miércoles, 24 de marzo de 2021

Octavia E. Butler: La parábola del sembrador

Idioma original: inglés
Título original: Parabel of the Sower
Traducción: Silvia Moreno Parrado
Año de publicación: 1993
Valoración: muy recomendable

En momentos de incertezas y temores a nivel mundial, a veces buscamos distopías que nos presenten mundos y escenarios que, aunque ficticios, nos resuenen fuertemente y establezcan paralelismos con las crisis actuales. Y sí, hablamos de “crisis” en plural, porque en esta novela escrita por Octavia E. Butler, una de las principales autoras y precursoras de ciencia ficción que existen, la crisis climática y económica son algunos de sus puntos principales. 

Escrita en 1993, esta novela distópica se sitúa inicialmente el 20 de julio de 2024 en un contexto postapocalíptico que no difiere en exceso, a nivel conceptual, de nuestro mundo, con el que vemos claras reminiscencias. La autora sitúa el escenario principal de la novela en una pequeña ciudad en la zona de California, una ciudad dividida por barrios amurallados, encerrados en sí mismos en un ambiente oscuro, pobre y peligroso, lleno de indigentes y drogadictos con partes del cuerpo amputadas, miseria, enfermedades, suciedad... un ambiente cargado y tenso en el que sus habitantes tienen que ir armados para evitar robos, saqueos, violaciones o asesinatos. En una de las casas de esos barrios humildes vive la joven Lauren (quien cumple quince años cuando empieza la narración) con su padre, pastor baptista, Cory (su madrastra) y sus hermanos, todos varones, encerrados en un barrio protegido por un muro, aunque su padre sale una vez por semana para trabajar y, cuando salen del barrio, lo hacen armados y en grupo, pues el paisaje está repleto de casas destrozadas, quemadas, vandalizadas, llenas de indigentes, alcohólicos o drogadictos. Los que viven en la calle están desesperados o locos, se arrancan unos a otros orejas y brazos y la amenaza de la pobreza y la delincuencia convierte su mundo en un peligro constante; ya la propia Lauren reconoce, con pesar, que «es mi casa. Es mi gente. Pero lo odio. Es como una isla rodeada de tiburones, salvo que los tiburones no te molestan a menos que te metas en el agua. Pero nuestros tiburones de tierra están intentando entrar. La cuestión es cuánto tiempo tardarán en tener suficiente hambre». Así, cada salida es un riesgo, una amenaza, que la autora constata al regreso afirmando que «por fin, llegamos a casa, nos envolvimos en el muro de nuestro vecindario y nos acurrucamos en nuestras ilusiones de seguridad».

Butler impulsa en este libro un ritmo altísimo y, sin pelos en la lengua, denuncia políticos y gobiernos, retratando una sociedad arrastrada y exprimida por un inagotable y hambriento capitalismo que convierte a los ciudadanos en un puñado de bocas hambrientas y recelosas. La introducción de ese mundo y los personajes es desde la narración en propia persona de Lauren, quien narra juzgando, profiriendo reivindicativamente proclamas e ideología, dando su punto de vista negativo y pesimista sobre cómo se ha llegado aquí, pero advirtiendo que ese mundo se encamina a un futuro aún peor. No hay confianza en la política, ni en la policía ni incluso en la humanidad más allá de su pequeña comunidad, y, aun así, con matices. Es la subsistencia, es la supervivencia, es su día a día.  El libro contiene mucha violencia, explícita e implícita y la autora no se regodea en ella, pero tampoco oculta detalles.

