domingo, 14 de marzo de 2021

Ali Smith: Primavera

Idioma original: inglés
Título original: Spring
Traducción: Dolors Udina (ed. en catalán). En castellano estará disponible próximamente.
Año de publicación: 2019
Valoración: entre recomendable y muy recomendable

Uno podría pensar que «Primavera», tercer libro del cuarteto estacional de Ali Smith, podría tratar sobre el renacer, el despertar, la irrupción de savia nueva y fresca que alimente nuevos brotes de esperanza e ilusión. Al fin y al cabo, de eso probablemente trataría un libro supuestamente basado en esa estación del año. Pero aquí hablamos de Ali Smith, y de ella podemos esperar muchas cosas, pero difícilmente irán desvinculadas de nuestro presente y, por tanto, sabemos que estarán envueltas de denuncia y crítica política y social.

Por ello, la siempre incisiva y mordaz Ali Smith, arranca ya desde la primera página con un breve capítulo donde vuelca todo lo necesario, todo lo deseable, para que el mundo estalle. O acabe de hacerlo. Derechos, libertades, migración, política, sociedad, todo cabe en el universo mental de la autora para ejercer de altavoz y lanzar ese grito de alerta. Porque en el fondo, es culpa nuestra, porque necesitamos muchas cosas, necesitamos «que las noticias sean lo que nosotros digamos que son», «queremos que las autoridades digan que la verdad no es la verdad», «queremos que las personas que calificamos de extranjeras se sientan extranjeras», «necesitamos personas que se sientan privadas del derecho a voto» para que así todo estalle, para que irrumpa un nuevo mundo, para conseguir de esta forma que ya nada sea como antes y empezar de cero. Porque lo que viene del mundo antiguo no nos vale. Ese es el mensaje inicial y ese su grito que nos pone alerta.

El arranque del libro es fulgurante, vitalizador, con un ritmo impetuoso que arrasa con todo y sin escrúpulos, porque la primavera hará brotar la vida, a pesar de todo, a pesar de todos, porque la naturaleza puede y debe, porque a pesar de todo «la luz se mueve» y se dirige a nosotros sin piedad ni dulzura. Porque «las plantas que crecen entre la basura y el plástico, tarde o temprano, salen, a pesar de todo», porque Ali Smith está siempre atenta a la actualidad, siempre alerta, y sitúa el cambio climático en primer plano. Por si acaso se nos hubiera olvidado o hubiéramos tentados de negar su existencia. Y, como hacía en sus dos obras anteriores, aquí rescata la figura de la artista plástica Tacita Dean y su estilo de corte minimalista, para destacar lo efímera que es la vida, casi imperceptible, pero terriblemente hermosa a través de sus pequeños detalles. O también, rescata una imposible relación entre Katherine Mansfield y Rainer Maria Rilke, brillante en planteamiento y que sirve para recuperar su memoria.

Una vez superado (sí, por la contundencia y rotundidad de las primeras páginas podríamos hablar de «superado») ese ímpetu inicial, ese torrente ideológico, esa carga arrasadora con la que la autora nos aturde, nos presenta a Richard Lease, uno de los principales protagonistas de la historia, a través de un diálogo interno que evidencia el mal concepto de sí mismo: un perdedor, alguien quien ha dejado muy atrás la ilusión por las cosas, alguien con poca confianza en sí mismo y baja autoestima. Richard, que parece que arrastra su vida atada a un sentimiento de melancolía y añoranza por la muerte de Paddy, guionista y su gran amiga. Richard, con sus diálogos internos, Richard con sus dudas e inseguridades, Richard con sus conversaciones con su hija imaginaria; una hija siempre presente y constante en su vida, con quien mantiene diálogos trascendentales que le cuestionan su manera de pensar y que le preocupan, le inquietan y que en su imaginación reemplaza ocasionalmente, sin llegar a sustituir, a su verdadera hija con la que ya no tiene contacto. 

