sábado, 3 de abril de 2021

Federico Varese: Mafia Life


Idioma original:
inglés

Título original: Mafia Life

Año de publicación: 2017

Traducción: Daniel Saldaña

Valoración: muy recomendable


Mafia Life es un fascinante libro escrito por un criminólogo, pero despojado de los tecnicismos propios de un estudio. Son más de trescientas páginas que incluyen tanto un extenso índice de notas como curiosos cuadros comparativos que reafirman sus postulados. Varese escribe sobre mafias en su amplio sentido al uso: organizaciones criminales que penetran en las sociedades en que se desarrollan de una manera tan profunda que cuesta llegar hasta sus raíces sin sorprenderse de sus curiosas y contradictorias relaciones con el poder. Varese establece comparaciones en sus jerarquías, sus ritos de iniciación, sus códigos internos, sus normas, su día a día, y a todo aquel ajeno a ese mundo le resulta fascinante, pues la referencia más inmediata pueden ser películas o series o la presencia puntual en prensa (en noticias que hablan de reyertas, de ajustes de cuentas, de bandas rivales), la lectura va a interesarle de forma extrema por cuanto muy pocas sociedades o países, más bien ninguno, parecen a salvo de ese tipo de organizaciones. Hasta para eso la economía es global. Las conclusiones no son precisamente esperanzadoras, por cuando se viene a aseverar, como asevera el dicho, que en todas partes cuecen habas, y que Rusia, Hong Kong, Italia o Estados Unidos cuentan, cada uno, con su marca propia, y que, por mucho que pueda caerte bien Tony Soprano, las estructuras de poder y su condición desvergonzada de uso del crimen para obtener poder o rendimiento económico es común. Matices habrá los que haya, en ciertas condiciones internas o reglamentos que parecen revestirles de un glamour y de una sensación de honorabilidad propia de que, el libro es inequívoco, carecen.

Curiosa, por eso, la vertiente política planteada: las mafias no están cómodas cuando las opciones de izquierdas detentan el poder, y de hecho, tienden a pronunciarse políticamente por las opciones conservadoras. Lo cual es un detalle, como mínimo, revelador.

En cualquier caso, y con las limitaciones de espacio propias, pues solo los entresijos de un solo país de los mencionados ya podrían dar para mucho texto, la sensación es de una lectura apasionante y enormemente didáctica, quizás incluso algo frívola si la abordamos como un mero entretenimiento. Pueden estar más cerca de nosotros de lo que parece. 

Y yo me sentiría más cómodo si no tuviera que lidiar con un conflicto interno cada vez que reseño un libro de Malpaso. Este llevaba un tiempo en casa y simplemente ahora le llegó el turno de ser leído. Malpaso viene protagonizando malas noticias, una tras otra, siendo la última una tanda de envíos de burofax a muchos de los sufridos y pacientes colaboradores a los que siguen debiendo dinero. Parece ser que no les gusta que esa realidad se haga pública y deciden contratacar aludiendo a la mala imagen para el negocio que puede acarrear airear esa situación - real, insisto, y aunque desconozco el contenido de esos burofaxes supongo que deben contener advertencias - que es una forma fina de amenazar, como si a aquellos que ya tienen paciencia esperando cobrar algún día, haya que ir a echarles sal en las heridas. No tienes el dinero producto de tu trabajo, pero tampoco te quejes. Mala gestión pasada y mala gestión actual. Ignoro si el dinero se fue en malas inversiones o fue una salida más de fondos para las maquinaciones de una de las personas con quién se relacionó a la editorial, un miembro de la siniestra familia Pujol-Ferrusola. Pero esos burofaxes son tanto señales de un comportamiento inmoral como de  una huida hacia adelante patética. Por favor, Malpaso, paga ya.

1 comentario:

1984 dijo...

Es interesante la mención que se hace en la reseña acerca de las preferencias políticas de las mafias. Es cierto, en parte, que las mafias suelen apostar por las opciones más a la derecha. Por ejemplo, los yakuza japoneses están vinculados a la extrema derecha ultranacionalista de este pais. Además, muchos mafiosos dicen ser fieles a valores tradicionales como la fidelidad, el honor, el machismo o el valor (pura retórica: son criminales sin escrúpulos). Así que las mafias son de "derechas." Esto es hasta cierto punto lógico, porque una mafia es un negocio capitalista de bienes ilegales y se rige por los principios de obtención del máximo beneficio para los socios del chanchullo, casi siempre al margen o al borde de la ley. Esto es un negocio, decía don Corleone, el arquetipo de ficción de todos los mafiosos (pero inspirado en dos padrinos italoamericanos bien reales: Carlo Gambino y Frank Costello); y añadía su rival don Barzini: despues de todo, no somos comunistas (risas). Ahora bien, la mafia no es una organización ideológica que busque objetivos políticos. La mafia no es un partido político, ni un movimiento social, ni una organización armada/terrorista. Las mafias son esencialmente organizaciones secretas o semisecretas de criminales. Decía el agente Pistone, infiltrado durante seis años en la mafia de Nueva York con el pseudónimo de Donnie Brasco, que los mafiosos eran ladrones más que asesinos; el asesinato era un medio extremo para eliminar ovejas negras, pero nunca la finalidad del negocio mafioso (salvo excepciones, no matan por placer). Algunos de estos criminales, cuando llegan arriba, al vértice de la organización, pueden tener tratos y negocios con empresarios, banqueros, políticos o sindicalistas. De ahí esa mixtura entre el crimen organizado y el mundo empresarial-legal que a veces sorprende por su desvergüenza. Según el juez Falcone, asesinado por la mafia: la Cosa Nostra no es de derechas ni de izquierdas, aunque tenga más amigos políticos en la derecha (la Democracia Cristiana) que en la izquierda; pero la mafia nunca se mueve por criterios políticos sino económicos y de estricta racionalidad. La mafia se orienta por el dinero; no tiene otro ideal. Para este viaje, vale cualquiera que no se le oponga o la ayude, aun declarándose comunista. Puro pragmatismo.

Saludos cordiales.