lunes, 27 de julio de 2020

Amos Oz: La caja negra

Idioma original: hebreo
Titulo original: קופסה שחורה
Año de publicación: 1987
Valoración: muy recomendable

Aclaración técnica: interpreto, del hecho de que la entrada en Wikipedia sobre Amos Oz hable de él como escritor en hebreo, que este libro fue escrito en tal idioma y traducido de alguna versión en inglés, incluyendo por tanto, el título original, expresión relativa a los registros de vuelo aéreos, y para cuya transcripción al hebreo he tirado de Google translate. Mis disculpas si en este proceso he cometido algún error.

Más que nada, porque mi sensación tras leer esta novela es la de absoluto respeto y admiración por su autor, fallecido en 2018 integrando esa larga lista (Philip Roth sería otro) de autores que desaparecen siendo candidatos de largo recorrido al Nobel. Bueno, aquí siempre hemos alardeado de que esto no nos preocupa mucho, ¿verdad?

En todo caso, por novelas como esta, Oz debería ser, haber sido, candidato a muchos premios, tanto más si estos consideraran aportaciones reales a géneros literarios relacionados con narrativa de ficción, porque aquí Oz experimenta con brillantes resultados, y esos experimentos son los que hacen avanzar las manifestaciones culturales y esos experimentos son los que generan lectores satisfechos, críticos, reflexivos, a veces exhaustos, claro, cierto nivel de experiencia requiere no esfuerzo sino superación de la pereza, vencimiento de la inercia, por lo cual mis respetos absolutos a quienes se atreven a plantear desafíos. 

La caja negra es una fascinante novela epistolar. No os asustéis, el nombre del género suena algo rancio. Solo recuerdo haber leído una novela anterior de este tipo: 84 Charing Cross Rd. Pero nada que ver: aquí Oz dispone un triángulo amoroso, las ruinas de un matrimonio: Ilana, mujer que ha cometido infidelidades a manta; Alec, marido que ha triunfado en la vida pero ha fracasado en casa;  y añade a Michel, segundo marido que ha vivido bajo la sombra perniciosa de la relación anterior de su esposa. Las cartas entre ellos van mostrando lo que ha pasado, bien a las claras vemos que el matrimonio ha saltado por los aires por infidelidades repetidas e indiscriminadas por parte de ella, pero no se trata aquí de limitarnos a las cuestiones domésticas. Alec es un estudioso de los fanatismos y ha abandonado Israel para establecerse en Chicago, desde donde ha triunfado y ha adquirido un enorme prestigio como autoridad en la materia. Ilana se dirige a él en escritos floridos, insinuantes, llenos de ironía y de frases que lanza con agudeza, Ilana se defiende de sus reconocidos adulterios pero desvía sus causas. Michel es el hombre justo que ha acogido a Ilana en su corazón, que ha asumido la educación de un díscolo hijo adolescente que no es su hijo carnal, que se dedica a la docencia pero que tiene ambiciones políticas, que ejemplifican justo el colectivo ortodoxo que ha sido objeto de los estudios de Alec. Alec interpone a Manfred Zackheim, veterano abogado establecido en Jerusalén, administrador de su patrimonio, el cual media cuando esa correspondencia cruzada entra en temas económicos: Michel, de modestos ingresos, reclama a Alec involucración en el futuro de Sohan, que acumula problemas de todo tipo mientras, aún menor de edad, busca su sitio en el mundo.

Una estructura narrativa ante la que muchos podrían arredrarse: apenas hay diálogos, apenas hay acción, los personajes no suelen compartir planos o escenas sino asomar tras las percepciones que sus escritos, sean sus redactores o sus destinatarios, filtran sobre ellos. Por eso es tan brillante que de ello surja una novela espléndida, potente, que trasciende a sus personajes e incluso retrata una época, una situación social (los territorios ocupados, la personalidad colectiva judía, la visión del resto del globo del conflicto con Palestina). Todo ello sin salirse de esa estricta estructura, los escritos que van y vienen entre sus personajes principales (un matrimonio que juega con las ruinas de su relación destruida) y los falsamente secundarios (el entorno que contempla estupefacto).

10 comentarios:

Antonieta dijo...

Olas de mar!!! A mí me gusta mucho este autor. No sé si leí está novela -tengo muy poca memoria-, pero sí sé que he leído algunas novelas de él y lo recomiendo absolutamente.

Abrazos fraternos y l🌀c🌀s

Lucas Despadas dijo...

Me gusta mucho Amos Oz (lo conocí a través de una de vuestras reseñas) y esta es, de todas las novelas suyas que he leído, la que más he disfrutado.

Unknown dijo...

Lei 84 charing.. Y me encantó seguro que está bien gracias Francesc. Kempes 19

Unknown dijo...

Aclaro a los boludas que 19 es el número de dorsal qué llevaba m a kempes e alemania 74..gracias por permitime decir ésto Francesc.. Kempes 19

Rosa Berros Canuria dijo...

He leído tres novelas del autor, pero no esta que anoto ya porque además la literatura epistolar me gusta mucho.
Puede que no nos importe que un autor tenga el Nobel o no lo tenga, pero que personas como Philip Roth o Amos Oz se hayan muerto sin conseguirlo nos parece una gran injusticia. Como nos lo parecerá si Joyce Carol Oates se queda sin él, cosa más que probable. Sobre todo porque algunos de los que lo tienen...
Un saludo.

eduideas dijo...

Amos Oz es un autor que hay que leer sí o sí. Más compleja que esta, pero igualmente deslumbrante, es "Una historia de amor y oscuridad", con la que lo descubrí.

Montuenga dijo...

Y aquí tenéis la reseña:

http://unlibroaldia.blogspot.com/2010/05/amos-oz-una-historia-de-amor-y.html?m=1

Francesc Bon dijo...

Gracias por los comentarios. Nada que ver con 84 Charing Cross Rd. Solo la estructura de cartas. Me temo que La Caja Negra es más complejo y oscuro. Habré de echar un vistazo a otras novelas de Oz. Y Kempes, ya imaginaba la cuestión del número. Siempre me pareció, por eso, un poco injusto que Holanda no ganara ninguno de los mundiales (74-78) en que contó con Cruyff en plan estelar, pero Kempes, gracias a mis parientes en Valencia, me fue recordado y nombrado en multitud de ocasiones.

Anónimo dijo...

Brutal el papel de Natalie Portman. Tanto en la dirección como en la representación de la madre de Amos.

Magda dijo...

Aunque hace tiempo de esta recomendación lo he leído ahora y tengo que decir que "he disfrutado como una camella"