jueves, 2 de julio de 2020

Raquel Taranilla: Noche y océano


Idioma: español
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable... o todo lo contrario

Es ésta la novela ganadora del último y aún notorio premio Biblioteca Breve (a lo que no quito su mérito, no mucho menos. no pretendo reabrir el debate sobre los premios literarios concedidos por editoriales), que parte de un suceso ocurrido en realidad y de lo más sugerente: el robo, en el verano de 2015, de la calavera del director de cine F. W. Murnau, artífice, si ir más lejos, de la no sólo apreciada sino casi mítica película Nosferatu. Cuando la protagonista y narradora de esta novela, Beatriz Silva, profesora de Sociología del Turismo en la Universidad de Barcelona -aunque, en verdad, especialista en Gyorg Lúkacs (que es un marxista, no el de Star Wars)-lee la noticia, de inmediato piensa que el profanador y ladrón del cráneo ha sido Quirós, un documentalista amigo de la propietaria del caserón donde ella reside, y que se alojó allí uno tiempo antes, mientras preparaba una película sobre el rodaje de otra, en la Polinesia: Tabú, a la sazón la última que dirigió Murnau.

No cuento más, no tanto por no destripar el libro (algo casi imposible de hacer, en este caso) sino porque tampoco hay mucho más que contar: la trama en sí de esta novela, elementos "accesorios" Aparte (ya explicaré las comillas) y sin necesidad de resumirla no ocuparía más de dos o tres páginas, media docena como mucho... El resto, hasta las más de 400 de extensión del libro, las completa un sinfín de referencias "culturetas" (que no se me ofenda nadie, por favor): menciones incesantes a sociólogos, filósofos, economistas, literatos, pintores y, por supuesto, cineastas -en un momento dado, la misma narradora reconoce que lleva mencionados a 336 personajes, nada menos (aunque tampoco me he puesto a contarlos yo)... cuando aún quedaba bastante para el final del libro-, muchos de ellos con sus correspondientes notas explicativas -casi todas en clave irónica, menos mal-, en un delirio anotador que recuerda al DFW más desatado o a un libro que reseñó Koldo hace no mucho, Leyden Ltd. ; además de todo esto, anécdotas y sucedidos varios, desde, por ejemplo, la descripción pormenorizada e historia  del complejo alemán "Tropical Islands", a la del cuadro La Magdalena de la Lamparilla, de Georges de La Tour, o los comentarios a un libro de Gilles Lipovetsky. Pasando, cómo no, por los muchos avatares de la vida y muerte del propio Murnau, y del rodaje y posterior suerte de sus películas...

"Es la acumulación (...) aquello que garantiza que la verdad emerja; es sólo abrazando el todo como es posible asegurar el acierto. El método (...) no se anda con remilgos, sobrelleva o perdona el desatino y a cambio, en la fricción de lo infinito, convierte montañas de plomo en pepitas de oro. Según las reglas de su alquimia, es en la omisión donde estás el error (...)"

Todo este maremágnum de referencias, citas, anotaciones, etc. lo encontramos bañado, además, por un estilo vesubiano, torrencial, barroquizante y enrevesado (más que el mío, que ya es decir...), abarrotado de oraciones que se pliegan sobre sí mismas como figuras de origami, enmarcadas en párrafos interminables, en los que se saluda a los puntos y aparte como a oasis en medio del desierto. Este estilo alambicado y encantado de haberse conocido recuerda un poco bastante al de la sin par (o casi, como vemos) Marta Sanz, aunque, por suerte, resulta menos onanista y las retorcidas frases parecen buscar algún objetivo más aparte del lucimiento y rellenar páginas como sea... En efecto, lo mismo que ocurre con tanta cita pedantuela, impregna todo el escrito un espíritu no ya humorístico, sino paródico, que busca ridiculizar (o eso espero), tanto la pedantería intelectualoide contemporánea como la rigidez esclerotizada del estilo académico universitario, modelo del que, aunque diga que a su pesar, ha bebido la protagonista-narradora durante toda su vida, y se nota... Personaja que además, como resulta embarazosamente evidente en la novela, trata de distraer la atención -o fijarla, ya no sé- de las importantes carencias emocionales y sociales que padece.

"(...) Admito que voy sin rumbo, sacando temas según se me ocurren (...) Concentración, me exigirán ustedes, pero ya hace muchas páginas que he renunciado a sujetar las riendas d este relato, de modo que no voy a poder evitar que se imponga en él cierta lógica turbia, pero tan real, como la carne viva que, sobre mi esqueleto, metaboliza, metaboliza, metaboliza (...)"

