Año de publicación: 2022
Valoración: Decepcionante, y mira que lo siento
He estado muy cerca de no escribir esta reseña. En general, no me suele gustar escribir reseñas negativas (ya se sabe que los ULADianos tenemos fama de buenistas), y menos aún reseñas de libros que ni me han encantado, ni me han parecido pésimos hasta el punto de querer compartir mi irritación con el mundo. Además, este libro me apetecía mucho, y tenía muchas ganas de que me gustara, porque trata un tema, el de paternidad, que me queda muy cerca, como sabrán los que sean seguidores fieles del blog. Había leído muy buenas críticas, y esperaba que el libro conectase conmigo de una forma muy personal. Y quizás ese haya sido el problema: que por el estilo elegido por el autor para escribir su experiencia, no he conectado en absoluto, me ha dejado completamente frío.
Resumiendo mucho: Umbilical es un libro (¿novela autobiográfico, memorias, ensayo?) en el que el autor reflexiona, o poetiza, si se quiere, sobre su reciente paternidad (el libro fue escrito entre agosto de 2020 y agosto de 2021). Comienza con el embarazo, prácticamente desde la primera ecografía, y continúa después del nacimiento del hijo, hasta sus primeros meses de vida. Y lo hace a través de 100 capítulos cortos, de menos de una página, y un breve monólogo final (de estilo muy semejante), o sea que el libro se lee en un suspiro - aunque no esté pensado para leer de un tirón sino para saborearlo, imagino.
Y aquí empieza mi problema con el libro: Andrés Neuman ha elegido contar la experiencia de la paternidad a través de un lenguaje poético, y en muchos momentos muy abstracto, hasta el punto de que un lector poco atento podría perderse cuál es el acontecimiento o referente sobre el que se está hablando. Es verdad que se habla de cuerpos y de materias, de pipís y cacas y leche, pero inmediatamente parece huirse a las alturas de lo ideal, de lo místico, como si hablar de lo material fuese una vulgaridad. Por dar solo un ejemplo, viendo las fechas de escritura del libro es fácil comprender que fue escrito (y que el bebé nació) en plena locura pandémica: confinamientos; reglas estrictas de protección, especialmente en hospitales; aquel miedo inicial cuando todavía no se sabía nada y parecía que mirar a un infectado podía contagiarte... Esta circunstancia, como muchas otras, es aludida de pasada, o de forma oblicua, pero sin detalle y sin profundizar, como si no condicionase la relación entre padre e hijo, que es el único tema central del libro.
Y hay sentimiento, naturalmente, en este libro, pero el sentimiento parece haber quedado sepultado debajo del deseo de "escribir bonito". Con una contención formal casi de haiku, cada capítulo parece querer ser perfecto en su expresión, aunque eso congele la vitalidad y el caos de la experiencia de la paternidad. No les falta mérito ni belleza a muchos de esos capítulos, pero sí, en mi opinión, carne o sangre. Como los capítulos son tan breves, me permito copiar uno entero, porque creo que así será más fácil entender a lo que me refiero:
Releo nuestra casa porque no la conozco: va mutando a la luz de tus apariciones. En los rincones juegan los ecos de mañana. Después de media vida sin correr, los muebles aceleran.
Me busco por los cuartos y ya no estoy aquí, ya no soy ese.
Y aún otro más:
Te admiro por intrépido, vanguardista en pañales. Te entregas a la rabia de la noche, al escenario de la calle o a la fiesta improvisada sin todas estas dudas que a mí me paralizan.
Radical sin querer, lo tuyo es la performance de estar vivo. Tan pancho en tu episteme, que empieza por el cuerpo.
Habrá algún lector de esta reseña que diga: "bueno, esa ha sido la elección estética del autor, y hay que aceptarla"; y otro lector todavía más enfadado: "si tan poco te ha gustado el libro, escribe tú otro mejor". Y efectivamente, tienen razón los dos: Andrés Neuman ha escrito el libro que él quería escribir, y no el que escribiría yo en su lugar. Si yo lo hiciera, optaría por un estilo mucho más concreto y mucho menos elíptico; haría referencia mucho más explícita y constante a las condiciones materiales de la paternidad, que no sucede en un vacío ni en una abstracción filosófica; intentaría rebajar el tono místico de la experiencia con sus tonos menos épicos o enfáticos, los miedos, las torpezas, las discusiones, los cansancios, las dudas; y utilizaría un vocabulario específico del campo de la crianza (amniocentesis, meconio, mastitis, estrías, entuertos) que no he encontrado en este texto.
Dicho con otras palabras: quizás este libro esté dirigido a otros lectores, a otros padres (y no padres), que harán una lectura completamente diferente de la mía y habrían hecho una reseña completamente diferente de esta. También a mí, insisto, me habría gustado escribir una reseña diferente, que empezase con un "Muy recomendable" o "Imprescindible", y que Umbilical apareciese en mi lista de mejores lecturas del año.
No ha podido ser.
3 comentarios:
Lo leí, Santi, y coincido totalmente contigo. Qué sacarino, qué "cursilón". Llegó un momento en el que se me hizo realmente insoportable tanta ensoñación. Y eso que, asimismo, fui con todas las ganas.
Leí Fractura de este autor y me encantó. Fui a otros libros suyos, y no volví a encontrar eso que me había gustado en Fractura. Un saldo
Yo leí "El viajero del siglo" y me gustó bastante. Éste lo descarto, tanto por el tema, que no me interesa lo más minino, y por la valoración. Repetiré autor, pero intentaré hilar fino.
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