Valoración: muy recomendable
Sirva esta reseña como punto final de mi atención a la obra de Kapuscinski. Creo que, con ella, toda la obra traducida del escritor polaco ya ha sido tratada aquí. Lo que yo llamo un escritor fetiche, propio, eso sí, aunque es muy revelador que sea justamente esta obra, que es un punto intermedio entre su obra más teórica (en la que siempre he visto a Kapuscinski un poco fuera de lugar) y su crónica periodística, que en su conjunto es imprescindible y, todavía hoy, necesaria para comprender la configuración planetaria actual. El subtítulo del libro (Sobre el buen periodismo) podrá sonar algo pretencioso, aunque como siempre la realidad se ha empeñado en dar la razón al escritor polaco. Desde las frases lapidarias - demasiadas para mencionarlas - hasta el puro hecho de que algunos que salen en muchos medios - demasiados para mencionarlos - se llamen a sí mismo periodistas a pesar de aportar visiones sesgadas y distorsionadas de la realidad para satisfacer a quienes les pagan o a sus propias ambiciones.
Así que en las entrevistas que configuran este libro, que Kapuscinski ya concede con plena consciencia de que se ha convertido en un autor influyente y venerado, ya se permite un tono, en ese momento ya tiene más de sesenta años, algo más orgulloso de esa condición, no confundamos con soberbia o chulería, pero ahí el protagonista es él, el preguntado y el sometido a un merecidísimo homenaje, cosa que redunda en una atmósfera relajada y una justificada tonalidad algo crepuscular. Ya no es el treintañero entusiasta que toma la cámara y el cuaderno de notas dispuesto a ir donde perciba que puede estar el origen de su crónica. Y las entrevistas son interesantes, algo breves pero sumamente sustanciosas pues Kapuscinski, especulando o teorizando o siendo más concreto en los detalles, no pierde un ápice de su sentido común, cosa que se traduce en genialidad de una densidad absoluta. Por eso es completamente publicable y se convierte en una obra de peso en su obra, Kapuscinski descifrando el código-máquina de su obra e, insisto por si algún tertuliano se deja por caer por aquí y se da por aludido, haciendo sonrojar a más de uno que entiende que periodismo es que te lean ( o te vean) muchos y cobrar a final de mes y si acaso montar una productora y hacerse de oro. Porque una de las cosas en las que insiste es en que nadie se va a hacer rico haciendo el periodismo que él (que de hecho, era historiador), hacía.
Kapuscinski insiste en que ejerce su profesión por los pobres, por la gente sin privilegios que no consigue columnas ni sillas en los platós. Kapuscinski, perdonad que el tono sea más de epitafio que de otra cosa, resume su obra, su actitud hacia periodismo, crónica, literatura, en estas tres entrevistas, una de las cuales comparte con John Berger. Sus planteamientos están tan revestidos de sentido común, de vocación de ser útil a la sociedad, que a veces pueden parecernos obvios. Pero solo hace falta asistir a los hechos para ver que no es así. Por lo cual, aunque esta sea nuestra última reseña de su obra, va a seguir vigente, por mucho tiempo.
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