Aunque, como cabe suponer, las cuitas de la protagonista no componen el único trasfondo de la  novela -repito que son más de 400 páginas con una mínima trama-: podríamos hablar también de la dicotomía entre la acción y la reflexión o la vida activa frente a la vida contemplativa; la diferencia entre la realidad y su representación o la más pedestre entre lo verdadero y lo falso. Todo esto sin olvidar, eso también, que, según declaraciones de su propia autora, Noche y océano nació antes que nada como reacción o respuesta a otra novela, Aire de Dylan, del insigne y prolífico Vila-Matas. Como yo no he leído este otro libro , no puedo aclarar gran cosa a este respecto, excepto decir que la novela de Taranilla tiene a su vez un cierto aire vilamatesco o vilamatero, quizás también a modo de parodia.

De todos modos, no es ninguna de estas circunstancias lo más destacable de la novela; en mi opinión, lo fundamental de ella es que representa una cierta radicalidad narrativa (ojo, tampoco estoy diciendo que vanguardista), al llevar al extremo una determinada forma de narrar... Si se me permite una autocita, en una reseña de hace algún tiempo yo comparaba el estilo de ese libro con el de las carrocerías autoportantes de los automóviles; en el caso del que nos ocupa hoy, creo que una metáfora más adecuada sería la de las "estructuras aeroportadas"(*): esa especie de naves, a modo de grandes tiendas de campaña, que se mantienen en pie merced al aire que circula entre sus paredes. Sólo que, en este caso, estas paredes de lona o plástico estarían compuestas por el propio estilo abarrocado de esta novela y el aire que las sostiene y da forma, por ese chorrazo de nombres propios, datos biográficos, fechas, ideas y sucedidos variopintos... (también se entiende que si te has molestado en empollarte alguna vez a Thorstein Veblen, a Lipovetsky y, por supuesto, a Lúkacs, pues qué menos que ponerlo en tu libro, cuando luego cualquier jeta te suelta sus anécdotas del Erasmus y lo llama"autoficción"). Lo que ocurre es que sin ese aporte de aire, si se apagan los generadores y ventiladores, la estructura se deshincha y no quedan sino unos plásticos tirados por tierra, poco más que unos toldos para que los campesinos los extiendan sobre cuatro palos y den sombra a las gallinas.

"Y a ustedes les ruego paciencia con mi discurso canceroso, que, por flácido, resulta de lo más actual. Vean de qué forma tan despampanante se acumulan en él los temas, que se inflan y generan ecos y nuevas remisiones, el noventa por ciento de los cuales es puro desecho (...)"

De ahí que mi valoración del libro quizás parezca ambigua o contradictoria... Pero es una novela que lo mismo puede resultar absorbente y divertida que cargante o incluso irritar al lector, por momentos; a mí, cuando menos, me ha ocurrido un poco de todo esto.

(*) Esta idea no se me ha ocurrido a mí solo, que ya sabéis que soy bastante gañán, sino que la he tomado de este estupendo hilo de twitter, sobre la Instant City de Ibiza de 1971, de la cuenta del arquitecto Pedro Torrijos (@Pedro_Torrijos). Os recomiendo que leáis todos sus hilos agrupados en  el hashtag #LaBrasaTorrijos, porque son una maravilla... y que, sospecho, habrían encantado a la protagonista de esta novela, además.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy muy fan de La Brasa Torrijos. Me encanta encontrarme con otros seguidores :)

GtM dijo...

Me generó curiosidad cuando leí sobre el libro tras ganar el premio. No se luego que tal, pero al menos parece un paso adelante después de lo del año pasado...

GtM dijo...

Paso adelante... recuperar un poco el rumbo... como se quiera llamar.

Koldo CF dijo...

El punto de partida es genial, pero las referencias sin ton ni son y el que aparezca nuestra "querida" Marta Sanz echan para atrás. Por cierto, ¿que pensará Chema de todo esto?

Juan G. B. dijo...

Hola a los tres y, ante todo, gracias por los comentarios:
Anónimo, a mí me encantan los hilos de La Brasa Torrijos y si alguna vez se publican en forma de libro, espero llegar a reseñarlo aquí...; )
GtM, no te puedo decir si es un paso adelante, atrás o hacia un lado, porque creo que el último premio Biblioteca Breve que leí fue "El jardín colgante", de Javier Calvo, hace ya unos cuantos años... Sé que el del año pasado no resultó del agrado general y quizás con el estilo un tanto "sobrelitario" de éste se haya buscado una cierta compensación, pero no te lo puedo asegurar.
Estimado,y sin embargo compañero, Koldo, creo que no me he explicado bien: en realidad no hay un torrente de datos sin ton ni son, aunque ko pueda parecer, sino que están articulados a partir de algunos temas centrales, como la vida ynobra de Murnau, lalpretensión y mixtificación de la "autenticidad", etc. Sólo que estas derivadas tienden a ramificarse hacia un infinito que sólo limita, y valga la paradoja, la finitud de la propia novela (por suerte).
Por otra parte, y aunque sea una pena, Marta Sanz no aparece en la novela; soy yo quien compara los estilos de ambas escritoras (a favor de Taranilla en mi opinión). Chema, no obstante, seguro que pensaría que su churri es una campeona, una crack, Marta la Prodigiosa y demás... Recordemos que es un hombre enamorado.

Lupita dijo...

Leí "Clavícula " y me resultó insoportable, ya que no soporto a los hipocondríacos, y me daban ganas de gritar. En principio, no tengo nada en contra de la autoficción, pero es que eso era insufrible. Aguanté porque era del club de lectura, y a los del club "les entusiasmó" No lo entiendo..

Por otra parte, Juan, marido y hombre enamorado no son compatibles. Un marido es un co-conviviente o un familiar. El enamoramiento es otra cosa.

Juan G. B. dijo...

Hola, Lupita:
Bueno, ahora me siento culpable de haber incluido el nombre de Marta Sanz, que en realidad la pobre mujer no tiene nada que ver con este libro y aquí estamos todos dádole estopa... Claro, que bien pensado, y recordando "Clavícula", se lo merece, qué narices...
Sobre la distinción entre marido y hombre enamorado (u objeto de ese enamoramiento, supongo), nada diré, excepto que espero que alguien reseñe , más pronto que tarde, "La belleza del marido", de Ann Carson y nos lo aclare.
Un saludo y, como siempre, gracias por el comentario.

1984 dijo...

400 páginas con una mínima trama. Y mucha reflexión sobre la apariencia, la realidad, el ser, la nada y las musarañas del sótano de mi abuela. Protagonista cultureta y de torturada expresión literaria. Referencias intelectuales por doquier. Sale hasta San Lukas. Por lo que escribe Juan, a mí este libro me parece quincalla con pretensiones. Está muy bien la imagen de que ese estilo inflado y abigarrado se acaba viniendo abajo por pura inercia. Plof. Es lo que suele suceder con los bodrios pedantescos. No tienen vida y se caen solos. Tocho que todo lector consciente de sus derechos debe evitar con sumo cuidado y escrúpulo para no morir en el intento, hacia la página 250 más o menos. Juan, considérate un afortunado superviviente tras tu odisea lectora de “Noche y océano.”

Juan G. B. dijo...

Bueno, en realidad, un incentivo para acabar el libro fue averiguar si al final llegaba a algún sitio concreto o no. Anque también he de decir que mi valoración del mismo no es tan negativa como quizás pueda dar a entender en la reseña. Ni negativa ni positiva, en verdad, sino todo lo contrario...

Jonás dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Juan G. B. dijo...

Hola, Joná:
Ante todo, te pido perdón porque sin querer he eliminado tu comentario, au que he podido copiarlo del gmail y lo repreoduzco de nuevo, con permiso:

A 1984:

Desde luego, hay que ser valiente para afirmar cosas así de un libro sin haberlo leído. Enhorabuena.

A mí el libro me ha gustado, aun reconociendo que es excesivo, pero es que este exceso referencial es parte del artefacto narrativo, y cualquiera que haya leído la novela sabe que la autora se toma poco en serio a sí misma, lo cual es de agradecer en el mundillo literario hoy día.

Juan G. B. dijo...

Y a hora mi respuesta al comentario de Jonás:
Tienes mucha razón con lo de que el exceso referencial es parte del artefacto narrativo (de hecho, la parte más importante, diría yo), que es lo que yo pretendí explicar ( de forma un tanto grandilocuente, lo reconozco)con lo de la "radicalidad narrativa"... También es evidente que la autora, no sé si se tomará en serio a sí misma o no, pero sí que tiene un gran sentido del humor, lo que siempre es de agradecer.
Todo esto no me molesta de la novel, claro, incluso me agrada de la misma. Lo que no me acaba de convencer es que , yo al menos echo de menos más "chicha " en el argumento, que a los protagonistas les pasen más cosas a ellos y entre ellos 8más allá de lo que se insinúa o se deja adivinar) y que la historia menos en las vidas y circunstancias de los demás y más en las suyas... Dicho lo cual, lo de que me parece una novela recomendable o no, según cada lector, no es una boutade, como demuestra el hecho de que a ti te ha gustado, pero he leído comentarios en otros blogs poniéndola a caldo.
Dicho lo cual, pido disculpas de nuevo por mi torpeza al borrar tu comentario anterior. Si sirve de algo, confieso diré que no es la primera vez que me pasa... ; )
Un saludo y mil gracias por el comentario.