martes, 7 de junio de 2022

Bernardo Atxaga: Desde el otro lado

 Idioma original: vasco y español 

Títulos originales de los dos primeros: Bi anai, Andoniren heriotza LSDaren argitan

Año de publicación: 1985, 2014, 2022

Valoración: Está bien



Atxaga es uno de mis grandes mitos desde que leí Obabakoak, y de eso hace ya bastante. Ahora está de promoción de su última obra publicada, en esas apareció por el lugar dónde vivo y fui a verle. Simpático, cercano, contó mil anécdotas, abrió alguna puerta de su laboratorio particular y de su posición actual respecto a la escritura. Ahora le gustaría escribir textos más cortos, menos extenuantes que una novela, algo comprensible viniendo de alguien con su extensa trayectoria. Y este es el caso, aunque –rectifico– considerar Desde el otro lado su última obra es mucho decir, porque en este compendio de cuatro relatos solo los dos últimos son originales y en uno de ellos utiliza los argumentos de los dos anteriores –hasta el momento, sin ninguna relación entre sí– para componer una pieza algo extravagante y en la que, según yo lo veo, no parece sentirse muy cómodo.

Sus escenarios son los más habituales: la naturaleza y el ámbito rural con los personajes, problemáticas y forma de abordarlas que le definen. El elemento mágico, a veces según creo rozando el surrealismo, también está presente aquí, los personajes del reino animal se asoman al humano como cómplices u observadores y a veces, incluso, influyen en lo que sucede. No tengo nada en contra de la fantasía siempre que se desarrolle con coherencia. Pero en este caso la encuentro un poco forzada; exceptuando el último relato –como decía, el único reciente– me ha costado bastante dejarme arrastrar por ellos. No sé muy bien en qué consiste la diferencia pues los elementos, personajes y conflictos, si bien son distintos entre sí, tienen todos el mismo sello. Dos hermanos es el más antiguo, también el más extenso y uno de los dos que se divide en capítulos. Presenta a un adolescente huérfano que debe cuidar de un conflictivo hermano, mayor que él en edad pero con la inteligencia de un niño. Un planteamiento atractivo ya que se trata de un drama familiar que podría dar mucho juego, pero se va desgastando a medida que las conductas inverosímiles hacen avanzar el argumento por terrenos tan sorprendentes como improbables. El protagonista es un chico ingenuo y encerrado en sí mismo, pero ¿tanto como para no ver lo que sabe todo el pueblo? ¿es que no habla con ningún paisano suyo? Pues parece que no, todo ocurre como si los personajes fueran marionetas en lugar de seres de carne y hueso. Paulo parece sordo, ciego y mudo, a pesar de que se presenta como un chaval despierto que intenta hacerse cargo de todo. No solo ignora las fechorías de su hermano –de las que, además, nadie le advierte– sino el evidente interés que siente por él la buena chica. Porque hay dos, la mala es la otra, igual que toda su familia. El maniqueísmo parte al elenco en dos mitades exactas: a un lado, amiga, familia, hermano buenos, al otro su reverso. El narrador comienza siendo un pájaro, pero su personalidad resulta un tanto endeble y debe ser sustituido, aunque tampoco su relevo parece muy convincente, así que se van alternando hasta el trágico y estremecedor desenlace que encuentro tan absurdo como todo lo anterior.

No es menos trágico el que sigue, a él me refería cuando hablaba de surrealismo. Comienza describiendo a unos humanoides cuya relación con el núcleo del relato se me escapa por completo. El protagonista es arrastrado por su antiguo profesor, en una especie de realidad paralela, al tiempo en que era estudiante. Entran en la casa de otro alumno y presencian la angustia de la familia por la grave enfermedad del chico. Pero aquí lo importante parece ser si sacrifican al loro o le dejan vivir tranquilamente. Ya sé, estoy simplificando porque no puedo desvelarlo todo, pero por muchos detalles que añada, la incongruencia sigue ahí. No obstante, si alguien considera lo anterior un despropósito, recomiendo que se fijen en el título. Ahí se justifica cualquier opinión en contra, por tanto, nada que objetar. Llegamos a Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte. El tono esotérico se mantiene, los personajes (orador y espectadores) son tan inmateriales como llamas, que tan pronto alumbran como se extinguen. La conferencia es una reivindicación de la muerte por encima de la vida y, de una forma bastante rebuscada y muy poco convincente, trata de relacionar los dos argumentos anteriores. Una lectura poco estimulante, como ven.

Pero queda lo mejor, y no es ironía. El último es un artefacto de suspense en el que un policía pide ayuda a un búho para aclarar una insólita cadena de sucesos y prevenir un posible asesinato múltiple. La personalidad exageradamente meticulosa del bicho resulta cómica y entrañable a la vez, el misterio se va desvelando poco a poco pero el interés no decae porque los personajes tienen solidez, el ambiente está muy conseguido y la información bien dosificada. Una pieza deliciosa, repleta de ironía y de complejos matices psicológicos, cuyo sorprendente desenlace funciona como el broche perfecto.

Por supuesto, la idea de reflexionar sobre el más allá a través de la ficción me pareció de lo más atractiva, más aún yendo de la mano de uno de nuestros escritores más relevantes. La experiencia prometía, pero a mi modo de ver se han escogido obras muy menores de Atxaga. Por ejemplo, el primer relato, escrito antes de su gran obra, me parece un texto de aprendizaje; en cuanto al penúltimo, intentar condensar dos argumentos en uno solo para componer un tercero forzando la acción para que encaje como sea tampoco ha sido la mejor decisión. Todo ello sin quitar mérito al autor, a la excelencia de su prosa y a la soltura con que se desenvuelven sus tramas. Al contrario, precisamente por esa maestría suya hay que exigirle más. Y, añado, ni siquiera él lo eligió como su preferido, y eso que lo estaba presentando. Por algo será. 


También de Bermardo Atxaga: El hombre solo, Obabakoak, Esos cielos, Siete casas en FranciaEl hijo del acordeonista

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