Temáticamente, el libro explora diferentes facetas que convergen en un claro grito de inconformismo hacia la sociedad que se va alzando ante nosotros y critica de manera explícita el egoísmo, causa de los principales males que arrastra y al que la autora claramente apunta y denuncia afirmando que «aquí fuera somos tontos. Queremos confiar en la gente». Pero no solo esto, la autora demuestra su inmenso talento al abordar también diferentes aspectos de la sociedad, que ya a inicios de los años noventa auguraban un aciago mundo:
  • El cambio climático: este es uno de los temas en los que incide el libro que cobra relevancia incluso más ahora, más de dos décadas más tarde. El ambiente cargado que profesa la narración de la autora nos sitúa en un mundo donde llueve únicamente cada seis o siete años, donde el agua es uno de los bienes más codiciados y no siempre fáciles de obtener (y menos aún a un precio accesible), donde existen aguadores que venden agua a indigentes y okupas a un precio varias veces más caro que el de la propia gasolina.
  • La crisis económica y la segregación de clases: la población se estructura en barrios constituidos de manera clara según los recursos económicos de sus familias constituyendo tres grupos poblacionales: los poderosos (que viven apartados y rodeados de alta seguridad), la clase media que vive en apuros y la gente sin hogar; estas dos últimas clases luchan por el espacio y por los pocos recursos en su particular mundo donde los atracos, robos y saqueos se producen de manera continua, donde no se puede salir del propio barrio sin ir armado o, incluso así, sin temer por la propia vida.
  • La crisis política, con una pérdida absoluta de confianza hacia los grandes estamentos, donde la policía no sirve para controlar la situación y se despreocupa de la seguridad de los ciudadanos, donde los bomberos cobran por cada actuación y donde la emergencia del populismo supone una nueva amenaza con la que se tienta a los desesperados ofreciendo soluciones milagrosas.
  • La cultura, como elemento indispensable para entender el mundo y entendernos, la importancia de la formación para constituir un mundo mejor, más rico humanamente, más fuerte y humano, más solidario e integrador.
  • El eje racial, en el que el racismo y su denuncia es evidente y constante. Butler lucha contra este aspecto y nutre en relato de protagonistas diferentes al típico hombre blanco de mediana edad que protagoniza gran parte de la literatura de ciencia ficción. Aquí los personajes son hispanos, negros, jóvenes, viejos, quienes conforman de manera conjunta un reparto coral acorde a la sociedad norteamericana. 
  • El empoderamiento femenino, pues la actitud inconformista, la valentía, inteligencia y la capacidad de liderazgo radica en la joven Lauren, quien ejerce de guía ante las personas que se van añadiendo al grupo en una huida hacia tierras más hospitalarias, hacia un mundo con más opciones no ya de comodidades, sino únicamente de subsistir sin temer por la propia vida, sin que esté amenazada por la ambición o desespero de otros, o por la propia miseria. La hiperempatía de Lauren, enfermedad heredada de su madre drogadicta que murió durante el parto, que causa que siente en sus propias carnes en dolor y el placer de los demás, sufriendo y sintiendo como propio el dolor ajeno hasta el punto de desmayarse en ocasiones. Algo realmente indeseable y peligroso en un mundo donde la violencia está por todas partes, aunque la convierte en alguien especial, alguien terriblemente solidario, porque “si todo el mundo pudiera sentir el dolor de los demás, ¿quién torturaría?”
  • El capitalismo, que crea un mundo de desigualdades, en el que se hecha a la gente de los barrios y en el que las empresas someten a sus empleados a trabajar por sueldos mínimos a cambio de mantener su seguridad, llegando a situaciones de esclavitud donde el empleado se debe únicamente a la empresa para la que trabaja.

El libro que ha escrito Octavia E. Butler es un alegato contra el conformismo, contra la codicia de la sociedad, contra los políticos y el sistema, contra el egoísmo, y una tremenda e irrefutable defensa del empoderamiento femenino, imprescindible para no únicamente la supervivencia sino también para avanzar, para conseguir defender la vida y perseguir una vida un futuro mejor en un mundo condenado a su desaparición pues «nos estamos desmoronando. El vecindario, las familias, los miembros de cada familia… somos una cuerda que está rompiéndose hebra por hebra». Esta obra es un canto a favor de la solidaridad, entre personas que no se conocen, entre pueblos, entre etnias. El camino que emprende Lauren en su huida es un camino difícil y solitario, pero al que la fortaleza de su personalidad y convicción en las ideas de que ese tipo de sociedad es posible le permiten enraizar y difundir su propia religión, sus propias creencias. Así, en esta novela constituye un bildungsroman social, partiendo de uno, encajando en todos; buscando la salida de un entorno cada vez más hostil, en su travesía hacia un lugar mejor no elige compañeros de viaje, sino que se conforma y adapta a quienes se encuentra. En un mundo lleno de personas individualistas, rotas, desesperadas y medio muertas, la autora destaca la importancia de la perseverancia, de la solidaridad, del altruismo, como claves esenciales para hacer renacer un mundo que también se está muriendo, que lo estamos matando entre todos, sin piedad y sin temor a las consecuencias pues ya casi no queda nada que hace que la vida valga la pena. Butler recoge cada uno de los elementos que conforman un mundo lleno de dificultades y obstáculos en el que existen esclavos, maltratados, huérfanos o solitarios para trazar una línea que los asemeje y los una, con la extrema sensibilidad de la que sufre Lauren, para comprenderlos, acogerlos y labrar con ellos una nueva tierra fértil poblada de personas de diferentes etnias y clases, donde crear un nuevo mundo que parta de la igualdad, la solidaridad y la compañía entre individuos diferentes en apariencia pero igualmente humanos.

