Año de publicación: 2021
Valoración: irrelevante
Hace unos días tomaba cierto compromiso de reseñar por última vez a Kapuscinski. Una cuestión casi logística (creo que me he acabado su obra) pero en cuyo panegírico final olvidé añadir algún concepto: cada día había sido más universal, más adaptable su obra y su pensamiento a más casos y más situaciones.
Bueno: hoy también expresaré mi intención de no reseñar más a Kiko Amat. Habrá que ver cómo me las apaño cuando el persistente aparato de Anagrama vuelva a definir una eventual próxima novela como SU OBRA DEFINITIVA DE MADUREZ y muerda el anzuelo como un incauto - con una poderosa red de bibliotecas públicas, pero incauto. Pero lo de este "Los enemigos" (me ahorro el subtítulo que ya debía divertirme de lo que se avecinaba) ya es demasiado. Sin mencionar la horripilante portada, evocadora de algún flyer de macrodiscoteca costera, parece que Anagrama la ha matizado un poco recuperando el texto, de la que no vamos a culpar más que indirectamente, al autor.
El problema es que Amat, al revés que Kapuscinski, ya solo escribe para los amiguetes que le ríen las gracias. Ignoro si son una pandilla o una multitud, cosa importante para su editorial y las tiradas, claro. Este ensayo - llamémosle así, pero que sepáis que "reguero de chascarrillos" y "sucesión de pajoteos" estaban en la terna finalista - me ha acabado de convencer de que el autor ha llegado a su agotamiento definitivo, casi irreversible, como escritor. A ese punto donde otros autores como Bernhard suben la apuesta y ganan, sí. Pero Amat no gana, Amat simplemente cansa, agota y se repite y su prosa se colapsa y deja de suscitar el mínimo interés. Ya cerca de la cincuentena, ni su obra de ficción ni la de no ficción muestran signos de desembarazarse de sus tics habituales, más bien hacen patente que no sabe adaptarse a ello y sigue trufando sus escritos de elementos solo descodificables por su entorno cercano. Sonará pretencioso decir que se aleja de la universalidad, pero empieza a resultar desesperante el generar un escenario tan reducido y ver que este no tiene proyección a mayor escala. Entonces, este intento fallido de convertir una lista de filias y fobias en algo importante y trascendente, aunque sea rellenándolo de referencias de lo más variado - otra obsesión de Amat, mostrar músculo de bagaje cultural - acaba resultando irrelevante, reiterativo y aburrido. Abusando de su estructura - los preámbulos de los capítulos ya avisan de que lo que sigue alterna, ya es mérito, lo pretencioso con lo puramente chorra. En eso se nota al autor tan anclado a su estilo, de verdad, si no hubiera leído y reseñado tantos de sus libros no me mostraría tan vehemente, pero es que Amat parece arrepentirse de su conocimiento de la cultura contemporánea (sobre todo la puramente british y anclada en la era dorada de los movimientos mod y rocker) y ese arrepentimiento lo compensa con coletillas propias del gracioso de la clase. Si estuviera en Twitter lo tendríamos anotando con respuestas sin gracia - ni repercusión - a cada dos por tres. Como ese pesado del grupo de amigos que le sacaba punta a todo. Justo eso. Aquí ha llegado tu espiral, Kiko. A la irrelevancia más absoluta.
*Perdón por la ordinariez.
1 comentario:
Me siento identificada con la reseña. Hace tiempo traté de empezar uno de sus libros por las reiteradas recomendaciones de una conocida librería madrileña. Por fortuna, el libro era de la biblioteca. Pensaba que no apreciaba al autor y su estilo, pero fue desconcertante.
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