Título original: Echolalias. On the forgetting of language
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2005
Valoración: muy recomendable
Este es uno de los ensayos más originales que he leído desde hace tiempo. Como aclara el subtítulo, trata sobre el olvido de las lenguas. Al autor parece importarle poco explicitar la tesis central: el libro carece de algo así como una introducción o unas conclusiones, y cada capítulo trata de un tema en principio totalmente distinto del anterior, de modo que cuesta trazar la línea argumental en una primera lectura. Casi se diría que es una especie de acertijo, en el que el lector debe formarse su propia idea sobre algo que no acaba de decirse del todo.
De hecho, las páginas iniciales de cada capítulo sorprenden siempre al lector, que no puede imaginar qué tendrá que ver este nuevo derrotero con lo dicho hasta entonces: el alfabeto hebreo cede el paso a los trastornos del habla, los mitos griegos a la filología reconstructiva del XIX y así sucesivamente. Sin embargo, tras un par de páginas introductorias empieza a aparecer siempre una especie de neblina temática que resulta familiar: el olvido, el vacío, la ausencia... Todas las versiones de la nada que puede admitir el lenguaje. Pero, y aquí está lo que considero el mensaje central, se trata de una nada eficaz, una nada que crea de algún modo o, más bien, conforma el lenguaje, nos lo hace posible, pronunciable, inteligible.
El capítulo primero, por ejemplo, se ocupa de un hecho evidente en cuanto se señala, pero en el que yo, por lo menos, no me había fijado. Antes de empezar a hablar, cuando un niño llega a lo que puede llamarse la cumbre del periodo del balbuceo, el ser humano es capaz de pronunciar los sonidos de todas las lenguas posibles, y de hecho lo hace. Los sonidos que articula un bebé no pertenecen a ninguna lengua en concreto, sino a todas. Ahora bien, en cuanto empieza a decir sus primeras palabras, el niño, de pronto, olvida esa enorme capacidad fonética hasta el punto de que no consigue pronunciar buena parte de los sonidos de la que será su lengua materna. Habitualmente creemos que para empezar a hablar una lengua debemos aprender una buena cantidad de fonemas; pues resulta que ocurre justo al revés: lo que debemos hacer es olvidar todos los fonemas restantes, que ya pronunciábamos. El olvido es lo que hace posible el aprendizaje del idioma.
Otro tema que merece la atención del autor es el asterisco. No un asterisco cualquiera, sino el que anteponen los filólogos desde el siglo XIX a una palabra para significar que está "reconstruida", es decir, que no se guarda ningún registro de ella, pero que se supone que existió como raíz de varios términos en diversos idiomas. Este pequeño signo abunda sobre todo en los compendios y diccionarios etimológicos de las lenguas indoeuropeas. En principio, no puede comprobarse empíricamente si las palabras así marcadas fueron usadas o no. Lo curioso es que siempre que se ha encontrado algún registro del uso de una palabra que se había reconstruido previamente, se ha procedido inmediatamente a explicar su parentesco con otras palabras derivándolas de una forma anterior, de nuevo reconstruida. Es decir: la protolengua que busca la filología indoeuropea es, por definición, una lengua imaginada, una lengua que no puede existir. Son estas formas imaginadas e inexistentes las que nos permiten descubrir las relaciones de unas lenguas con otras.
Y así podría seguirse capítulo tras capítulo. En todos logra introducir el autor un tema sorprendente, que trata con agilidad y asombrosa erudición, y relaciona con esta temática general sobre la nada eficaz. Heller-Roazen ha sido un gran descubrimiento, y ojo porque katz amenaza con publicar una segunda obra suya dentro de poco. Estaré pendiente.
2 comentarios:
Suena muy interesante, desde luego.
Aunque ya te lo comenté en persona el otro día, te pongo aquí también una recomendación de un libro que puede estar hasta cierto punto relacionado con este: Logofagias, de Túa Blesa, profesor de Teoría de la Literatura de la Universidad de Zaragoza. Es un libro que analiza cómo se ha empleado en poesía el silencio, el tachado, la omisión, el recorte, el palimsesto... es decir, la eliminación del texto como acto creativo. También muy interesante.
Pues sí que me lo apunto. Suenan bastante parecidos, qué curioso..
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