Con ese personaje que llena y envuelve el primer tercio del libro, Ali Smith no deja de sorprendernos libro tras libro, pues con esta novela manifiesta de manera clara su excepcional habilidad para, no únicamente tratar diferentes temas en cada uno de los libros del cuarteto estacional, sino también al hacerlo con un estilo y aproximaciones de manera totalmente diferentes. En este inicio, en su primera parte, Ali Smith aparca parcialmente su tono ácido y demoledoramente crítico y se acoge inicialmente a un tono más sensible, más emotivo, más tierno. Centrándose en únicamente en un personaje con evidentes y claras contradicciones, le permiten cubrir todo aquello que pretende narrar: una historia que deja de lado la oscuridad y el frío del invierno y que sin dejar completamente de lado la visión parcialmente negativa se abre a la posibilidad de un optimismo que, envuelto de emocionalidad y ternura, opta por hacerse presente en la maltrecha vida de su protagonista.

Y, cuando nos hemos acostumbrado a Richard, a sus preocupaciones e inquietudes, a sus reflexiones y lamentos, a su pesar por la muerte de presencia aun constante de su amiga Paddy, la mente prolífica de Ali Smith nos rompe la narración añadiendo un segundo personaje crucial; Brittany, una joven que trabaja de ACD (Ayudante en la Custodia de Detenidos) en un C.I.E. de Gran Bretaña. Un personaje que ejerce de pilar sobre el cual la autora vuelca sus críticas hacia un sistema pensado y gestionado de manera que deja a los reclusos de lado; así, la autora nos habla de los centros de internamiento (bueno, «detención» mejor dicho) de inmigrantes, de la injusticia existente en la realidad a la que son sometidos sus reclusos. De esta manera, en esta segunda parte, Ali Smith afila su ironía para cargar sin contemplaciones sobre los CIE y las condiciones a las que someten a sus internos, y vuelca su denuncia a los políticos que intentan por todos los medios que esas condiciones aparezcan suavizadas, moderadas, modificadas, alteradas para así dar a la opinión pública una imagen diametralmente opuesta a la real cuando la realidad es otra en palabras de sus internos al afirmar que «el miedo será siempre parte de mi sentido de pertenencia donde esté, en cualquier sitio, durante el resto de mi vida. Luché mucho para llegar a este país vuestro. Y lo primero que hicisteis cuando llegué fue darme una carta que decía Bienvenida a un país en el que no eres bienvenida. Ahora eres una persona con la calificación de bienvenida con quien podemos hacer lo que queramos». La mirada de Ali Smith siempre va ligada a la crítica mordaz sobre la sociedad, sobre el control y el poder, sobre las injusticias a los que someten a la población. Y los políticos, alguien que convierte a los votantes en insignificantes con la complicidad de los periodistas, interesados principalmente en rellenar el espacio con trifulcas: «nos preguntáis todo el rato qué pensamos, como si tuviera alguna importancia. Les da lo mismo lo que pensemos. Solo queréis peleas. Te diré lo que conseguís. Nos hacéis insignificantes».

Y, cuando nos hemos familiarizado con Richard y con Brit, aparece Florence para completar el escenario; un grandísimo personaje, ese personaje joven, atrevido, valiente, espontáneo y luminoso que siempre aparece en las novelas de Ali Smith para destacar por encima de todos, para sobresalir entre tanto desánimo; es el personaje que sacude el tablero y le insufla un nuevo aliento que esconde el optimismo de quien no se resigna. Florence destaca como la juventud que debe florecer pero que ostenta una madurez inaudita e impropia de su edad, pues la situación del mundo en la que le toca vivir le ha suprimido su inocencia, convirtiéndose así en alguien con una madurez que constata la dureza del mundo en el que nos toca vivir. Florence, que llama a Brit «la máquina», en alusión al grupo de música, pero también al hecho de trabajar en un CIE, desproveyéndola así de humanidad, a pesar de sus intentos. Florence, una chica empoderada, llena de optimismo a pesar de que no posee nada tangible; únicamente sus ganas de luchar y resistir en un mundo hostil.

