Idioma original: Inglés
Título original: Modern godsAño de publicación: 2017
Traducción: Alberto Moyano
Valoración: Recomendable
Estamos demasiado acostumbrados a oir hablar o, incluso a hablar, de algunas escritoras como la esposa de, la madre de, la hija de... Pues en esta ocasión lo haremos lo contrario y diremos que Nick Laird es la pareja de Zadie Smith, autora bastante más conocida y reseñada por estos lares.
Hecho este comentario un tanto estúpido por mi parte, toca hablar de Dioses modernos, una novela un tanto irregular que tiene como temas centrales la religión, la violencia y la culpa. Para hablar de estos temas el autor se sirve de dos escenarios, su Irlanda del Norte natal y una remota isla en archipiélago de Papúa Nueva Guinea, que sirven de telón de fondo para explorar las relaciones entre los citados temas.
Estructuralmente, la novela se divide en dos partes, la primera de las cuales se centra en Irlanda del Norte y la segunda se sitúa de forma alternativa en Irlanda del Norte y Papúa Nueva Guinea. Está división geográfica conlleva una separación estilística notable, ya que mientras la parte europea es mucho más costumbrista / intimista, la parte oceánica se acerca más al texto antropólogico / etnográfico (sin olvidar que estamos ante una obra de ficción que por momentos parece El corazón de las tinieblas)
Es esta duplicidad, curiosamente, lo que lastra la novela. Mientras que la parte ubicada en el Ulster y que se sirve del reencuentro familiar de los Donnelly como premisa ofrece una buena construcción de personajes, una meritoria indagación en la complejidad de las relaciones familiares y un acertado tratamiento del peso del pasado, la culpa y la violencia político - religiosa en vidas corrientes, la parte situada en Papúa Nueva Guinea supone un desplazamiento del foco y una especie de ensayo ficcionado sobre cómo se crean las condiciones que hacen posible el surgimiento de diversas formas de violencia.
El problema es que el contraste entre la delicadeza y la "calma" con que avanza la acción en la parte del Ulster y los golpes de efecto y "trucos" de la parte de Papúa es tan grande que no acaban de ensamblar del todo bien. Es decir, entiendo dónde quiere llegar el autor y lo que quiere contar, pero creo la novela tendría más fuerza si se hubiera centrado y ahondado más en la via intimista.
Queda, en definitiva, la sensación final de haber leído una apreciable novela, aunque también cierta pena por sentir que el autor ha desaprovechado una vía que ofrecía mejores "vistas".
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