Octavia E. Butler hace un retrato de un mundo apocalíptico que imaginó hace tres décadas. Curiosamente se ha publicado ahora en castellano, justo cuando hace un año del inicio de la pandemia. Y hemos visto situaciones que avergonzarían a cualquiera: personas haciendo acopio de provisiones, comportamientos insolidarios y eso incluso sabiendo que no habría problemas de abastecimiento. Lo que imaginó Butler, aunque llevándolo al extremo, hubiera podido llegar a suceder; la sociedad es egoísta, no por naturaleza, sino por educación, por tradición, por (in)cultura. Vivimos mirando a nuestro ombligo sin pensar en las consecuencias de nuestras acciones. No tengo duda alguna de que, en caso de necesidad, entraríamos de lleno en un futuro distópico lleno de altercados, saqueos, robos y destrucción. Hemos entrado en una vorágine consumista, egoísta y nihilista que elimina vestigios de compañerismo y solidaridad y, con ello, elimina cualquier futuro y claro que hay casos que van a la contra de esto, pero van a la contra pues son minoría. El egoísmo empuja en una sola dirección, adelante, a por más, sin mirar ya no atrás sino tan siquiera a quien tenemos al lado. Lo hacen las personas y, por extensión, los gobiernos, con el aval de nuestros votos. Hay desigualdad entre personas, entre hombres y mujeres, entre etnias y entre clases; hay muertos en los mares, hay países sin vacunas. Y hay libros sobre distopias postapocalípticas que apuntan hacia ejemplos reales. Todo puede ir a peor, y la distopia que narra el libro no deja de ser un aviso que nos llega con antelación. Quizá sería oportuno no desaprovechar el aviso.

8 comentarios:

Lupita dijo...

Tiene todo, todo para encantarme, hasta he fichado la biblioteca donde está y cuándo devuelven el ejemplar.
Distopía con crítica social, inconformismo e hijos adolescentes.. sabías que te iba a decir que Lo QUiERO leer, jaja.

Gracias, querido Marc, como siempre.
Saludos

Marc Peig dijo...

Hola, Lupita.
Jajajaja sabía que te encantaría, Además, me ha quedado una reseña de lo más optimista ;-)
Bromas aparte, sí, es un libro con muchos elementos interesantes y con un ritmo muy alto. Realmente recomendable.
Ya me contarás qué te parece cuando lo leas.
Saludos
Marc

El viajero de una noche de invierno dijo...

Una escritora que publica su primera obra en 1971 (creo) me da la impresión de que difícilmente puede ser considerada una precursora de la ciencia ficción. A esas alturas ya había leído yo unas cuantas docenas de obras de ese género.

Marc Peig dijo...

Hola, viajero de una noche de invierno.
No soy un experto en ciencia ficción, por lo que puede que tengas razón. De todos modos, lo que pretendo destacar es que se trata de una escritorA negra de ciencia ficción, y no sé si hay muchas más de prestigio antes de ella.
De todos modos, eso casi es lo de menos y abriría un debate terriblemente subjetivo; lo importante es lo que aporta en el libro. Y eso sí que es mucho.
Saludos
Marc

Unknown dijo...

De que editorial es, me interesa

Marc Peig dijo...

Hola, anónimo.
Es de Capitán Swing,
Saludos
Marc

El viajero de una noche de invierno dijo...

Que Buttler sea la primera afroamericana que escribe ciencia ficción es probable (yo, al menos no conozco a ninguna otra, aunque no soy un experto, ni mucho menos). Estoy de acuerdo en que en la cuestión de los precursores hay mucho de subjetivismo: hay quien se remonta a la Historia Verdadera de Luciano de Samosata, mientras otros más prudentes prefieren hablar de ciencia ficción moderna y buscan sus inicios en Julio Verne y Edgar Rice Burroughs. Ahora bien, y perdona, es inaceptable hablar de un (o una) precursora en los 70 del siglo XX. No olvidemos que la década de los 40 (más o menos) se conoce como la Edad de Oro de la ciencia ficción. Aparte de eso, mis felicitaciones por el análisis del libro.
Espero no haberte molestado.

Marc Peig dijo...

Hola, viajero de una noche de invierno.
No me has molestado, en absoluto. Admito la discrepancia y la valoro positivamente si esta argumentado y se hace con respeto, como es el caso. Es posible además que tengas razón, aunque la frase iba en el sentido que apuntas.
De todos modos, es casi lo de menos, lo importante es que se trate la ciencia ficción desde distintas ópticas y puntos de partida.
Saludos, y gracias por el elogio a la reseña y por comentar y matizar la entrada.
Marc