lunes, 10 de mayo de 2021

Robert Penn Warren: Todos los hombres del rey

Idioma original: inglés

Título original: All the King`s Men

Año de publicación: 1946

Valoración: Imprescindible



A punto de cerrar el libro, y todavía levitando por lo que acabo de leer, me tropiezo con la foto del escritor encabezando una corta biografía y no tengo más remedio que emocionarme, no solo por la huella que han dejado en mí sus más de siete centenares de páginas sino porque nunca tendré ocasión de abrazar a un autor (norteamericano, fallecido en 1989) cuya fisonomía puede parecer anodina, pero solo a quien no le haya acompañado a lo largo de esta travesía maravillosa. (Y eso que mi primer impulso al ver el bulto fue arrinconarlo por tiempo indefinido). Digo más, obras como esta no solo deberían recomendarse, tendrían que recetarlas los farmacéuticos (¡ejem! esto se llama hipérbole), porque pueden gustar a todo el mundo (con cierta paciencia lectora), porque la crítica ha derrochado alabanzas desde que se publicó hasta hoy mismo y porque ofrece un pedazo de vida auténtica, un retrato de las sociedades humanas en todos sus aspectos, sin olvidar lo peor ni lo mejor de ellas.

Su autor ganó el Pulitzer por esta novela (y otros dos como poeta), y, ya convertida en película, obtuvo varios oscars en su versión de 1949, la clásica. Parece que Warren, aunque nunca lo reconoció abiertamente, tomó como modelo a Huey Long (gobernador de Luisiana de 1928 a 1932 y senador de 1932 a 1935 por el Partido Demócrata). Imposible saber si los rasgos de Willie Talos, aparte de la coincidencia del apodo, traducido aquí como el Jefe, se ajustan al original, pero su  política populista y rasgos de personalidad están perfectamente descritos. De todas formas, el argumento rebasa los límites de una biografía novelada ya que Jack Burden, el narrador, posee protagonismo y personalidad propios, hasta tal punto que su figura resulta todavía más relevante si cabe. Desfila también por allí un puñado de personajes, llenando el escenario de luces y sombras y trazando un microcosmos que se parece mucho a lo que podemos observar, tanto en nuestros días como, probablemente, en cualquier época histórica. Se trata, pues, de una novela política, pero tan humana y universal que, nos interesen o no ese tipo de cuestiones, nunca nos va a dejar indiferentes.

Desde ese primer capítulo –en el que con el pretexto de un viaje por carretera se incluyen los recuerdos del momento en que ambos personajes se conocieron en el bar de Slade– nos sentiremos atrapados por unos tipos y un ambiente muy particulares, así como por las metáforas y los sarcásticos y cínicos comentarios del tal Burden. Una escena memorable que, además de presentar a todos ellos, subraya cómo se han ido transformando con el tiempo y en función de las circunstancias. Este capítulo fue entregado al editor cuando la novela era solo un proyecto y devuelto con una serie de recomendaciones que acabarían transformándolo de forma apreciable. La primera versión se incluye al final del volumen y, desde luego, vemos que ha mejorado con el cambio, sobre todo porque el autor no lo reescribió hasta que la novela estuvo acabada. No ocurre lo mismo con el resto de objeciones que el equipo editorial puso al primer borrador. La edición que he leído traduce la versión restaurada, que –tal como se indica en el Apéndice final – está basada en varios manuscritos conservados y no solo en el texto publicado en 1946, ya que considera que gran parte de esas correcciones rebajan la calidad de la obra o diluyen su auténtica esencia.

Las incidencias que determinan la vida de estas personas a lo largo de décadas muy significativas en la historia de Estados Unidos, -marcadas por la Gran Depresión del 29, la Ley Seca, la corrupción política, los padecimientos europeos, la mentalidad de la época etc.– traza un panorama social fácilmente identificable y un análisis de las relaciones familiares y de todo tipo tan realista como descarnado y, no obstante, lleno de esperanza. Jack es observador y errático, el testigo ideal para trasladarnos lo que ocurre. Conoceremos también a Lucy, la maestra casada con Talos, a Sadie Burke y el encanto de su inteligencia, a Anne y Adam Stanton, amigos de Jack desde la infancia y pertenecientes, como él mismo, a una de las familias más influyentes del lugar, al Juez Irwin, al Niño de Azucar, al Pequeño Duffy y al resto de los chicos que acompañan siempre a Talos y cuya actitud recuerda a esas figuras del hampa que hemos visto en el cine en blanco y negro. Se nos mostrarán las difíciles relaciones que mantiene Jack con sus padres, cada uno por separado, y sus personalidades respectivas, tan atípicas como opuestas.  Pero, sobre todo, vamos a acompañar al gran Willie Talos, el Jefe. Talos, procedente de una familia humilde, logra graduarse en Derecho a base de robar horas al sueño. Su talante, idealista y algo ingenuo, lo impulsa a procurar el bien común. Pero las buenas intenciones no triunfan, el electorado no quiere que le hablen de proyectos ni estadísticas, y se inclina más bien por los candidatos que les seduzcan con buenas palabras. (“Tu misión es ofrecerles algo que los saque de su marasmo y les haga recuperar las ganas de vivir. Aunque solo sea durante media hora. Por eso acuden a los mítines. ¡Diles lo primero que se te ocurra, pero, por el amor de Dios, no intentes conseguir que piensen!”). Esto, unido al hecho de que el panorama político esté copado por facciones enemigas que luchan a brazo partido por hacerse con el poder a costa de lo que sea, acabará abriendo los ojos a Talos que se convertirá en el oponente más populista y astuto, imposible de vencer por los retorcidos procedimientos habituales pues, una vez asimilados, es el que mejor los domina. El relativismo moral es una constante en todas las etapas y en todos y cada uno de los personajes (que abarcan toda la gama: del amoral absoluto, el que admite componendas para conseguir un fin más elevado hasta el idealista sin mácula que caerá en un inevitable fanatismo, pasando por la abnegada que  vive al margen de lo que se cuece pero se aprovecha de los réditos o la ingenua en apariencia que sufre pero también se beneficia). Aquí abundan los matices aunque la degradación va aumentando con el tiempo, a veces de forma imperceptible. Pero es Jack, el independiente, pragmático, indeciso, escéptico Jack, quien nos informa de los hechos y nos mueve a reflexionar sobre lo que estos significan.

