jueves, 25 de marzo de 2021

Felipe Hernández Cava y Antonia Santolaya: Del Trastevere al Paraíso

Idioma: español

Año de publicación: 2020

Valoración: está bien

En octubre del 2016 un periodista acude a una residencia de ancianos de las afueras de Roma en busca de una tal Valeria Stoppa. Como consecuencia,  una de las empleadas de la residencia, Paola Merli, deja su trabajo y su casa y se refugia con un viejo amigo que le puede ayudar a conseguir una nueva identidad. Porque esa mujer es en realidad  Valeria y en 1973 formó parte de un gupúsculo terrorista de extrema izquierda y participó en un asesinato; desde entonces vive huyendo, oculta tras identidades falsas. En esta novela gráfica iremos conociendo todo el proceso que llevó hasta ese punto a Valeria, una joven de clase media-baja del Trastévere romano, su formación y radicalización ideológica  -inmersa en un contexto muy particular, el de los "años de plomo" italianos, durante los 70 y 80 del siglo XX, que se considera que comenzaron con el atentado en el Banca Nazionale dell'Agricoltura de Milán, en diciembre de 1969-, así como su crecimiento como mujer. En contrapunto, encontramos la Valeria de más de sesenta años del 2016, que ha vivido en la clandestinidad la mayor parte de su vida y a la que los recuerdos no la dejan permanecer tranquila.

La novela gráfica no sólo nos explica con todo detalle los condicionantes personales -incluyendo los sexuales-, familiares y formativos de la protagonista, sino también, y es de agradecer, las peculiares y ambiguas circunstancias que vivía Italia en aquellos años de gestación del terrorismo de izquierdas. Conocemos, pues, al dedillo los factores que llevaron a Valeria a implicarse en la "lucha armada" -por supuesto, y como no podría, o no debería, ser de otro modo, en la obra encontramos una permanente condena de toda violencia política-, pero, hete aquí que cuando hemos llegado a la parte con más "chicha" de la historia, el momento de la militancia violenta, ésta se resuelve por la vía rápida, lo que contrasta con la pormenorizada explicación de todo lo que le ha llevado hasta ese momento. Y de los muchos años que pasa luego huyendo apenas sabemos nada. Este desequilibrio narrativo se puede explicar porque la historia se nos cuenta desde el recuerdo de Valeria (de hecho, el de los recuerdos o la memoria es uno de los temas de fondo de la novela), que no deja de ser algo selectivo, pero, aún así, resulta desconcertante... Algo parecido, por cisrto, ocurre con el estilo de las ilustraciones de Antonia Santolaya, que podemos considerar como de un "expresionismo naïf", abocetado y colorido, ya que en algunos momentos funciona perfectamente y en otros se adecua más o menos a lo que nos cuenta el guión,  pero que otras muchas veces se queda corto (cierto que la autora, al parecer, es más ilustradora y pintora que historietista, y eso se nota).


Lo más interesante que encontramos, aunque algo trillada, es la comparación que se hace entre estas ideologías revolucionarias y el cristianismo: constantes alusiones al concepto de "sacrificio" (que en el caso de la religión cristiana se ha sublimado de forma incruenta en la Eucaristía, o eso se supone); analogías entre la figura de sucristo y la del Ché -también la de Héctor muerto por Aquiles-; citas a pasajes de la Biblia... Un poco más de sonrojo, a estas alturas, causa la identificación entre el fanatismo de los terroristas europeos de aquellos años con los yihadistas actuales.

