miércoles, 12 de mayo de 2021

Natalia Ginzburg: Me casé por alegría

Idioma original: Italiano
Título original: Ti ho sposato per allegria
Año de publicación: 1966
Traducción: Andrés Barba Muñiz
Valoración: Recomendable


Que la voz narrativa de Natalia Ginzburg es poderosa no es algo nuevo en este blog aunque sí lo fuera para mí y por eso no era la primera vez que alguien me la recomendaba encarecidamente. Así que aprovechando mi inclinación por la dramaturgia —entiéndase como leer teatro— decidí acercarme a ella a través de su primera pieza del género que además ha resultado ser la más aclamada.

Resumen resumido: Giuliana y Pietro se conocieron hace un mes y ya están casados sin que nadie (ni tan solo ellos) pueda dar una explicación lógica que justifique tal premura. Giuliana, de origen humilde y temperamento volátil e impulsivo no parece a todas luces la pareja ideal para el templado y prometedor abogado. La madre y la hermana de Pietro les harán una visita que puede ser la prueba de fuego para el peculiar matrimonio.

En poco más de cien páginas la autora nos sumerge en el micro universo de la burguesía italiana a través, sobre todo, de la mirada de Giuliana que es (como poco) excéntrica. Ella y su cháchara casi incesante con Pietro o con su criada, Vittoria, es como un arroyo cantarín que despierta la curiosidad del lector para seguirlo a lo largo de su curso errático e impredecible.
«(…) Estuvimos viviendo juntos diez días, hasta que volvió Elena. En esos diez días no paré de preguntarle todo tipo de cosas: “¿Te parece que tengo estilo?”. Y él me decía: “No”. Él tampoco creía que yo tuviera estilo, pero con él no me importaba. Le decía todo lo que se me pasaba por la cabeza, no callaba ni un minuto, y él de vez en cuando me decía: “¿Pero no te vas a callar ni un minuto? ¡Tengo la cabeza como un bombo!”».
Me casé por alegría es una obra que no deja indiferente aunque parezca que todo lo que se pueda decir de ella ya está dicho: la maestría en la construcción de los personajes (sobre todo los femeninos), la viveza e hilaridad de los diálogos o la reflexión que suscita acerca de los mecanismos de la felicidad y las convenciones sociales impuestas. Por no hablar de cómo la autora se centra en un micro universo cotidiano para referirse a las grandes cuestiones humanas, cosa que me fascina siempre. 

Pero todo esto ya se ha dicho.

Sin embargo, cuando Me casé por alegría se publicó hace cincuenta y cinco años, ¿cómo fue recibida entre la burguesía provinciana italiana? Probablemente muchos la vieran como una obrita ligera y sin más pretensiones que escandalizar y hacer reír pero, desde mi punto de vista, es un torpedo a la línea de flotación de todo lo que en aquel momento se consideraba lo correcto. Solo que Natalia Ginzburg, que es muy lista y juguetona, le dio esa pátina de superficialidad para que su crítica más que mordaz pudiera pasar por un simple divertimento a pesar de que estaba tratando cuestiones como la pobreza, el suicidio, la locura, el aborto, el maltrato psicológico y el abandono, el clasismo, la decadencia de la burguesía, etc. Y ahí está, desde mi punto de vista, su interés.

¿Y hoy? ¿Creemos de verdad que estamos lo bastante avanzados y evolucionados, y que tenemos una mente lo suficientemente abierta como para no sentirnos apelados por la desfachatez con la que esta obra se burla de las convenciones? ¿Acaso no estamos nosotros también obsesionados por adaptarnos a ciertos cánones auto impuestos que nos hacen infelices? Sin embargo Giuliana y Pietro rompen con todo y no parecen necesariamente abocados al desastre o a la exclusión social. Por eso creo que lo que Natalia Ginzburg trataba de decirnos es que no está todo perdido.

4 comentarios:

Oriol dijo...

Incluso a mí, que no suelo leer teatro, me gustó muchísimo esta obra. Aunque claro, soy un incondicional de la autora. Te recomiendo encarecidamente, Beatriz, las novelas breves de Ginzburg, que no sólo comparten esa voz narrativa de la que hablas en tu estupenda reseña, sino que tonal y temáticamente son muy similares (que no repetitivas).

Unknown dijo...

Beatriz, veo que hemos coincidido en la valoración, aunque creo que a mí me gustó más que a ti, y eso que soy muy mala lectora de teatro.

Por no repetir lo que tú has expuesto, si actualizamos la obra serviría para reflejar, además, el choque entre dos personas totalmente opuestas en su concepción de la vida: él refleja la productividad, el "hacer cosas", y que se hagan del modo correcto, aprovechando el tiempo, mientras que ella, cabecita loca, es improductiva, pierde el tiempo en nimiedades, sin saber organizar la casa atendiendo a tiempos y adecuaciones concretas. Todo en su momento y lugar. Pero ella pasa, o no sabe. Conozco a varias personas así, una muy cercana, y pueden ser irritantes, pero también maravillosas en su locura y dispersión. Así que, respondiendo a tu pregunta, quizás nos hemos despojado de unos convencionalismos para adoptar otros, como el que hayamos convertido la vida en una suma de experiencias, sin descanso, para enseñar a los demás, en busca de un placer efímero que pide más y más.

Muchas gracias por la reseña, y por traer teatro.

Lupita
P.D: Esta obra me recordó mucho a la peli "Descalzos por el parque", con la diferencia de que ella es reconducida al buen camino, de modo no muy sutil.

Koldo CF dijo...

Aquí el experto en Ginzburg es Oriol, pero si se me permite el "bookmansplainning" (y si no, tb), iría de cabeza a por Qerido Miguel, que me parece un libro maravilloso.

Abrazo, compa!!!

Beatriz Garza dijo...

Oriol, te tenía en mente cuando leía y reseñaba porque recordaba que tú me habías recomendado a esta autora. Sin duda que volveré a ella.
Muchas gracias por comentar, compa.

Lupita, tú me recomendaste esta obra específicamente un día que tratábamos el tema de las historias que hablan de cosas "pequeñas" para hablar de cosas que no lo son tanto. Pero es cierto que no me ha calado tanto como a ti. Creo que la "contextualización" de la historia me ha pasado factura y que la forma (ese estilo magnético y magnífico) no ha contribuido en mi caso a acercarme al fondo, si no que me ha distraído más bien. Es una teoría. En cualquier caso, muy conforme con lo que añades en relación a los convencionalismos.
Un placer, como siempre.

Koldo, tomo nota de tu recomendación, veo que habrá que fundar un "Club Ginzburg" y desterrar definitivamente a KOK. :D
Un saludo, compa.