbólicas.

Como decía al principio, reconozco que no me muevo con comodidad en este terreno. A veces me parece estar buscándole cualidades narrativas o fundamentos filosóficos a Zipi y Zape. Un libro como este no deja de ser una opción más, tiene su punto curioso, es cómodo y rápido de digerir, y en este caso plantea algunas cuestiones bastante delicadas. Quizá habría que conformarse con eso y disfrutarlo en lo que se pueda. Porque, oiga, de todo se puede sacar algún partido.


4 comentarios:

Oriol dijo...

Una reseña tan válida, Carlos, como la que pudiera haber hecho cualquier aficionado al manga. Y muy bien argumentada.

Fíjate tú, me suena haber leído esta obra cuando iba al instituto, por Internet, pero no recuerdo nada de nada. Por lo que cuentas, es mi rollo: tanto el de entonces como el de ahora. Quizá, si se cruza en mi camino, le doy otro tiento.

Carlos Andia dijo...

Sí, pienso que te puede ir el tema, aunque igual un poco suave para tus gustos, jeje

José A. García dijo...

Primero vi la película, años después me enteré que era un manga. No pude más que buscarlo y conocerlo. Es una excelente historia, pero como la mayor parte de los productos orientales son para el morbo o para el comercio, no para pensar en el trasfondo de lo que lleva a que se produzcan situaciones como las descriptas.
¿Por qué no se habla del suicidios en los medios? ¿Por qué las redes no permiten hablar del tema tampoco? ¿Por qué tanto miedo? En fin.

Saludos,

J.

Carlos Andia dijo...

Pues si, es un tema delicado, pero yo creo que la lectura si puede favorecer alguna reflexión sobre el tema. Aunque el relato incorpore otros elementos, no deja de tratarse de adolescentes en una fase problemática, muy dependiente de sus relaciones, etc.

Un saludo y gracias por participar