sábado, 17 de septiembre de 2022

Zygmunt Bauman: ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?

Idioma original: inglés

Título original: Does the Richness of the Few Benefit Us All?

Traducción: Alicia Capei Tatjer

Año de publicación: 2013

Valoración: Bastante Recomendable


Pues una pregunta bien explícita, no? Generemos riqueza, cuanta más mejor, aunque (o para que) se la lleven unos pocos, porque al final algo de todo eso nos llegará a los demás. También conocida como teoría del goteo, es la última vuelta de tuerca del neoliberalismo, que triunfa en todo el planeta y a la que tampoco hace ascos la socialdemocracia con aquello de hacer una tarta bien grande, que ya habrá tiempo de repartirla. En lenguaje más coloquial: cuanto más rico sea yo más sobras os echaré en el plato. Eso, si me beneficia y os portáis bien.

La respuesta de Bauman a la pregunta es obviamente negativa, no tanto desde el punto de vista económico (para lo cual no sé si tendría los argumentos técnicos necesarios) como desde el ético, claro está. Porque la clave está en el verbo: nos beneficia. Ya habrá expertos que discutan si en base a ese axioma la economía va mejor, suben los sueldos y desciende el desempleo y la miseria. Pero aunque así fuese esa situación nos beneficia tanto como si mañana Elon Musk o Amancio Ortega nos prometiesen un incremento del diez por ciento en nuestro salario si nos convertimos en sus esclavos. Ganamos más, pero eso no necesariamente nos beneficia, porque no es el único parámetro que hay que valorar.

La desigualdad, que es en definitiva de lo que estamos hablando, se ha multiplicado de forma explosiva en el siglo XXI. Bauman aporta algunos datos seguramente ya conocidos. Uno: 'casi todo el crecimiento del producto nacional que consiguió Estados Unidos desde el colapso crediticio de 2007, más del 90 por ciento del mismo, cayó en manos del 1 por ciento más rico de los estadounidenses'. Dos: 'el 20 por ciento más rico de la población consume el 90 por ciento de los bienes producidos''. Tres: 'el 1 por ciento más rico posee ahora casi 2.000 veces más que el 50% de la población mundial'. Y así hasta el infinito, más y más ejemplos extendidos por todo el mundo, desigualdades enloquecedoras y en aumento exponencial entre personas y entre países, cifras escalofriantes que ponen negro sobre blanco la concentración de la riqueza en manos de una minoría cada vez más ínfima y cada vez más acaparadora. El libro está editado en 2013, los datos han seguido disparándose desde entonces y lo que cuenta Bauman es una muy pequeña muestra frente al apabullante material, mucho más pormenorizado y técnico, que expone por ejemplo Thomas Piketty

Pero como el pensador polaco no es un economista que conozca a fondo los resortes del sistema, lo que le preocupa no es tanto subrayar la evidencia, ya de sobra demostrada, como detectar sus consecuencias. La primera es que la concentración de la riqueza implica también concentración del poder, y por tanto ‘la primera víctima de esa profunda desigualdad será la democracia’, toda vez que los bienes necesarios para la supervivencia van quedando en manos de unos pocos y por tanto la capacidad de decisión se ve cada vez más limitada. La desigualdad, planteada en estos términos brutales, deriva en una alteración de los conceptos de sujeto y objeto, y sectores cada vez más extensos de la población, engullidos y degradados por el sistema, centrados en la mera subsistencia, pasan progresivamente a convertirse en objetos, piezas que voluntariamente o no, dejan de tener voz y se limitan a contribuir a que el mecanismo siga funcionando.

El proceso se alimenta en gran parte del consumismo (una de las bestias negras de Bauman) que, inyectado profundamente en la sociedad, crea necesidades crecientes que el ciudadano se ve impulsado a satisfacer, con lo que se lanza a recoger las migajas que le caen, se endeuda, compra, y alimenta así al sistema de forma indefinida y creciente porque el beneficio que se genera va de nuevo, en términos macroeconómicos, a aquella minoría cada vez más reducida. La competitividad es otra de las patas del invento, al establecerse una competición entre los consumidores para intentar obtener siempre algo de más valor, algo que al menos simule un estatus algo más elevado.

Entrando en terrenos más propios de la sociología que de la economía, hay también espacio para la tecnología. Recogiendo una idea de Jonathan Franzen, Bauman ve en la tecnología un medio para escapar de la realidad, que en definitiva es aquello que se resiste al ser humano, algo que debemos doblegar o ante lo que debemos plegarnos, y fuerza nuestra voluntad en uno u otro sentido. La tecnología permite escapar de esos límites y plantearnos un mundo a nuestra medida, que se ajuste a nuestras expectativas y que podemos ignorar con solo darle a un botón. Un nuevo bien de consumo para no pensar demasiado y mostrarnos dóciles con lo que nos lo ofrece (y eso que, insisto, el libro tiene casi una década y el autor no se podía imaginar lo que vendría en los años siguientes)

Pese a que son poco más de cien páginas, Bauman va sondeando en distintos aspectos de la sociedad actual a partir de aquellos datos iniciales sobre la desigual distribución de la riqueza. A veces podemos tener la sensación de que se pierde un tanto en digresiones sobre temas sin una conexión demasiado clara, aunque la exposición es siempre fundamentada y rigurosa. Pero es lo que tiene poner un título tan sonoro y específico: puede que el lector acuda con un interés directo sobre lo que se propone y se decepcione al encontrarse con temas diferentes aunque colaterales. Para evitarlo conviene olvidarse un poco de la pregunta inicial y centrarnos en la lectura de un autor que ya es un clásico cuando se trata de analizar estos tiempos líquidos.

No hay comentarios: