Cadillac Ranch, de Antonio Tocornal, nos obsequia con quince relatos de corte fantástico. En ellos, insectos con el rostro de conocidos, familiares y amigos se estrellan contra el parabrisas de un coche; el diminuto apartamento de un divorciado se expande constantemente; un jardinero jubilado acompaña su propio marchitamiento con el de más de doscientas plantas; un banquero corrupto pierde la voluntad de abandonar su coche de lujo; un artista alcanza la fama gracias a una repetitiva serie de mujeres con tres ojos que odia pintar; un oficinista oye a alguien pidiéndole auxilio cada vez que cruza un parque; un pueblo brota en la palma de una mano; un representante de artículos de ferretería se enreda en el magnicidio de un país extranjero; un escritor quiere replicar la plácida muerte de su gata a manos de una veterinaria; durante generaciones, una familia ha tenido un cuarto al que no se puede entrar; la construcción de una piscina de agua salada convierte a su propietario en náufrago; el espíritu de una chica queda atrapado en una atracción de feria; un desdoblamiento madre-hija tiene horribles implicaciones; un hombre muere en un país miserable durante un viaje de negocios; el propio Tocornal idea un método para que las moscas escriban por él.
Como habréis intuido, en los relatos de Cadillac Ranch, narrados en primera persona, hay un protagonista que experimenta una irrupción de lo maravilloso, lo insólito o lo absurdo en su vida. Quizá las premisas de dichos relatos no se expriman todo lo que pudieran, ni los elementos que barajan se desarrollen satisfactoriamente; asimismo, su factura puede palidecer al compararla con la de otros textos afines salidos de la pluma de, por ejemplo, Borges o Cortázar. Sea como fuere, los relatos de Tocornal tienen un acabado más que correcto, son moderadamente originales y detentan una voz autoral propia.
Mis favoritos son:
- "En el paréntesis del mundo", "Tal vez un hogar" y "Ayúdeme a salir" por su devenir sencillo pero efectivo.
- "Los cacharritos" y "Ya no hay luciérnagas" por sus bien comunicados giros de tuerca.
- "Cundi Macundi" por su mezcla alucinada de realismo sucio y atmósfera onírica.
- "Negros literarios" por su simpática metaliteraridad y el empaque que da a la obra de Tocornal.
Por otro lado:
- El relato que da título al conjunto intenta abarcar demasiado y al final no logra dotar de profundidad a ninguno de sus muchos ingredientes.
- "Hanami (La muerte es amarilla dorada)" y "Cuarto cerrado" tienen una sugerente vocación abstracta, pero su mensaje y argumento acaban siendo frustrantemente planos.
- "Cara de mujer con tres ojos", "Un pueblo pequeño y pintoresco" y "Lo insólito" son excesivamente lineales en su planteamiento, pese a que tenían potencial.
- "La misión" cumple como la gamberrada sin pretensiones que es, pero hubiera preferido que se desmadrara un poco.
En suma: recomiendo Cadillac Ranch, pese a sus limitaciones, porque joyitas como "Ya no hay luciérnagas" harán las delicias a los amantes del género fantástico. Si bien Tocornal queda corto al compararlo con otros titanes literarios, logra erigir una serie de relatos que en el mejor de los casos están bastante logrados y, en el peor, entretienen. Además, el tono predominante de los mismos es existencialista y angustioso, aunque nunca asfixiante gracias al uso de un sentido del humor que se inclina por lo tragicómico, cáustico e incluso escatológico, por lo que su lectura divierte, asombra y refresca.
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