lunes, 24 de septiembre de 2018

Juan Villoro: La utilidad del deseo

Idioma original: español
Año de publicación: 2018
Valoración: muy recomendable

Si fuera por mí me quedaba encerrado en casa con libros como estos. Luego saldría a la biblioteca (ciento cincuenta asequibles metros con pocos tramos irradiados por el implacable Sol del agosto barcelonés) y me aprovisionaría de algunas de sus recomendaciones. Le diría a mi familia que comprobaron de vez en cuando que estoy vivo y no necesito nada y, acabado el tour de force, de ahí saldría una bestia literaria capaz de desafíos del más alto nivel, al menos en lo concerniente a lo tratado en este libro.

Lo dije, creo, cuando reseñé Arrecife y, de hecho, creo haber leído algún párrafo en este La utilidad del deseo en que el escritor mexicano reconoce esa circunstancia, repito, dije que el mejor Villoro está en sus ensayos y en sus crónicas. Le pasa a Jorge Carrión, también, y sucede que no pasa nada porque eso sea así, y que eso no desmerece ni al uno ni al otro, y no voy a apelar a la funcionalidad sino al mero hecho de que los buenos escritores no abundan como para renunciar a ellos por el hecho de que no sean tan brillantes como creadores de tramas que como instrumentistas de lo que pasa por la cabeza.
Juan Villoro tira y mucho de oficio en este volumen, con tres partes diferenciadas: la primera, entregada a la literatura europea clásica, brillantísimos párrafos los que dedica a Defoe antes de quedar prácticamente acaparado por los rusos, Gógol y Dostoievski son objeto de veneración y profundo estudio. La segunda, algo más inasequible al lector promedio, Villoro la dedica al ensalzamiento de algunos escritores (no todos excesivamente célebres fuera del ámbito especializado) de su país, México, como López Velarde, Monsiváis o Ibargüengoitia, y en la tercera toma objetivos más dispares que incluyen comentarios acerca de los  géneros infantil y juvenil, que el propio Villoro ha cultivado. 
Siempre defenderé esta clase de libros. Incluso cuando Villoro transita por sendas más eruditas y se dedica a la especulación crítica a la que la inmensa mayoría de los lectores son lógicamente incapaces, tal es su capacidad de análisis y su bagaje, el lector interesado sacará ideas y verá su curiosidad excitada y, perdonad que me repita, visitas a la biblioteca pública o particular o a los estantes de las  librerías y atención a autores en que nunca se había reparado partirán de la estimulación que estas páginas emanan. Puede que si eres quien usa un libro para atenuar la espera del autobús o acelerar la entrada en el sueño esto no te diga nada, pero para todo lo que empiece a poder definirse como pasión lectora, este es otro libro indicado.

5 comentarios:

Lupita dijo...

Hola, Francesc:
Qué emotiva tu reseña y qué elogio al enorme placer de la lectura, que nos da tanto.

Siento lo mismo que tú, y tengo el gran orgullo de ver a mis hijas devorar y devorar libros (Libros, no e-books). Sé que estoy cayendo en lo personal, pero es que los libros para ellas son la cura de todo: la tristeza, la soledad, el aburrimiento, todo..

Para mí, la imagen de la felicidad perfecta es la de Jo March leyendo en su desván y comiendo manzanas. Bueno, a falta de desván, no hay rincón o momento malo.

Yo también defiendo esos libros, que nos hacen pensar, nos deleitan e incluso nos retan a nosotros mismos.
El que lee un libro sólo en la espera del autobús para pasar el rato tiene una afición. Para otros, leer es una forma de vivir. De vivir más.
Saludos

Francesc Bon dijo...

Gracias, Lupita, por tus palabras (y por tus frecuentes y razonados comentarios, y por las alabanzas que hacen que nos sonrojemos). No era mi intención ser emotivo, por eso. Admiro a estos escritores (a veces son objeto de cierta chanza por su obsesión quirúrgica frente a ciertos textos), y a riesgo de repetirme he de decir que la crítica literaria y el ensayo de este tipo siempre me tendrá postrado a sus pies. Sea Carrión, Villoro, el gran Eduardo Jordá, Vizinczey, Cercas... No tengo sentido de la mesura en este caso.

Lupita dijo...

Jajaja...razonados. Mis frecuentes comentarios son debidos a que no tengo rrss y mis alabanzas a los jamones que tú, Juan, Beatriz, Montuenga, Oriol, Marc y demás me mandais.
Y si te sale algo emotivo..bienvenido sea!!
Saludos

Paco dijo...

¿Qué más da libros que ebooks?
Lo importante es el contenido, no el continente.

Lupita dijo...

Hola OMazinger:

Importa y mucho, por todo lo que conlleva. El libro hay que esperar a ir a la biblioteca para cogerlo, esperar a que un amigo te lo preste o tener el suficiente dinero ahorrado para comprarlo. Por lo tanto, es algo esperado y que se valora. No se descarga y se almacena de forma indiscriminada.
A mí el formato me da igual, pero una persona joven que lee en papel demuestra una actitud ante el libro y la literatura muy marcada.
Me refería a que es un modo no tan inmediato de obtener un texto, y me parece que lo valoran más. Cada libro de Harry Potter que llega a casa es un tesoro..se toca, se huele..Mm..no, no es igual. Como no es igual leer el Quijote en ebook, en una edición escolar del franquismo o en una con ilustraciones de Gustavo Doré.

Saludos