Año de publicación: 2012
Valoración: Bastante recomendable
Esta es la
segunda vez que aparece Arturo Zarco en la obra de Marta Sanz, lo volveremos a
encontrar más adelante. En esta novela, cuyo título es una frase de Chandler
(buen comienzo) el escenario es un espacio limitado, salvo incursiones
ocasionales a Alemania, pero no resulta asfixiante porque la huerta levantina
le suministra todo el aire y la luz que necesita. Lamento sinceramente no poder
mencionar los elementos de tal escenario, ni presentar a sus protagonistas,
comprenderán que me calle algo tan absurdo como el hecho de que un detective,
requerido por una vieja amiga, visite una casa solariega propiedad de una
acaudalada familia y que a continuación empiecen a pasar cosas ante la pasividad del susodicho. Imposible explicar, y
que me crean, que el tal Arturo, no solo está de vacaciones, sino que lo deja
claro en cuanto tiene ocasión y no hace como esos otros profesionales de las
novelas, que se implican en cuanto huele a sangre, estén donde estén, ni
siquiera como las miss marple, jessicas
fletcher y compañía, que atraen sin proponérselo el crimen allá dónde vayan
y usurpan el lugar de la policía porque no pueden vivir sin demostrar su
perspicacia. Éste está justo en el lado opuesto, él cuando descansa, descansa.
Sí, es tan
absurdo como parece. A no ser que Sanz nos esté contando OTRA COSA, o bien,
pretenda introducir ALGO MÁS aparte de lo evidente. Quédense con esto porque la
cosa va por ahí. El caso es que no hay investigación de ningún tipo, pero la
figura detectivesca y demás elementos del género negro ahí están y no se van a
mover. Nuestro personaje ejerce de conductor (o narrador, si lo prefieren), no podemos
considerarle mera función narrativa porque posee personalidad propia, pero más
introspectiva que activa. Su cometido consiste, como he dicho, en pasearnos por
las habitaciones del sanctasanctórum y permitirnos observar a través de sus discretos,
perezosos, y aún así penetrantes, órganos de visión unos tejemanejes familiares
bastante entretenidos. Lo más llamativo a primera vista es que en aquella casa
abundan las gemelas con todo lo que esto conlleva. Utilizando ese rasgo
genético se nos enfrenta a cuestiones como la identidad, confusión de
personalidades, lazos de parentesco más o menos sólidos. Encontraremos
planteamientos aptos para la crítica social y/o las divagaciones filosóficas. Sanz
no da puntada sin hilo, bajo una superficie aparentemente simple, incluso
presentada con cierta sorna, aparecen dilemas tan relevantes como la libertad del
individuo con independencia de su sexo. Allí las mujeres son mayoría, y no se
sienten obligadas a actuar como se supone que deben, sus personalidades son fuertes
y complejas, se toman la justicia por su mano y, encima, nos resultan
simpáticas. La generación más antigua, formada por Amparo y Janni Orts, (de
este foco, parte todo lo que sucederá más tarde, así que atentos) sus amores, sexualidad,
transvase de hijas, manías, su carácter, la vida que llevaron hasta entonces,
sus diferencias y similitudes, su alejamiento que siempre fue cercano. En la
intermedia encontramos a Marina e Ilse y en la más joven a las niñas Erica y
Fanny. Se trata de una novela de mujeres escrita por una mujer en la que los hombres
tienen un papel fundamental, narrada además desde un punto de vista absolutamente
masculino, incluidos prejuicios y fobias. Desde luego, si prescindiéramos de la
portada, pensaríamos que su autor es varón. Y es que pocos protagonistas nos
parecerán más convincentes que el mencionado Arturo, un cínico moderado, bon
vivant comme il faut, pero inofensivo
y muy, muy perezoso.
Recapitulando: hombres
cínicos, vividores, aprovechados, mujeres torturadas e inteligentes que, al
menos hasta cierto momento, consiguen marcar la pauta gracias a sus
privilegiadas mentes, aunque algo tienen que ver también los privilegios que
concede su cuantiosa fortuna, la inteligencia rinde muchísimo más cuando va
acompañada de dinero y aquí parece haberlo a espuertas. Una de las habilidades
de la autora consiste en diseccionar a una familia no demasiado típica y, a
través de ella, averiguar lo que caracteriza a cualquier grupo familiar, sea
cual sea su extracción social, procedencia y hábitos de vida. Porque aquí, como
en cualquier ficción que se precie y aunque parezcan invadirlo todo, lo de
menos son las circunstancias.
Les garantizo que, con un poco de esfuerzo por su parte, se van a divertir porque cada frase está repletita de retranca. Y hablando de frases, el lenguaje es su mayor activo y también su talón de Aquiles ya que no se trata de una narración al uso, lo que leemos es un continuado flujo de conciencia, excepto las confidencias que se adjudican a una de las gemelas tomando como pretexto las palabras que se han formado en un juego de Scrabble. Entre la multitud de metáforas, digresiones y referencias cultas aparece constantemente la voz de la ex mujer, el omnipresente –y, no obstante, ausente– personaje de Paula cuya supuesta opinión atiende sin cesar el alma imaginativa de Arturo. Para quien se haga un lío con esto aclaro que, según se da a entender, se trata de esas relaciones tan estrechas y antiguas que marcan hasta el menor de los pensamientos sin que sea posible evitarlo. ¿Qué diría tal persona si estuviera aquí? Como veremos, la Paula que ha invadido la mente de Arturo no para de opinar sobre cualquier cosa, en cambio la Paula real no dice ni pío. Pues bien, con todo este maremágnum de elementos, y otros que me callo, se va descomponiendo el rompecabezas, personalidades y roles empiezan a mutar –y a inquietarnos, ahora que creíamos haberles cogido el tranquillo– y nuestras ideas previas se descabalan antes de acabar de formarse.
También de Marta Sanz: Clavícula, Contrarreseña de Clavícula, Farándula
No hay comentarios:
Publicar un comentario