Es verdad que esta constante alusión a un transfondo religioso puede considerarse como un recurso narrativo, para darle un poco de subtexto al libro o, simplemente, porque el guionista ha encontrado un hilo que seguir y lo hace hasta el final... Ahora bien, el caso es que uno llega hasta ese final de esta novela gráfica y se pregunta si no se la habrán colado y lo que ha leído no es sino una obra de reivindicación del cristianismo, casi evangelizadora, de hecho... No sólo (y perdón por los posibles spoilers) algunos personajes, arrepentidos de sus actos pecaminosos pasados, sueltan mensajes más o menos religiosos como quien no quiere la cosa, sino que resulta que el único del grupo que tiene escrúpulos para participar en el atentado es, precisamente, el que tiene un pasado como militante católico. El tono curilla destaca cuando pensamos en el castigo que les espera a los hijos que osan enfrentarse a sus padres o en la frustración y zozobra que su sexualidad le trae a la protagonista y que incluso es una de las causas de que caiga en el pecado radicalismo ideológico. Y aunque no tengo ni idea de las convicciones políticas y mucho menos religiosas del guionista, Felipe Hernández Cava (de quien sólo sé que es un veterano de la historieta en España y que por edad, pertenece a esa generación de jóvenes que se radicalizaron -o no- en los años 70), me pone un poco la mosca tras la oreja que la dedicatoria del libro sea "A nuestros padres, a los que  comprendimos poco y juzgamos mucho", cuando los padres de Valeria resultan ser unos meapilas de cuidado (no empleo el término con ánimo despectivo, sino descriptivo, porque creédme que lo son); sobre todo el padre, arrepentido tras una vida de ateo anarquista y ex-partisano.

Que conste que no me molesta que alguien plasme en una obra de ficción sus inquietudes religiosas o lo que sea o de quien sean; lo que me escama, en todo caso, es la forma, no diré que sibilina, pero sí un tanto (o bastante) subrepticia como está hecho aquí. Que, además, tampoco sé si Del Trastevere al Paraíso (visto así, además, el título ya parece tener cierta intención) lo necesitaba, dado que la historia en sí ya resulta bastante potente como ficción.  Como obra edificante, ya no sé...

3 comentarios:

Lupita dijo...

Hola, Juan:

Leí este cómic tras publicarse tu reseña, porque ya lo tenía localizado y no me atraía nada cuando lo veía en la biblio. Resumiendo: no me ha gustado casi nada, más por la pobreza de las ilustraciones y la estructura que por el tema en sí.

Como lo leí condicionada por tu reseña, me fijé mucho en el tema de la religión, y yo no encuentro ese tono alabador del cristianismo, sino un paralelismo entre el fervor religioso y el político en cuanto a la búsqueda de un ideal que guíe la vida, más allá de la vida puramente "alimenticia", y un intento por entender a la generación anterior. Quizás a mí me moleste menos el tono "curilla" (jeje), o sea una lectora menos aguda, no lo sé.

De todas formas, lo he encontrado de poco interés, y los dibujos bastante feos, aunque también es cierto que justo antes había terminado "Angel Catbird", que tiene unas ilustraciones increíbles, y la comparación agrandaba los defectos del libro aquí reseñado.

Saludos

Juan G. B. dijo...

Hola, Lupita:
Pues ahora me siento responsable de que no te haya gustado... sorry. Yo coincido en que el estilo de las ilustraciones es un tanto tosco, a veces, teísta, incluso, pero sobre todo pictórico; por eso me parece que funciona mejor en algunas ocasiones y no tan buen en la mayoría. En cuanto al guión, ya digo que me ha gustado y parecido muy completo en algunos aspectos, pero el conjunto me resulta bastante desequilibrado.
Sobre el tema religioso, yo sí que he percibido ese tono curilla que digo, aparte del paralelismo obvio y algo tópico de la militancia política radical con una supuesta misión religiosa; de todas formas, el mayor lastre que tienen las ideologías de izquierda, en mi opinión (y supongo que más aún en los países de tradición católica) es esa impronta cristiana de la que no acaban de desprenderse, mientras que la derecha, en cambio, se asienta sobre un paganismo mucho más liberador y, por ende, más exitoso (exitoso para los fines de sus fieles, me refiero).
Bueno, no me enrollo, más; un saludo y espero que la próxima vez acertemos más...

Juan G. B. dijo...

Otra cosa: he mirado a ver cómo era lo de " Angel Catbird" y claro es que no hay color... Con guión de Margaret Atwood, además; tiene que estar bien : )