martes, 6 de septiembre de 2022

Antonio Pigafetta: Viaje alrededor del mundo

Idioma original: italiano

Título original: Primo viaggio intorno all Globo Terracqueo

Año de publicación: 1524

Traducción: José Toribio Medina

Valoración: Fuera de concurso

Se cumplen hoy mismo, 6 de septiembre de 2022, los quinientos años de una de las hazañas más impresionantes llevadas a cabo por un grupo de hombres en las toda la Historia: la primera circunnavegación del Globo, navegando siempre hacia el oeste, en una época en la que no existían los GPS, las radios, los motores y ni tan siquiera los barcos de casco metálico, se navegaba en unos cascarones de madera, movidos por velas de tela, cuerdas y con la ayuda, todo lo más, de una brújula y de rudimentarios mapas, si los había (y en este caso, no los había). Con tan exiguos medios, tal día como hoy dieciocho marinos llegaron a Sanlúcar de Barrameda en la nao Victoria, después de tres años de su partida  junto a a otras cuatro naves y 221 compañeros; capitaneados por Juan Sebastián Elcano (*), los supervivientes eran vascos, andaluces, gallegos, italianos, griegos, un alemán... entre ellos el autor de este libro, el caballero Antonio de Pigafetta, de Vicenza, que a su vuelta y tras ofrecerle su diario del viaje al emperador Carlos (aunque también lo hiciera a la regente de Francia, al Papa y a su protector, el Gran Maestro de Rodas) lo convirtió en un libro donde se narraba su aventura.

El objetivo de ésta, como bien se sabe, y comandada por el portugués Fernando de Magallanes, era llegar a las Molucas, las fabulosas Islas de las Especias, por el Oeste, para así evitar las restricciones que el Tratado de Tordesillas le imponía a Castilla. De esta forma, la expedición bajó por la costa sudamericana: Brasil, el río de la Plata, la Patogenia,  hasta descubrir el estrecho que hoy lleva el nombre de Magallanes y que les permitió pasar al Océano Pacífico, el cual atravesaron durante meses, en medio de grandes penurias -baste decir que el manjar más apreciado eran las ratas- hasta alcanzar las islas Marianas, las Filipinas y, por fin, las Molucas. Muerto Magallanes en una batalla contra los nativos filipinos de la isla de Matan, el mando de los restos de la flota recayó en Elcano, que decidió continuar el viaje hacia el oeste y de esta forma cruzaron el Océano Índico  para costear luego África de punta a Cabo- o al revés, en este caso- y regresar a España, como he dicho, tres años después de su partida.

Como toda relación de viajes de su época o anterior, la de Pigafetta abunda en detalles que , en ocasiones, se pueden hacer excesivos y hasta tediosos; hemos de tener en cuenta que, al escribir su diario, el autor pretendía dejar constancia de todo el mundo novedoso que se iba encontrando, no tanto pensando en el solaz de unos hipotéticos y futuros lectores. Además, también encontramos momentos más vibrantes, como el encuentro con los ignotos "gigantes" patagones, los motines que se produjeron en aquella tierra, las posteriores traiciones de algunos expedicionarios o de reyezuelos indonesios o las cuitas en el viaje de vuelta para evitar en lo posible a los portugueses, recelosos del carácter de esta expedición, que, después de todo, tenía el objetivo de hacerles la competencia directa en el comercio de las especias.

Pigafetta, por otra parte, es un gran observador que detalla muchas características y costumbres de los pueblos que encuentra, de una forma casi etnográfica, así como la flora y fauna de los países -con especial detenimiento en las Islas de las Especias, claro está-; incluso, al final del libro, se recoge un pequeño vocabulario de las lenguas habladas en Brasil, Patagonia, Filipinas y Molucas. Cierto es que , aún con todo el relativismo cultural del que hace gala el autor -sobre, por ejemplo, prácticas como la del canibalismo-, para la acendrada sensibilidad actual, su aventura y la de sus compañeros, puede parecer un mero episodio de la expansión colonial y explotadora europea; es verdad que si los protagonistas de aquel viaje no sometieron y explotaron más a los pueblos y tierras por las que pasaban fue por falta de medios, no de ganas.para otros, la primera vuelta al mundo no será sino el mayor hito simbólico, pero también efectivo, de esa globalización a la que se se achacan hoy en día tantos males. Es verdad que también los es. Pero al mismo tiempo, no deja de suponer un acontecimiento maravilloso, una hazaña, repito, quizás sin parangón en la Historia, dada la modestia de los medios, la enormidad de las ambiciones  y la inmensidad -a partir de entonces un poco menos- de ese mundo que, hace justo quinientos años, no sé si se hizo más pequeño, pero sí más nuestro.

(*) Pigafetta, por cierto, no menciona en ningún momento del libro a Elcano, pese a haber sido quien lideró la expedición en su regreso desde Filipinas. Quizás por animadversión personal, quizás, o eso se dice, porque Pigafetta era devoto admirador de Magallanes, mientras que el de Getaria fue uno de los que se rebeló contra él en la bahía de San Julián... o quizás (y me parece lo más probable, dada la naturaleza humana) porque el italiano no quería tener que compartir su fama como cronista de la gesta con quien la había capitaneado y, a la postre, tenía ya reservada su parte de gloria...

2 comentarios:

Victor dijo...

Muchas gracias por compartir esta reseña. Me ha fascinado la descripción que has hecho de unos hechos tan lejanos y la vez tan actuales en nuestra historia. Tu valoración lo dice todo: "fuera de concurso". Saludos.

Carlos Andia dijo...

Me encantan estos libros sobre aquellos grandiosos y loquísimos viajes. Aunque haya momentos en que, como dices, esta literatura puede hacerse algo premiosa, la sensación de estar viviendo tan de cerca estas epopeyas resulta fascinante.

Si encima a costa de Elcano y sus muchachos nos dan un día festivo, pues ni te cuento.

Gracias por la reseña y enhorabuena, compañero.