Año de publicación: 2018
Valoración: está bien
Sin más referencia de la obra de Ricardo Piglia que la proteica y excelente Plata quemada, me dispuse a leer éste su último libro; de hecho, publicado de forma póstuma. No se trata de una novela, sino de una serie de relatos policiales protagonizados por el comisario Croce (personaje que ya aparecía, por lo visto, en Blanco nocturno), un pesquisa rural de la provincia de Buenos Aires, especialmente atinado a la hora de resolver misterios gracias a métodos que aúnan la deducción y lo intuitivo. Hay que señalar que estos casos no siguen un hilo temporal, sino que saltan de la época en la que el policía se encontraba en el mejor momento de su carrera, a la de su jubilación o cuando tuvo que pasar a la clandestinidad por motivos políticos (Croce estaba vinculado, aunque no queda claro si de forma muy entusiasta, con el régimen peronista).
Tampoco es que los casos de estos cuentos o, la mayoría de ellos, guarden mucho parecido con los consabidos de la "novela problema", como ocurre con los de Sherlock Holmes o los libros de Agatha Christie, Gaston Leroux y tantos otros... Alguno sí que transita, aun de forma más modesta, por ese terreno, como La resolución, que el autor además aprovecha para explicar el "método" del comisario Croce o uno de los mejores, La señora X, supuestamente basado en un caso real que llegó a conocimiento de Piglia, en el que Croce investiga una "no violación". Son varios, por otra parte, los relatos que parecen basados en sucesos reales o anécdotas que le contaron a Piglia, en personajes y rumores más o menos legendarios de la cultura popular argentina -El astrólogo o La película-, aunque no sean tan conocidos fuera de ese país. También están representadas, y de forma no menor, las tramas de raigambre borgeana: así sucede con esa especie de Wakefield que aparece en El impenetrable y, sobre todo, con el estupendo relato La excepción, donde toda la investigación se lleva a cabo a través de unos versos. El propio Borges o un trasunto suyo protagoniza La conferencia, donde se diserta acerca del relato policíaco y el crimen perfecto.
El último de los relatos (y me he dejado alguno), El método, es más bien un compendio de reflexiones, apuntes y recuerdos de o sobre el comisario Croce, así como un rápido repaso a varios casos que quizás no tenían la entidad para merecer un cuento propio. Tal método de Croce que además de en la observación se basa en su humanidad e incluso empatía con el criminal, recuerda un tanto a los de otros famosos comisarios de los libros, como el Maigret, de Simenon, por su bonhomía, o el Adamsberg de Fred Vargas, aun con menos tendencia que éste a "palear nubes". Croce es más circunspecto, más melancólico, más "tanguero", si se quiere, aunque también , sin duda, está armado con un estoicismo imbatible.
Antes he mencionado Plata quemada, pero he de reconocer que toda comparación con esta novela es injusta. Porque aquella crónica anfetamínica y fascinante de un atraco la escribió un Piglia en la plenitud de su vida y su oficio literario y estos cuentos del comisario Croce, un autor enfermo, en cada vez peor estado físico, que incluso debió utilizar un sistema de escritura a través de la mirada para poder acabarlos. El resultado, claro, es más calmo, relajado, incluso algo desfondado, lejos de la tensión adictiva de aquella otra novela. Pero, eso sí, en ambos libros pervive el interés de Piglia por desvelar y entender, por asumir la complejidad desconcertante del ser humano.
El último de los relatos (y me he dejado alguno), El método, es más bien un compendio de reflexiones, apuntes y recuerdos de o sobre el comisario Croce, así como un rápido repaso a varios casos que quizás no tenían la entidad para merecer un cuento propio. Tal método de Croce que además de en la observación se basa en su humanidad e incluso empatía con el criminal, recuerda un tanto a los de otros famosos comisarios de los libros, como el Maigret, de Simenon, por su bonhomía, o el Adamsberg de Fred Vargas, aun con menos tendencia que éste a "palear nubes". Croce es más circunspecto, más melancólico, más "tanguero", si se quiere, aunque también , sin duda, está armado con un estoicismo imbatible.
Antes he mencionado Plata quemada, pero he de reconocer que toda comparación con esta novela es injusta. Porque aquella crónica anfetamínica y fascinante de un atraco la escribió un Piglia en la plenitud de su vida y su oficio literario y estos cuentos del comisario Croce, un autor enfermo, en cada vez peor estado físico, que incluso debió utilizar un sistema de escritura a través de la mirada para poder acabarlos. El resultado, claro, es más calmo, relajado, incluso algo desfondado, lejos de la tensión adictiva de aquella otra novela. Pero, eso sí, en ambos libros pervive el interés de Piglia por desvelar y entender, por asumir la complejidad desconcertante del ser humano.
Otras obras de Ricardo Piglia reseñadas en Un Libro Al Día: Plata quemada, Blanco nocturno, Los diarios de Emilio Renzi, Las tres vanguardias: Saer, Puig, Walsh
4 comentarios:
Hola Juan, efectivamente Croce es un personaje secundario de Blanco Nocturno. En esa novela Piglia lo define como un policía muy pintoresco. Un personaje muy típico de los pueblos alejados de las grandes ciudades. En fin da ganas de leer el libro. De paso te pregunto si habrá reseña de “El nervio óptico”.
Saludos
Hola Gabriel:
Pues ya leído el libro, así que la reseña caerá un día de éstos, sí, más pronto que tarde...
Un saludo y gracias por el comentario.
Hola, yo creo que es una obra póstuma, con conciencia de serlo. Varios de los relatos parecen bromas que Piglia hace a sus lectores, o, para ser más justos, gustos que se da antes de morir o de dejar de escribir. Quizás, incluso, estando en condiciones en las que hasta para él pareció increíble estar escribiendo. Como ejemplo, y puede leerse en su tesis sobre el cuento, incluso en algunos recomendables programas televisivos disponibles en la web, cuando él da como ejemplo habitual el cuento de Chejov en que "un hombre gana mucho en el casino, sale y se suicida". Aquí hay un relato en que pasa exactamente eso. O incluir a Borges como personaje, y seguramente unos cuantos ejemplos más que me pasaron desapercibidos por no ser yo un experto en Piglia.Todo estono hace mejor o peor a un libro, pero para mí como lector fue muy interesante durante la lectura tener cuenta este contexto.Por lo mismo, creo que es mejor leer antes otras obras del autor, encariñarse, y recién ahí encarar al comisario Croce.
Hola, Dr. Fabián:
Sí, creo que tienes mucha razón en lo que dices y yo también he tratado de valorar este libro teniendo en cuenta las circunstancias en que se escribió. Pero contrasta mucho, desde luego, sla falta de tensión que trasmiten estos cuentos (aunque es una "destensión" no por desgana, sino por relajación, creo) con la otra novela que yo he leído de este autor, que es, por el contrario, electrizante. Siendo ambos libros, además, exponentes de un género negro o policiaco inherentemente argentino o incluso latinoamericano...
Pero también estoy de acuerdo en que es mejor conocer antes otras obra de Piglia antes de iniciar esta lectura.
En cualquier caso, muchas gracias por tu interesante comentario y un saludo.
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