En manos de Ali Smith, la primavera se manifiesta como un momento de reverdecer, un brote de savia nueva que remite al renacimiento de nuevas esperanzas, un rebrote de la vida que, con la compañía de unas almas en principio solitarias, confirma un conjunto en el que unas a otras se nutren para establecer un nuevo comienzo. Sus personajes tienen una fuerza inmensa, es encomiable a la habilidad que tiene en retratar los personajes y en darles una personalidad que los hace únicos y entrañables, próximos, sensibles y, especialmente en los personajes jóvenes, de mentalidad abierta y principios en construcción, de ideas fuertes y vigorosas que luchan por establecerse y enraizar en el campo de la intelectualidad y la personalidad. Es innegable el don que tiene para mezclar una trama argumental con detalles de nuestra realidad. Pero en Ali Smith no todo puede ser visto con el filtro del optimismo, porque a pesar de ese atisbo de luz, la novela gira de nuevo en torno a las desigualdades sociales, los abusos, el sometimiento a las normas estrictas y rígidas de gobernantes sin escrúpulos ni sin capacidad ni capacidad de escucha y las redes sociales y los móviles, que con sus tentáculos captan nuestras vidas porque «queremos tu pasado y tu presente porque también queremos tu futuro. Lo queremos todo de ti». Y sabemos que la primavera vuelve, pero se irá en medio de una situación climática que lucha irremediablemente por establecer sus propias prioridades y designios, en medio de una crisis que la autora pone de manifiesto al decir «alteradme el clima, os joderé la vida. Vuestra vida no es nada para mí».

Todos estos elementos de denuncia, hábilmente mezclados con la vida de sus protagonistas, hacen que la prosa de Ali Smith destaque de manera excepcional y sea capaz de imbricar una trama argumental coherente y actual con múltiples puntos como el arte, la sociedad, la política, las injusticias, la soledad, el abandono, la desesperanza, la ilusión, la rebeldía, el conflicto, la deshumanización, la crítica, la renuncia, la oposición y la constatación de que el mundo se vuelve oscuro. Y constatar que la primavera, que debería traernos un reverdecimiento y savia nueva, no deja de ser un episodio temporal en el que podamos coger algo de aliento sin esperar que la ilusión de nuevos rebrotes sea algo permanente y definitivo.

También de Ali Smith en ULAD: Otoño, InviernoVerano, La historia universal, Fragua

9 comentarios:

Diego dijo...

Buenas...

Ni idea de la escritora o su obra. Las reseñas anteriores me dejaron indiferente pero hoy me has hecho apuntarla. Gracias.

Marc Peig dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Roberto Sebastián dijo...

Tengo una gana de leer cada uno de estos libros en su respectiva estación y en orden de creación. Así que el 2021 lo terminaré con Otoño e Invierno leídos. Tal vez para ese entonces ya tengamos hasta tu punto de vista de Verano. Gran reseña, Marc.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias, Roberto.
Seguramente sí, para verano tenga lista la lectura de "Verano" justamente y también su correspondiente reseña.
¡Ya te contaré!
Saludos
Marc

Diego dijo...

Muy buen dato ese, el de que los libros puedan ser leídos en cualquier orden. (Aunque de acuerdo al nombre del cuarteto, el ideal sería que se pudiera comenzar por cualquiera de ellos pero sin alterar ese orden).

Como pelotudez al márgen, comentar algo relacionado con las estaciones y los hemisferios. Después de llevar media vida viviendo en el Norte, acostumbrado a prácticamente todo lo característico de aquí, jamás pude asociar las estaciones al calendario. Es decir, automáticamente uso el "vosotros" pero para mí primavera sigue llegando en septiembre.
Esto es algo que he comentado con varias personas nacidas en el hemisferio Sur y a muchos les pasa igual. En fin.
Un saludo.

Roberto Sebastián dijo...

Me llama la atención lo que dice Diego. Yo soy de Ecuador y aquí no hay estaciones marcadas, así que mi relación a las mismas ha sido influenciada por Hollywood y las relaciono con los tiempos del hemisferio norte. Veamos a qué me recuerdan cuando las lea.

Diego dijo...

Llegué a leer tu respuesta antes de que se borrara. Te la sigo agradeciendo; era muy cortés, en tu línea... Tanto así que la aseveración de Google esta vez parece falsa.

Ninaploma dijo...

Estoy leyendo Otoño que me está fascinando. Qué descubrimiento el de esta autora. Gracias por vuestro trabajo y quiero felicitarte especialmente por esta reseña de su libro Primavera. Simplemente soberbia.

Marc Peig dijo...

Hola, Ninaploma.
Muchas gracias a ti por agradecer nuestro trabajo (que, por otra parte, es un placer) y también por tus felicitaciones a la reseña. Es un honor tener lectores como tu y me alegro de que disfrutes de esta autora a la que también descubrí con este cuarteto estacional y la que le seguiré de cerca porque es muy interesante lo que plantea y cómo lo hace.
Saludos, y gracias por comentar la entrada
Marc