miércoles, 5 de mayo de 2021

Evelio Rosero: Los almuerzos

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2009

Valoración: Entre recomendable y Está bien


Tengo sensaciones contradictorias con este libro. Me cautivó completamente al principio, y algo más adelante, tras algunos altibajos, noté que se me desinflaba (si es que un libro se puede desinflar), que algo estaba ocurriendo para que esas expectativas quedaran digamos a medio camino. Puede que no fuese para tanto aquella impresión inicial, o puede que tampoco mereciese después mi decepción, que a veces ocurre que uno se entusiasma demasiado con una idea y acaba juzgando con demasiada severidad lo que no alcanza lo esperado. También es cierto que todo esto correspondía más bien decirlo al final de la reseña, pero permítanme la licencia por esta vez. (Y olvídense por favor de la absurda cubierta, que tiene muy poco que ver con el contenido)

Tenemos un escenario claro y definido, una parroquia creo recordar que situada en Bogotá, y unos personajes de indudable aroma clásico: el cura, claro está, un señor que parece bastante riguroso y dedicado por entero a su oficio. Un sacristán huraño ('un círculo negro, un pozo') que vive en las dependencias eclesiásticas con su ahijada Sabina. Tres mujeres de personalidad intercambiable, sobre las que no tenemos siquiera una descripción vaga, las típicas meapilas, solteronas o viudas, no se sabe y tanto da. Y lo mejor de todo, Tancredo, un jorobado que hace labores de intendencia a cambio de cobijo y una promesa siempre incumplida de financiarle los estudios. El jorobado en la iglesia, claro, personaje con algo de gótico, imprescindible para servir a un relato oscuro, sobre todo cuando hay alguna mujer joven en las cercanías. Aunque en este caso, lejos de Quasimodo, se trata de un joven musculoso para quien la tarea más penosa es atender los almuerzos de caridad que el páter organiza a diario.

Vamos, un reparto que nos retrotrae a viejas historias que conmovieron a nuestros abuelos (y a algunos guionistas de cine), y que Evelio Rosero hace funcionar con soltura en los primeros compases del libro. En un entorno por sí mismo muy asfixiante, Tancredo muestra síntomas de una confusa pulsión homicida (o suicida); la pobre Sabina, de momento en un segundo plano, tiene todos los boletos para ganar un protagonismo que puede ser esplendoroso o espantoso; y las viejas por supuesto tendrán también mucho que decir o hacer para provocar algún desaguisado. Los personajes están muy bien definidos (o sabiamente indefinidos), y tenemos suficientes atisbos de cosas que pueden ocurrir, y zonas de sombra que anuncian posibles desarrollos. Pero lo mejor de todo es que el ambiente y la propia prosa de Rosero nos llevan sin remedio a pensar en García Márquez, con situaciones que bordean los límites de lo verosímil, la tragedia agazapada en las esquinas de un escenario popular, el absurdo cruzándose con lo cotidiano. Es una delicia, un descubrimiento.

Ocurre que de golpe surgen varias líneas argumentales y aquí parece que perdemos un poco el norte. Tampoco es nada raro jugar un poco a desorientar al lector, pero tras algunas escenas francamente llamativas (y divertidas) y otras injustificadamente largas, esos hilos no terminan de entretejerse de forma convincente. Y claro, estamos hablando de una novela que no llega a las 150 páginas, lo que indica que, o las distintas trayectorias engarzan rápido y con todo el sentido, o es inevitable la sensación de relato fallido. Y nada impide tampoco que se dejen a propósito cabos sueltos, pero igualmente deben estar al servicio de un tronco que los justifique. Si todo esto no se consigue, o no del todo, queda la sensación de relato deshilachado, irregular, de algo sin rematar que en este caso contrasta demasiado con ese excelente arranque al que me refería antes.

Claro está que aunque uno sea lector habitual y constante, eso no le hace infalible, y es perfectamente posible que lo que a mí me han parecido espacios vacíos o rellenos gratuitos haya lectores que lo sepan apreciar mejor. El libro se lee con agrado y tiene varios momentos memorables (la misa cantada, el episodio de los gatos), así que me encantaría que haya quien se decida y nos dejase una opinión mejor fundada y más favorable que la mía.

También de Evelio Rosero en ULAD: La carroza de Bolívar

4 comentarios:

Gerónimo dijo...

Hola,

No conocía al autor.
Te ha quedado una reseña un poco ambigua, si me permites.
Los "ingredientes" me parecen atractivos, pero no nos acabas de animar a lanzarnos a por él.
Me la jugaré en mi libraría de viejo donde tienen un montón de Tusquets, a ver si lo encuentro. Por cierto, grandes portadas en general la colección Andanzas. Igual esta es una excepción.

Saludos y gracias una vez más por descubrirnos autores.

Carlos Andia dijo...

Hola Gerónimo.

Pues sí, la reseña es ambigua porque el libro de ha dejado esa sensación de algo que prometía mucho pero cuya resolución no me he terminado de convencer. También es verdad que en general soy más bien poco dado al entusiasmo a no ser que algo me arrebate del todo. Por eso la valoración 'Entre recomendable y está bien' se ajusta exactamente a lo que pienso: en mi opinión el libro 'está bien' y hasta podría recomendarlo, pero me quedo ahí en tierra de nadie. En cualquier caso, yo creo que puede gustar, es original y tiene una primera parte (como un tercio o más) de mucho nivel, y a fin de cuentas es un libro cortito que no creo que nadie se vaya a arrepentir de leer. Bueno, ya ves, todo ambigüedades.

Eso sí, la cubierta, que no niego que tiene su puntito, me da rabia porque no tiene nada que ver con el texto en absoluto.

Muchas gracias a ti por visitarnos y comentar.

Unknown dijo...

Gracias por la reseña, interesante. Les recomiendo Los Ejércitos, una obra maestra...

Saludos,

Carlos Andia dijo...

Tomo nota de la recomendación. Gracias a ti por participar.