miércoles, 7 de abril de 2021

Johannes Anyuru: Se ahogarán en las lágrimas de sus madres

Idioma original: sueco
Título original: De kommer att drunkna i sina mödrars tårar
Traducción: Neila García
Año de publicación: 2021
Valoración: está bien

Que el racismo y la xenofobia suponen un grave problema para la sociedad es algo evidente y, a pesar de que los países nórdicos son ejemplo en muchos aspectos relativos a la igualdad en su población y a la solidaridad social, Suecia no escapa a esta lacra que mina la vida en libertad de colectivos amenazados. Poner el foco en ello es el principal de este libro del sueco Johannes Anura que, envuelto de misterio e intriga, nos plantea hacia donde se dirige la sociedad de su país y, por extensión, la del resto de Europa y otros continentes.

Hábilmente, el autor empieza la narración con ritmo alto, pues ya desde las primeras páginas nos sitúa en medio del suceso que marcará el resto del relato: Anyuru nos traslada la tensión de la historia al ubicarnos en una tienda de cómics donde un famoso artista tiene previsto dar una charla sobre los límites de la libertad de expresión; el autor en cuestión se ha hecho famoso por publicar tiras cómicas en las que se incluyen caricaturas de Mahoma (en algo que recuerda mucho al atentado a Charlie Hebdo tratado por Lançon en el libro «El colgajo») y eso es algo que le pone en el punto de mira de los diferentes grupos radicales islámicos que aprovechan la ocasión para cometer un atentado terrorista que será filmado y mostrado al mundo para difundir el terror y su ideología. Pero hay algo que no acaba de encajar, pues uno de los terroristas tiene dudas, sabe que hay algo que no encaja, pues su consciencia le repite, de manera reiterada, que «todo está mal». Y empieza a ver el atentado casi de manera ajena, como si la chica no fuera realmente ella, como si lo presenciara desde el exterior de ella misma, como si ese acto ya lo hubiera vivido antes.

Cabe decir, que esas primeras cuarenta páginas son de alto interés, con un elevado ritmo narrativo, con un creciente misterio e intriga; la escena está narrada con habilidad, manteniendo la tensión, ubicándonos entre el desconcierto y la convicción de los terroristas inexpertos pero convencidos, pues son conscientes de que «un solo acontecimiento puede despertar al mundo». Pero, y ahí hay un primer “pero” al relato, pues la narración, aunque atrayente, tiene un estilo que descoloca al lector al incluir recuerdos de la chica durante la escena con la finalidad de hacer entender al lector lo que pasa por la cabeza de la chica, pero que rompe la tensión del momento descrito. Este primer capítulo largo de narración algo atropellada es el preámbulo de la historia que se narra después, en un salto temporal hacia delante de dos años con el que empieza el segundo capítulo y que sitúa a la chica en un hospital psiquiátrico y desde el que invita a un famoso escritor a entrevistarse con ella para narrarle que, en realidad, ella viene del futuro.

Este es el inicio con el que parte el libro y es algo que se resume en la contracubierta del libro por lo que no explico nada que pueda estropear la lectura. A partir de aquí, de la entrevista del autor con la chica, vamos conociendo los detalles de su vida «en ese mundo del que yo vengo», de una vida en los márgenes de una sociedad que mira de reojo a los musulmanes y que, según la narración de la chica, con el paso del tiempo esa situación no mejorará, sino todo lo contrario. Con ello, nos muestra una sociedad que da pequeños pasos pero firmes hacia un futuro de radicalización, marginalización y maltrato a los musulmanes, convirtiendo Kåningarden (“el patio de los conejos”), el barrio donde vivía de pequeña, en un gueto, un lugar donde enviaban a aquellos que no querían firmar el contrato de ciudadanía y que, con ese pretexto, les bloquean las cuentas bancarias sometiéndolos a la pobreza. Un lugar que se acabó convirtiendo en un centro de refugiados donde ubican a «los enemigos de Suecia», extranjeros, musulmanes, vagabundos y «dividen a la gente en amigos y en enemigos. —Peor (…) Nos dividen en personas y animales», «habíamos sido parte de una Suecia que no era tal, una parte que aquel país que me rodeaba necesitaba para purgarse». Así, la sociedad del mundo del que la chica asegura venir está terriblemente radicalizada, en el que constantemente se difunde el vídeo del atentado para recordar quienes, y de qué religión, eran los causantes, y se forman sectas constituidas por grupos de extrema derecha que atacan e intimidan a los que viven en ese barrio. Y es en ese preciso barrio, segregado a su vez en zonas clasificadas según el nivel de “amenaza” que suponen sus habitantes, donde conoce a los otros dos chicos terroristas, Hamad y Amin. 

