Idioma original: español
Año de publicación: 2002
Valoración: bastante recomendable
Año de publicación: 2002
Valoración: bastante recomendable
Sí, ya sé que hace pocas semanas reseñamos a Monzó, en particular obra de ficción corta en la que no se prodiga o quizás, mejor, digamos, ya hace años que usa su talento en sus colaboraciones en prensa, más concretamente, razón por la que no le leo con toda la frecuencia que sería posible, en ese decadente medio barcelonés, no diré el nombre, siempre tan proclive a acercarse al poder imperante aunque no responda a su línea editorial, para retozar alegremente cuando el signo de ese poder sí les cuadre y puedan proclamar orgullosos un rancio monarquismo neoliberal siempre al gusto del flemático público que habita en las cercanías de su sede.
La cosa es que ya hace años que Quim Monzó (no querrán que lo sean grupies neocortesanas como Mariángel Alcázar) es de los pocos argumentos para aguantar tanta corrección, y debe serlo todavía. Pues no debe estar disfrutando ni nada con la situacioncita de marras observando el comportamiento impropio de semejantes y semejantas en estos dias: desde los que invocan al civismo desde los balcones hasta aquellos que han decidido que es un buen momento para conseguir perros musculados y exhaustos, seguro que Monzó está haciendo buen acopio de temas para acometer desde sus perspectivas siempre agudas, siempre originales, para hacernos ver, escondidos tras no pocos detalles jocosos, los aspectos más absurdos y patéticos de la naturaleza humana, no aquellos que nos definen, como defiende Houellebecq, por un hecho capital en nuestros existencias, sino por acumulación de pequeños detalles. Y solo un gran observador es capaz de radiografiar o que parecen nimiedades y conseguir que, alejándonos, veamos una composición lúcida y coherente. Los artículos de El tema del tema datan desde 1999, dan testimonio concreto de la era de la sobre-información que estalla con la generalización de Internet y se extienden hasta 2001 (luego vemos en qué fecha concretamente se cierra el libro), Monzó tan pronto habla de absurdas coletillas verbales, artículo que justifica el título, sino de toda clase de aspectos locales, comarcales y globales, tan pronto se puede quejar de servicios de restauración que hacen caso omiso de las comandas (el mundo de los bares y los restaurantes se nota que el hombre lo frecuenta y lo disecciona sin pudor), como de personajes contemporáneos (algunos de ellos pasto del cruel paso del tiempo), menciona incluso, ya entonces (¿Carrión?) las ventajas de Amazon a la hora de acceder a libros publicados en otros países. Habla de su experiencia laboral antes de dedicarse de pleno a la escritura, de su época en los USA, y siempre parece, dos décadas más tarde y con la salvedad de ciertas referencias a hechos y personajes del momento, terriblemente actual. Artículos de apenas unos cientos de palabras, vivaces, entretenidos y solo en apariencia banales, accesibles en su estructura con ese último apunte clásicamente monzoniano, el del observador que siempre encuentra el contrapunto, que no tiene miedo de poner el dedo en el ojo, en la llaga, donde sea, de ese lector medio integrante de su masa lectora.
Y el libro se cierra con uno de sus pocos artículos fechados, el 12 de septiembre de 2001, donde ya el planeta se despierta convencido de acudir al inicio de la penúltima gran crisis.
¿Dije penúltima?
7 comentarios:
Vaya panfleto político te has marcado. Esto atufa ya..
De Quim Monzó nada he leído excepto un manojo de artículos perdidos por ahí. Me parecieron brillantes, venenosos y llenos de sarcasmo; también impregnados de un humor negro muy personal. No eran vulgares. La persona que me los recomendó me dijo como para prevenirme y con un cierto aire de misterio: es muy catalán. Pensé para mí: como si es muy chino, carezco de prejuicios. Lo bien escrito supera nacionalidades e ideologías etc. Me hacía esa ilusión tan tolerante y cosmopolita. Después de todo, ¿para qué sirve entonces leer? ¿Para confirmar filias y fobias? Hay que ser tolerante, me decía a mí mismo, ante todo con aquellos que piensan diferente. Muy bien. Pero cuando terminé con los artículos de marras saque la siguiente conclusión sobre Monzó: escribe muy bien, indiscutible, pero sus ideas políticas no las soporto. A la lista negra. Y me olvidé de él. Ahora, esta apasionada reseña me refresca la memoria de Quim Monzó. Haciendo un poco de investigación, resulta que Monzó Gómez es de padre catalán y madre andaluza. Evidentemente, es muy crítico con la España tradicional, para decirlo de manera diplomática. Con la Cataluña eterna no es tan crítico. Tienen fama sus cuentos, que algunos califican de excelentes. A mí, por desgracia, se me quitaron las ganas de frecuentarlo ya la primera vez. Reconozco que es una postura injusta. Monzó es de estos escritores que siendo buenos generan tanto rechazo como adhesiones incondicionales. O sea, que el morbo de la política les afecta a ellos y a sus lectores. Un autor de culto, en cierta manera. Habrá que leer más de él para tener una opinión menos teñida de prejuicios. Más racional y menos visceral. Fuera de la lista negra.
He leído algún artículo suelto en un suplemento de provincias. Mayor Thompson
Me gusta muchísimo Monzó como escritor, y su faceta como articulista o colaborador no la conocía. Me he dedicado parte de la tarde a buscar cosillas de él. Me quedo igual; como escritor me sigue pareciendo magnífico.
"Mil cretinos","Ochenta y seis cuentos","Gasolina", son algunos libros que he leído de Monzó y recientemente me he suscrito a la edición digital de ese periódico que evitáis nombrar solo para poder leer sus colaboraciones. Pienso que es un maestro de la escritura, de una precisión quirúrgica. Suele limitarse a exponer los hechos evitando en lo posible los juicios de valor. Un sólido pilar para una biblioteca.
Este último comentario me ha gustado.. No se si leeré algún libro suyo pero me cambia la percepción negativa que me habían influido. Gracias Francesc.... Kempes 19
Pues bien: he de aclarar que mi única queja es acerca de ese periódico que se proclama antagónico de la retaguardia porque hace bandera de un hipotético eclecticismo y amplitud de miras pero siempre desde una pose aduladora hacia el poder político y financiero del momento. Que 70 u 80 páginas para la columna de Monzó y alguna que otra coita es demasiado.
Y 1984, mira que he leído de veces a Monzó y solo sabría decirte que que desde luego franquista no es, que defiende la cultura en general y en particular de las lenguas en las que escribe, que si la cosa va por la "cuestión catalana" en no pocos artículos se ha mostrado mordaz y ácido con ciertos aspectos absurdos de sus conciudadanos (dese luego no es como se expresaría un supremacista) y que desde iuego te pierdes un gran escritor si partes de esa premisa.
Gracias por los comentarios.
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