Los años pasan y nunca dejarán de sorprendernos, pues Warren desarrolla un argumento tan complejo como dinámico: siempre ocurre algo, y es tan determinante que dislocará una y otra vez cada estado de cosas. Hay que tener en cuenta que los acontecimientos se narran desde el futuro, y que lo que se nos muestra es un presente que desconoce lo que va a ocurrir, por eso hay comentarios o destellos fugaces de lo que ocurrirá luego que pasarán desapercibidos al lector porque quien los hace es el Jack más maduro y no el joven que los está viviendo. Alarde metaliterario que, junto a dos investigaciones acerca de la historia familiar de Jack, integran en el argumento algunos interesantes procedimientos de construcción narrativa que resultan la mar de sugestivos. También hay mucho lirismo, recreación de paisajes y sentimientos que nos acercarán al narrador hasta convertirnos en poco menos que sus cómplices. Todo encaja tan perfectamente como el mecanismo de un reloj, pero las piezas están desperdigadas y no ocuparán su sitio, para gran satisfacción del lector, hasta que lleguemos al punto final.

7 comentarios:

Myrna dijo...

Lo leí por casualidad. Me llego de rebote con un pack de libros de segunda mano y no puedo estar más de acuerdo con esta reseña. Extraordinario libro. Recuerdo que cuando lo leía pensé que hoy en día “ ya no se escribe así “. Tal era el disfrute literario que me proporcionó.

Josefi Speer dijo...

Hola. Gracias por compartir esta publicación acerca de todos los hombres del rey. Me gusto mucho como escribes acerca del tema. Espero sigas adelante con el blog. Felicitaciones :)

Montuenga dijo...

Pues me alegra coincidir contigo, Myrna, y que lo hayas dicho aquí porque así se animará más gente a leerlo. Yo también tuve la suerte de que "me lo descubrieran". He leído que se reedita periódicamente, pero quizá en España no. En cualquier caso, seguro que quien tenga interés podrá encontrarlo en bibliotecas. Saludos.

Hola Josefi, si te ha gustado la reseña puede que te animes a leer el libro y que sigas consultando el blog. Por nuestra parte, siempre adelante. Muchas gracias.

Juan Caleya dijo...

Una novela excelente.¿Podría ser la Gran Novela Americana? Pregunto.

Montuenga dijo...

¡Buena pregunta! Habría que consultar el Canon de Bloom a ver si está, y mirar otros estudios filológicos para saber qué dicen los expertos.

Jeremías. dijo...

Gracias por la recomendación. La tenía en mi lista, pero no me decidía a empezarla. Coincido con lo de “imprescindible”. Es una novela tremenda, extraordinaria. Y eso que no es perfecta: tiene capítulos, sobre todo de la biografía de Burden, demasiado prolijos y en ocasiones roza el melodrama. Pero está llena de fuerza y retrata la naturaleza de la condición humana y de la sociedad con una profundidad y brillantez inusuales. Y está, a su manera, muy bien escrita. Y no puedes dejarla, y estás deseando volver a cogerla: el placer de la lectura, que es lo mas importante.

Montuenga dijo...

Pues gracias por la confianza y me alegro de que te haya gustado. Coincido en todo lo que dices, es una experiencia fascinante, nos habrán contado miles de historias parecidas pero este autor (como todos los grandes) te lleva de la mano, y aunque a veces digas "no tengo ni idea de por qué me estás contando esto", te dejas llevar y, al final te da lo mismo, sabes que no te va a decepcionar y le sigues adónde te lleve.
Saludos y seguimos leyendo.