En El camino pagano, libro profusamente documentado e ilustrado, Edgar-Max propone un recorrido muy personal por la España del Norte, además de abordar la historia, mitología, leyendas, tradiciones, fauna, etc... de la región.
Evidentemente, del conjunto me han interesado más unas partes que otras. Edgar-Max, nuestro guía, siente debilidad por varios temas (la relación del hombre con el mar, el alcohol, etc...), y en ocasiones le da un foco excesivo a algunos de ellos. Admito que yo leí en diagonal la sección que dedica a los faros, demasiado detallada para mi gusto.
En cualquier caso, Edgar-Max no oculta sus afinidades. Tampoco sus sesgos (o «filtros»), que hasta cierto punto exhibe orgullosamente; en la página 24, por ejemplo, deja muy claro que reivindicará «monumentos que han pretendido fijar (...) el asombro del hombre ante la (...) naturaleza (...) y honrar la labor de pescadores y balleneros, atalayeros o señeros, rederas, avisadoras, sardineras, cargueras, sirgueros y bateleras», y obviará, en cambio, «estatuas de marqueses, duques y almirantes».
Claramente, la mayor ventaja de tener a Edgar-Max como guía es que acompaña su texto con multitud de ilustraciones a tinta china salidas de su propia mano. Algunas son copias del natural de paisajes, edificios, animales, navíos, esculturas o instrumentos varios. Otras, a mi juicio mucho más meritorias (aunque igual de logradas en lo que al apartado gráfico respecta) son aquellas en las que recurre a su imaginación para reinterpretar alguna criatura mitológica, componer una escena (buenísima esa explosión de la proa del Cabo Machichaco de la página 87, Edgar) o cartografiar las costas del Norte peninsular.
Otra virtud de Edgar-Max es su sentido del humor, el cual hace que su exposición sea mucho más divertida y cercana que la de un «sesudo ensayo histórico» o un «tratado etnográfico». Os lo demuestro: en la página 104, refiriéndose al cementerio de los ingleses de Camariñas, el autor dice que «Sus dos fosas separadas testimonian la testarudez de los vivos a la hora de impedir el compadreo de los muertos de distinto escalafón».
Personalmente he disfrutado mucho de El camino pagano. Es verdad que, como reconocí antes, leí algunos pasajes en diagonal; otros, sin embargo, me cautivaron totalmente. A eso súmale las mentadas ilustraciones de Edgar-Max, una entrevista a Pilar Pedraza o una cita a Clive Barker y queda claro que este libro estaba destinado a gustarme.
Veremos si en un futuro me servirá para planificar un viaje a tierras manchadas por trágicas matanzas, salpicadas por lúgubres faros y plagadas de criaturas legendarias.
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