De esta manera, y este es el principal aspecto positivo del libro, el autor utiliza este escenario y la historia para hablarnos de los problemas de la segregación y la culpabilización de una parte de la sociedad, de cómo los mensajes lanzados afectan a la ideología de los ciudadanos hasta el punto de afirmar, de manera certera, que en uno de los tiroteos mortales en Kåningarden fue causado por un «sueco blanco con motivaciones racistas y, por lo tanto, los medios no lo llamaron terrorista, pues, de haberlo hecho, las familias suecas se verían necesariamente sometidas a escuchas, vigilancia y acoso». Ese es el sesgo mediático al que se ven sometidos los musulmanes y su denuncia es uno de los puntos fuertes del libro. Así, el libro es una reflexión sobre los diferentes pasos que se dan en una sociedad partiendo de la desconfianza hacia la diferencia étnica y la religión que, con el tiempo, la lleva a sospechar de los que no consideran parte de ellos y apartarlos, segregarlos y expulsarlos. Cada paso es necesario para llegar a ese final, cada pequeño gesto es un paso más que acerca a un país al desastre y a la injusticia. 

Pero, a pesar del buen planteamiento e intención del autor, el libro presenta algunos puntos débiles a mi entender, pues el tono, el ritmo y la estructura no ayudan a conseguir un gran resultado: la narración es demasiada fragmentada, demasiado fría, sin conexión con los personajes y sin frases o párrafos que lleguen a impactarnos y eso es algo que sorprende pues estamos hablando de un autor que proviene del mundo de la poesía que se destaca, justamente, por lo contrario. Otro de sus puntos débiles es la estructura, pues el libro entremezcla constantemente diferentes líneas temporales: por una parte, la vida de la protagonista y sus recuerdos de infancia y adolescencia, cuando el país se vuelve hostil hacia ellos y les fuerza a emigrar; por otra parte, su internado en el hospital psiquiátrico y las conversaciones con el escritor y, por otra parte, la propia descripción del atentado. Esta fragmentación y el hecho de que ella afirme venir del futuro y, por tanto, narre sucesos ocurridos y vividos en distintos momentos contribuye a erosionar el relato, pues a menudo cuesta distinguir el tiempo narrado y, con ello, reduce la atracción que sí había despertado en un inicio. Tampoco ayuda que tanto el escritor como la chica narran en primera persona, lo cual en ocasiones despista al lector hasta que se da cuenta de quien está narrando y cuál de las historias, pues en estilo no se perciben diferencias, tiene la misma “voz”, el mismo tono. Así pues, más allá del contexto, a veces es difícil distinguir narrador y época, lo cual supone un contratiempo y desconexión lectora.

Afortunadamente, el libro mejora en su segunda mitad, cuando se centra más en lo que le sucede a la chica en el internado más que en su pasado. Ahí sí el autor retoma el pulso del relato para profundizar en su parte más lograda e interesante, narrándonos el ocaso de la civilización, de las sociedades supuestamente abiertas donde se supone que todos caben, pero que, en realidad solo caben algunos, pues «nada en mi interior se libraba del olvido del mundo, nada recordaba que este mundo no era hogar para el ser humano»; un mensaje triste que el autor sentencia, en las páginas finales, aseverando que «puede que los refugiados estemos locos (…) porque hemos perdido el mundo que nos daba sentido». Esa es la verdadera tragedia y el propósito del libro: hacernos ver que en la sociedad deben tener todos cabida y respetar la diferencia, pues de lo contrario se entra en una radicalización que no lleva a nada positivo, sino todo lo contrario.

2 comentarios:

Koldo CF dijo...

Pues igual el "paraíso escandinavo" no es tal. En ese sentido me ha recordado vagamente a "Mi gato Yugoslavia", de un autor KOSovar afincado en Finlandia.

Por otro lado, tiene uno de los mejores (aunque igual no de los más alegres) títulos que te puedas echar a la cara, no?

Marc Peig dijo...

jajaja, ciertamente, Koldo!
El título es muy triste, pero a la vez precioso, poues hace referencia a quienes dejan su tierra para ir a Siria a formarse en campos de entrenamiento de Dáesh. Concretamente, el libro dice: "Se ahogarán en las lágrimas de sus madres -dijo Isra-. Los que viajan allí para morir. En el más alla."

Y me apunto lo que indicas sobre el autor KOSovar ;-)

Saludos

Marc