Año de publicación: 2020
Valoración: Se deja leer (y a mucha honra)
Los Comuneros, de Sergio Salvador Campos, es una novelita "pulp" editada por Matraca. Entretiene y se lee de una sentada, pero su irregularidad y su escasa memorabilidad dejan un sabor agridulce.
¿De qué trata? El detective Hermann se infiltra en una secta; aunque su objetivo principal es liberar al hijo de un ministro, está dispuesto a desarticularla completamente en caso de hallar indicios criminales.
Empecemos señalando las virtudes de esta ficción quiosquera:
- Su acabado global, ingenuo a la par que entrañable.
- La prosa, pedestre pero funcional.
- Algunas de sus ideas. Lástima, eso sí, que en la mayoría de los casos no estén del todo desarrolladas.
- Presenta la situación y los personajes sin demorarse excesivamente, pero con un grado de profundidad del que la segunda mitad carece.
- Siembra semillas prometedoras, que por desgracia no florecerán más adelante.
- La reincorporación de Ingrid propicia dinámicas y conflictos interesantes, amén de un arco más o menos logrado.
- La organización interna de la secta (esa jerarquía compuesta por el líder, los dadivosos, los necesarios y los novicios) está bien explicada y resulta, hasta cierto punto, creíble. Asimismo, la jerigonza mística de Alpha es bastante verosímil.
Por otro lado, a Los Comuneros se le podría reprochar que:
- La segunda mitad de la historia se siente excesivamente apresurada. Supongo que la intención del autor era imprimirle un ritmo adrenalínico; por desgracia, dicho ritmo no sólo se nota en las escenas de acción, sino en todas.
- Se cierra con un "deus ex machina" de manual.
- Los personajes son, en general, bastante planos. Además, a algunos se les da un foco excesivo, ya que luego de aparecer una o dos veces no vuelven a ser mencionados. Pienso, por ejemplo, en los guardaespaldas de Alpha.
- El protagonista no consigue que empatices con él, pues su caracterización es tan simple como exageradamente positiva. Personalmente le hubiera hecho moralmente gris, quizá aprovechando el tiempo que estuvo infiltrado en la mafia. ¿Y si tuvo que cometer actos atroces entonces, para ganarse la confianza de los criminales a los que trataba de engatusar? Eso podría haber dado juego a la hora de sumergirlo en los Comuneros y, sobre todo, durante el reencuentro con Ingrid. Imagináoslo: ¿y si hubiera abusado de ella, junto a los otros, ya sea para aparentar o por un momento de debilidad humana? ¿Qué implicaciones tendría esto en sus esfuerzos para liberarla de las garras de los mafiosos, en su tentación por abrazar una vida más harmoniosa de la mano de los Comuneros y en su posterior romance? Y bueno, puestos a permanecer fieles a su caracterización original (insisto que, a mi juicio, excesivamente positiva), ¿por qué no hacer énfasis en su impulsividad, la cual es, supuestamente, su único defecto?
- La trama policiaca tiene inconsistencias. Por ejemplo, el hecho de que el protagonista, pese a la precipitación con que le hacen aceptar el caso, va bien preparado en algunos aspectos, mientras que descuida otros tremendamente obvios. ¿De veras me tengo que creer que no ha buscado en internet cómo entrar en contacto con la secta y que es el encargado del hotel en que se aloja quien le proporciona la información?
- Una vez Hermann empieza a desentrañar secretos, la coherencia interna de la obra se viene abajo. Por más que Sergio intente justificarlo, no me creo que sea tan fácil infiltrarse en determinadas áreas del recinto, o se deje el acceso a las armas sin candado.
- Multitud de elementos podrían haberse introducido de manera mucho más orgánica. Hay otros que únicamente abultan el conjunto y, por tanto, son susceptibles de poda.
En definitiva, Los Comuneros es una ficción recomendable para los amantes del "pulp" más genuino. De todos modos, tengo que reconocer que incluso a un servidor, quien reivindica el género a capa y espada, le ha parecido una lectura un tanto regulera.
A la obra de Sergio la acompañan, en la edición que yo he leído, relatos de diversos autores. Éstos amplían el mundo y los personajes de Los Comuneros; mientras que algunos aportan poco, otros expanden el material de base en direcciones interesantes.
Por cierto, el colegueo que se aprecia en los paratextos de este bolsilibro (prólogo, entrevistas, ilustraciones…) me parece entrañable, aunque puede sobrarle a quienes no tenemos un vínculo directo con Matraca, su catálogo, su editor o su plantilla de escritores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario